Barcelona puede presumir de contar con una nada desdeñable red de carriles bici repartidos por toda la ciudad. En algunos lugares de la capital catalana, sin embargo, la instalación de estas infraestructuras no ha sido del todo bien recibida por una parte de los vecinos, que consideran que estas vías son peligrosas y le quitan espacio al vehículo privado. Uno de los puntos más conflictivos de este entramado es el flamante carril bici de la Vía Augusta.
Desde que se inauguró el primer tramo el pasado mes de abril, esta vía ciclable ha tenido que convivir con las críticas de un sector de la población que culpaba a la infraestructura de un aumento de los atascos entre la salida del túnel de Vallvidrera y la ronda del Mig, sobre todo en las horas punta. Pero las voces discordantes no han conseguido ahogar las de los usuarios de las dos ruedas, que han defendido en todo momento la necesidad de contar con este carril, una vía esencial para acabar de conectar de una manera eficiente los distritos de Sarrià-Sant Gervasi y del Eixample con un solo carril para bicicletas.
Aun así, el pasado mes de julio se hacía público que el Ayuntamiento había sacado a concurso la redacción de uno informe para analizar la movilidad de esta histórica arteria de la capital catalana. En concreto, el estudio tenía un coste de cerca de 18.000 euros y tenía que servir para evaluar las diferentes modalidades de transporte que podemos encontrar en esta zona de la ciudad, además de analizar la siniestralidad, el buen funcionamiento de la recogida de basura o la seguridad de la movilidad escolar en toda la Vía Augusta. Uno de los apartados del informe preveía precisamente estudiar era el aforo de bicicletas que utilizan este carril, algo que desde algunos sectores fue visto como una estrategia del nuevo ejecutivo liderado por Jaume Collboni para eliminar la infraestructura.
Recorrido salvando obstáculos
En este contexto, un ciclista ha decidido recorrer el tramo terminado del carril bici de la Vía Augusta para comprobar su seguridad e identificar aquellos puntos críticos del recorrido. En un vídeo a cámara rápida que dura cerca de dos minutos y acumula miles de visualizaciones, el usuario recorre la vía salvando los diferentes obstáculos que se encuentra en su camino, como unos tramos muy estrechos, una extraña señal que cede el paso a los coches para entrar en un párquing o problemas con un bus que quiere acceder a la parada.