El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, ha avanzado que el proyecto ejecutivo del segundo tramo de la conexión del tranvía por la Diagonal, entre Verdaguer y Francesc Macià, estará listo en verano. En una conferencia organizada por el Círculo de Infraestructuras, Collboni ha explicado que “en principio” tendría que estar acabado a lo largo del mes de julio, pero no ha querido mojarse con la fecha de inicio de las obras. El socialista ha descartado que los trabajos puedan empezar antes de un año y medio o dos años y ha defendido ir “paso a paso” porque el Eixample viene de un periodo prolongado de obras.
Collboni ha insistido que las obras del primer tramo, entre Glorias y Verdaguer, todavía se están ejecutando y antes de levantar más calles se tendrá que acabar la obra, ponerla en marcha y probar la circulación de los tranvías. “Después decidiremos”, ha dicho el alcalde, que ha apostado por dejar que el Eixample “respire”. En los últimos meses, el Ayuntamiento de Barcelona había abierto la posibilidad a no ejecutar las obras durante este mandato. El PSC nunca ha sido un defensor convencido del tranvía y ahora que gobierna en solitario no se siente obligado a dar pasos firmes.

La primera teniente de alcaldía, Laia Bonet, ya insinuó que el proyecto iría para largo cuando afirmó que el consistorio tenía dudas sobre la compatibilidad de la conexión del tranvía con otras obras importantes como la prolongación de la L8 entre plaza España y Gracia. La sobrecarga de las obras tampoco entusiasma los socialistas, poco amigos de molestar a los vecinos y hacer tambalear al comercio con proyectos que no levantan tanto consenso como les gustaría.
Ampliación del metro hacia el área metropolitana
El dirigente socialista también ha aprovechado el acto para reclamar a la Generalitat una inversión de 3.000 millones de euros en los próximos 10 años por ampliar la red de metro hacia Badalona, Esplugues de Llobregat, la montaña de Montjuic, la Zona franca y el barrio de la Marina. El alcalde considera que la prolongación del metro permite “recoser” la movilidad entre la capital catalana y el área metropolitana, de forma que, además de facilitar los desplazamientos, se podría solucionar parte del problema de la vivienda que sufre Barcelona porque equilibraría los precios de los pisos y haría que vivir afuera de la ciudad fuera una opción viable.