La estación de Sants ha sido uno de los puntos críticos de la crisis provocada por el apagón general. Cientos de pasajeros han quedado atrapados después de que el servicio ferroviario del país haya quedado completamente paralizado por el corte energético. Sin posibilidad de desplazarse en metro durante buena parte de la jornada, y con el transporte por carretera colapsado, los pasajeros han estallado en quejas contra la gestión de la emergencia. «Hay gente desesperada», ha advertido un taxista a los micrófonos de la agencia ACN. «No pueden llegar a casa, o no pueden ir afuera. Un caos», ha añadido. Ante la acumulación de pasajeros, la estación abrirá las puertas durante la noche para acomodar a las personas que no hayan podido encontrar alojamiento.
Además de la parada de los trenes, los pasajeros se han encontrado con que las máquinas de compra de billetes de la estación han permanecido inútiles durante toda la jornada. Por lo tanto, solo han podido adquirir los títulos necesarios si tenían efectivo. Lo mismo ha sucedido con los escasos taxis que han llegado a la estación durante la tarde, insuficientes para el gran número de pasajeros que esperaban un medio alternativo para llegar a sus destinos. «Los datáfonos no funcionan, y la gente no lleva efectivo», agrega otro taxista, Francisco. «Hay opciones muy buenas, pero se va la luz y se va todo», añade otro conductor.
De 50 a 600 euros
Muchos de los pasajeros atrapados en Sants han intentado optar por el transporte con conductor. Varios jóvenes del Vallés declaran a la agencia que han intentado tomar un taxi para llevarlos a Granollers. Ahora bien, el colapso en las carreteras barcelonesas ha disparado el precio de los trayectos. «Nos dicen que 50 euros hasta Granollers no son suficientes. Hay mucha cola y salir de la ciudad costará mucho», declara uno de los afectados. Más aún escalaría la factura de unos cruceristas que han aterrizado en el puerto barcelonés este lunes por la mañana y tienen que llegar a Madrid. Según han explicado, han descartado completamente la opción del taxi, dado que les piden 600 euros solo para llegar a Zaragoza. A la capital española, ironizan, «ya ni lo han preguntado».
