La aglomeración de autobuses interurbanos en la Sagrera ha generado un dolor de cabeza para los vecinos y la administración, que busca la manera de descongestionar una zona que agrupa cuatro paradas y una docena de líneas interurbanas. La intención es que muchos de estos autobuses paren y regulen en la futura estación intermodal de la Sagrera, pero la eternidad de las obras ha obligado a buscar alternativas. En este sentido, la reforma del tercer tramo de la Meridiana, que afecta plenamente el nodo de la Sagrera, ha abierto la puerta a «dispersar» los autobuses a lo largo de la avenida. El Ayuntamiento y la Generalitat han acordado repartir las cuatro paradas actuales en siete puntos diferentes y enviarán las líneas E21 y 320 -conectan Mollet y Barcelona- a la altura del Clot. En un encuentro con vecinos, la Generalitat ha confirmado que este cambio será definitivo una vez finalicen las obras de Meridiana.
Mientras duren las obras, el Ayuntamiento ha preparado un sistema de «paradas cruzadas» en la Meridiana, lo que significa que los autobuses descargarán los pasajeros a un lado y girarán por la Meridiana -aprovechando el giro de 180 grados de Espronceda- para cargar el autobús en dirección contraria. El objetivo de este sistema es que «la mayoría de paradas» estén siempre en la Meridiana y evitar al mismo tiempo que los autobuses circulen por los barrios para dar media vuelta e iniciar el camino contrario. De hecho, los técnicos del Departamento de Territorio presentes en la reunión han comunicado a los vecinos que, de ahora en adelante, la tónica será evitar al máximo posible que los autobuses entren en las zonas más residenciales.
Los técnicos de transporte de la Generalitat han agrupado los autobuses por «corredores». Es decir, que han agrupado las líneas que vienen de territorios cercanos. El resultado son tres puntos dobles: En Fabra i Puig (Sant Andreu) continuarán parándose los autobuses de Vilanova (501), Sabadell (E1) y Terrassa (E 2.1). Entre Felip II y Espronceda pararán los de Cerdanyola (E3), Ripollet (R4) y Barberà (621). Y en Felip II y Garcilaso estarán las paradas de Parets (E26), Lliçà (E7), Santa Perpètua (E10). A estas paradas hay que añadir la del Clot y otra en Can Dragó, que también acogerá los autobuses en dirección Clot. Aún no está claro si esta de Can Dragó será definitiva o no.

El bus interurbano, en «máximos históricos»
El vecindario ve bien cualquier música que suene a descongestión, pero algunos ya han lamentado que los autobuses que van al Clot sean de los que tienen menos usuarios. En este sentido, la conexión con Rodalies y cuatro líneas de metro (L1, L5, L10 norte y L9 norte) hace que Sagrera sea un punto muy importante para los autobuses de más afluencia. Los técnicos de la Generalitat presentes en la reunión admiten que la Meridiana es un «punto muy caliente» a la altura de Garcilaso, pero remarcan al mismo tiempo que sin los autobuses «se necesitarían dos carriles más» en Meridiana para absorber los coches. Según los cálculos del Gobierno, cada día entran en bus a Barcelona la mitad de personas que van en Rodalies.
Los técnicos han apuntado que el bus interurbano está en «máximos históricos» de usuarios y han reconocido que hay «problemas de capacidad» en los autobuses. Para paliar los problemas de aglomeraciones que sufren las entradas a Barcelona, en 2024, la administración catalana fijó que las regulaciones -el tiempo que esperan los autobuses para cuadrar horarios- deben hacerse en las estaciones de origen. Y a propuesta de la Plataforma pel Transport Públic (PTP), el Ayuntamiento ha habilitado los giros de 180 grados que facilitan que los autobuses no entren en las zonas residenciales.