Esta semana ha arrancado el corte completo al tráfico del puente que conecta dos distritos de Barcelona. Se trata del puente de Santander, una de las vías más utilizadas por parte de los vehículos para ir de Sant Martí a Sant Andreu.
La infraestructura es una de las principales conexiones con los polígonos industriales del Bon Pastor y la Verneda, de forma que muchos transportistas y vehículos que se dirigían a estas áreas han tenido que buscar una ruta alternativa más larga para poder acceder a la zona de naves industriales a través de la rambla de Prim, en el caso de los que venían desde el centro de la ciudad, o de la rambla de Guipúzcoa, en el caso de los vehículos que querían llegar desde el municipio vecino de Sant Adrià de Besòs.
Hay que recordar que las obras de reforma del puente de Santander tienen un presupuesto de cerca de 9,92 millones de euros y que la previsión es que los trabajos se alarguen hasta principios del 2024, a pesar de que la intención es que la circulación de tráfico por la vía ya se pueda restablecer parcialmente de cara al próximo mes de septiembre.
Una vía más accesible para impulsar la movilidad sostenible
Uno de los principales objetivos de la actuación es la configuración de un puente más accesible tanto para las bicicletas como para los peatones, puesto que hasta ahora solo era accesible para coches y la pasarela instalada a los lados no estaba habilitada para personas con movilidad reducida. El proyecto, pues, prevé la construcción de un nuevo puente más moderno con aceras de entre 3,3 y 4,5 metros, facilitando de este modo la movilidad sostenible. La iniciativa se enmarca en el plan Superilla Barcelona, con el cual se pretende acabar priorizando en un futuro las personas que se muevan en transporte público, además de crear una ciudad con bordes más anchos y más vegetación y no con tanta presencia de carreteras y coches.