Barcelona comienza a dibujar cómo será el futuro sistema del Bicing. En los próximos dos años tocará renovar el contrato actual, firmado en 2017, a diez años vista, y el Ayuntamiento ya está considerando qué estrategia debe seguir el servicio. Según ha podido saber este diario, el proyecto para los próximos años, que aún está en sus inicios y debería transformarse en una licitación, intentará unificar el sistema en un Bicing metropolitano. La sensación es que las bicicletas compartidas han triunfado más en la capital que en municipios más pequeños, un aspecto que añade argumentos a favor de implementar una estrategia compartida que sume incentivos más allá de Barcelona.
Hasta ahora, la experiencia metropolitana de bicicletas compartidas se reduce al AMBBici, un sistema independiente ya implementado en 15 ciudades cercanas a la capital. El Área Metropolitana de Barcelona (AMB) y el Ayuntamiento de Barcelona llegaron a un acuerdo para facilitar descuentos a los usuarios que decidían combinar los dos sistemas con un abono metropolitano con precios reducidos. En la presentación de aquel acuerdo, a finales de 2022, el vicepresidente del AMB, Antoni Poveda, admitía que les “hubiera gustado” hacer “una integración más grande” con el Bicing de Barcelona, pero que era imposible por cuestiones contractuales. La situación, dos años después, es similar: uno de los principales obstáculos para la unificación total es que ambos sistemas operan con contratos diferentes y que no vencen al mismo tiempo, lo que complica la posibilidad de sacar una licitación conjunta a corto plazo.
Más allá de complicaciones técnicas, el proyecto debería incluir un acuerdo a escala metropolitana, pero ya hay ejemplos de colaboración intermunicipal para proyectos de movilidad. El sistema de aparcamientos del AMB usa la aplicación SMOU –la misma que el Bicing– para los cobros y reservas, y las áreas de carga y descarga también se gestionan a través de otra app compartida, SPRO. Para el Bicicleta Club de Catalunya (BACC), que ha participado en algunas reuniones preliminares, un servicio metropolitano “permitiría recorridos más largos y conexiones que ahora no existen” con Barcelona. En este sentido, la entidad ciclista justifica su deseo remarcando que en algunas ciudades limítrofes, como Hospitalet o Esplugues de Llobregat, hay “bastante tráfico de bicicletas particulares”.
Tres prioridades: más bicis, más seguridad y más regulación
En conversación con el Tot Barcelona, la directora del BACC, Mònica Enrich, señala tres grandes prioridades que, a priori, son técnicamente más fáciles de abordar que la integración del Bicing en el área metropolitana. Todo pasa, argumenta Enrich, por “potenciar” un servicio que ha ganado cerca de 65.000 usuarios en dos décadas. “El Bicing está muy tensionado: si aumenta el número de abonados pero no incrementamos proporcionalmente el número de bicicletas, habrá mucha gente que queda fuera del circuito”, explica Enrich.
Según los datos oficiales, más de 60.000 personas se desplazan con el Bicing en un día laborable, un tercio más de las que lo utilizaban en el año 2019. Actualmente, hay 7.000 bicicletas y el Ayuntamiento prevé incrementarlas hasta las 8.000 el año que viene. Pero siempre hay un porcentaje de bicis en reparación: 194 de media, según los datos oficiales; más de 200, según las previsiones del BACC. En todo caso, la primera conclusión de Enrich es clara: “Hay que aumentar el número de bicis, es claramente insuficiente”.
El segundo aspecto que las entidades piden aclarar en los pliegos de condiciones de la futura licitación es todo lo que tiene que ver con la seguridad. Los usuarios se han acostumbrado a tomar bicicletas que frenan mal –en algunos casos, ni frenan– o con un asiento que se mueve o con ruedas desinfladas. “Es impensable que las ruedas de un bus no estén en condiciones óptimas; en el Bicing, pasa. En el metro no se mueven los asientos; en el Bicing sí. Es inimaginable que estés esperando una parada y no venga el bus; es lo mismo que pasa cuando esperas tomar una bici y no hay”, se queja Enrich, que pide entender el servicio de bicicletas compartidas como un transporte público más.
“Es una cuestión de inversión, y esto debe estar muy bien detallado en los pliegos de la licitación. Se debe hacer mucho más mantenimiento del que se hace actualmente y mejorar el sistema: tienes que poder informar de alguna manera de lo que falla. En los pliegos debe haber mecanismos de control para que, si la empresa no aplica el mantenimiento correcto, la administración pueda intervenir”, concluye la activista al respecto.
Por último, el otro aspecto que habría que abordar antes de licitar el servicio sería un sistema de autorregulación de las estaciones. En resumen: el Bicing falla más en los barrios del norte de la ciudad y de los extremos, tanto al lado Llobregat como al Besòs. “De momento tenemos apreciaciones, porque no hay datos públicos en la web, y es difícil extraer conclusiones. Pero hacemos estudios in situ en las estaciones y sabemos que las bicis bajan del norte hacia el mar, pero no suben”, resume Enrich. Desde el BACC apuestan por un sistema de incentivos o más camiones para redistribuir mejor las bicicletas por las paradas.
Los usuarios aprueban el servicio
La idea de un Bicing metropolitano lleva años sobre la mesa. El mismo Jordi Hereu, el alcalde que lo impulsó, no ocultaba su deseo de implementarlo a escala metropolitana y las entidades ciclistas han puesto la cuestión en el centro del debate en más de una ocasión. El sistema fue bien recibido desde el principio y no ha dejado de ganar usuarios en Barcelona tras mejorarse técnicamente, especialmente, con el impulso de las bicicletas eléctricas. Actualmente, siete de cada diez trayectos se hacen con eléctricas. El servicio de alquiler de bicis recibe un 6,95 de valoración de los usuarios, según los registros de la última Encuesta de Servicios Municipales, pero un estudio del mismo Bicing de abril de este año también apunta un empeoramiento del servicio. Tal como describe el BACC, los responsables del Bicing también señalan desequilibrios territoriales y de horarios, problemas de disponibilidad y anclaje o déficit de seguridad en algunas ubicaciones.
