El Ayuntamiento de Barcelona se ha fijado un objetivo ambicioso: alcanzar los 400.000 viajeros que entren a Barcelona en autobuses interurbanos. Lo ha dicho la teniente de alcaldía de Urbanismo y Movilidad, Laia Bonet, en un debate sobre movilidad celebrado en la sede de Foment del Treball este lunes por la mañana, en el cual también participó el presidente del Reial Automòbil Club de Catalunya (RACC), Josep Mateu. Actualmente, son unos 200.000 usuarios los que utilizan este transporte público para llegar hasta la capital catalana. La intención municipal es que la cifra se duplique en los próximos años ante el caos de Rodalies.
Según Bonet, el gran reto del futuro en movilidad en Barcelona es «la movilidad de conexión», es decir, la de entrada y salida de la ciudad. Ahora mismo, un 42% de estos desplazamientos se realizan en vehículos privados. Y es una situación que se debe revertir. Y mientras no se solucionen las incidencias casi diarias de Rodalies, los autobuses interurbanos pueden ser la solución. «Es necesario aumentar drásticamente el número de autobuses interurbanos que entran a la ciudad. El problema de Rodalies no estará solucionado en una década. Va a un ritmo de ejecución e información muy preocupante», subrayó Mateu.
El nuevo carril bus de la B-23
Bonet opina que es necesario incrementar la apuesta por el autobús interurbano, con más inversiones, como se ha hecho con la construcción del carril de la B-23, largamente reivindicado, que conecta con los carriles bus de la Diagonal. La teniente de alcaldía ha recordado que la situación de Rodalies se debe a años de desinversión. Ahora se invierte, pero reconoce que aún se tardará en disponer de una red ferroviaria adecuada. «Se debe trabajar en el medio y largo plazo, pero también en el día a día para reducir las incidencias y mejorar la información. Informar a los usuarios es un intangible».

Aparcamientos disuasorios
Por otro lado, tanto el RACC como el Ayuntamiento han defendido la necesidad de construir aparcamientos disuasorios que permitan a la ciudadanía entrar a Barcelona con transporte público. Bonet ha rechazado que estos espacios se instalen a la entrada de la capital catalana y que los financie el consistorio. Para Bonet, estos aparcamientos deben ubicarse cerca de las estaciones de diferentes transportes públicos -autobuses y Rodalies- de municipios metropolitanos, a diferentes distancias de la capital catalana. Allí, los ciudadanos dejarían sus vehículos y entrarían a Barcelona con transporte público, donde podrían enlazar con la red de metro y autobús.
El plan de movilidad urbana entre los años 2025 y 2030 del Ayuntamiento está pensado en clave metropolitana. «No es un plan que solo deba gestionar el Ayuntamiento, sino también otros actores privados y públicos. Afecta la actuación de muchos actores. Muchos son de Barcelona y otros son de fuera. Debemos trabajar juntos», concluyó Bonet.



