Las caras de los socios de la vivienda cooperativa Abril el domingo por la mañana eran de satisfacción. El almuerzo reivindicativo organizado por la misma entidad ha tomado un nuevo talante después de que el Ayuntamiento de Barcelona les haya confirmado que en poco más de dos semanas tendrán el permiso de obra necesario para empezar a construir su edificio. Hacía un año y medio que lo esperaban, dicen los vecinos, que ahora respiren aligerados, sabiendo que, si nada se tuerce, el Pleno del próximo viernes dará luz verde a la construcción y en 15 días podrán poner manos a la obra. La vivienda cooperativa ha llegado para sumar una nueva forma de crear viviendas asequibles. «El edificio Abril es de cada uno de los vecinos que vivirán, nunca será de una empresa privada y nunca nadie podrá especular con él», explica Magalí Sirera, una de las socias de la cooperativa. La dinámica es la siguiente: cada socio ha hecho una aportación inicial para poner en marcha el proyecto, se ha pedido financiación en bancos públicos como el ICO o el ICF, y durante el que resta de estancia tendrán que pagar un alquiler, bastante más bajo del que dicta el mercado, para superar la hipoteca conjunta y los gastos de la comunidad.

La felicidad actual al proyecto Abril contrasta con un camino largo y espinoso, con reproches cruzados con el Ayuntamiento y acusaciones al nuevo ejecutivo socialista de poner palos a las ruedas. No es el único caso de características similares. Albert València es técnico de Acompañamiento a Proyectos de la Fundación Dinamo, que asesora estas construcciones, y enumera media decena de construcciones que también están paradas por desavenencias con el Ayuntamiento: el proyecto Sostrac, que prevé levantar 38 viviendas en la Bordeta, está parado desde 2020 porque el consistorio, dice Albert, cedió un conjunto de solares «que todavía no tenían la reparcelación acabada». Una situación similar a la del proyecto Empriu, que este año ha resuelto los problemas burocráticos que arrastraba desde 2021. «Cuando la administración hace una transformación urbanística salen nuevas parcelas. En estos casos, el Ayuntamiento todavía no había formalizado las nuevas parcelas y aun así las cedió», critica el técnico. Un problema, insiste el urbanista, porque sin la reparcelación adecuada los Registros de la Propiedad «te ponen problemas».


Otros proyectos acompañados por esta entidad, como el Ruderal, en el barrio de Vallcarca, o la Regadora, de Sant Andreu –59 viviendas entre los dos– también han tenido problemas burocráticos. Todo ello podría poner en riesgo las construcciones, según apuntan los técnicos de la Dinamo. A pesar de entender los trámites y las diferentes fases burocráticas, Albert recuerda que muchas de estas construcciones han conseguido financiación europea, vía Fondos Next Generation, y que tienen que acabar las obras en junio de 2026 si quieren cobrar la ayuda. «O empezamos en septiembre o no llegaremos a tiempo, porque generalmente las obras duran entre 20 y 22 meses. Y la UE ha dicho que no piensa alargar plazos», detalla el técnico asesor. Según los datos del Observatorio de la Vivienda Cooperativa, en estos momentos hay 20 proyectos en marcha en la ciudad de Barcelona, de los cuales solamente 7 están acabados y un más en construcción. Los 12 restantes tienen el presupuesto necesario, pero están a la espera de concluir las gestiones previas.

Las dudas del PSC

La sensación entre las cooperativas es que el nuevo ejecutivo liderado por Jaume Collboni no confía en ellas. «El Ayuntamiento nos dice que somos lentos, pero nos dan los solares más problemáticos, con problemas de gestión urbanística; con las licencias nos hacen la pascua durante muchos meses… La parte que nos toca a nosotros la cumplimos y la cumplimos a tiempo. Si no hacemos más, es porque el Ayuntamiento no nos cede solares», critica Albert València. El urbanista insiste que la vivienda cooperativa va al alza y que «habría gente de sobra» para crear en Barcelona cooperativas nuevas «cada semana».

Otra voz importante del sector, la asociación Sostre Cívic, también reconoce que el nuevo gobierno «no está priorizando» la vivienda cooperativa. «Nos llegan dudas del PSC, que creen que nosotros somos más lentos que otras promociones. Pero no es verdad. Hemos demostrado, con números, que no lo somos más que las promociones privadas o públicas», dicen fuentes de la entidad a preguntas de este diario. Menos tajantes que las otras asociaciones, desde Sostre Cívic prefieren esperar para formalizar una crítica explícita a la política de vivienda de Collboni, a pesar de asegurar que el nuevo gobierno genera la sensación de que «no tiene claro» como encarar el problema. «Lo que sí que es cierto es que todo va más lento, en parte, porque Vivienda ya no es una concejalía sino un comisionado. Ha bajado de rango», matizan desde la asociación, que recuerdan que los socialistas firmaron el convenio ESAL, que regula la cesión de solares a las cooperativas de vivienda. «Nosotros exigimos que no dé marcha atrás. Lo aprobaron estando en el gobierno y es un convenio vigente», remarcan.

El edificio de cohabitatges de La Balma, de cinco plantas, construido el 2021 en un solar municipal por la cooperativa Techo Cívico, es un ejemplo de éxito / Ayuntamiento

El Ayuntamiento defiende el convenio

El convenio del Ayuntamiento con entidades sin ánimo de lucro (ESAL) recoge una primera fase «de asignación de suelos y fincas» con un sastre edificable de 35.148,28 m², sobre los cuales se prevé la «construcción y rehabilitación aproximada» de 419 viviendas. Ahora bien, lo que piden las entidades es que el Ayuntamiento implemente la segunda parte del convenio, que prevé «la construcción y rehabilitación estimada de 1.000 viviendas en diez años, en una proporción estimada de un 60% destinado al alquiler y un 40% al covivienda». Desde el sector lamentan que el ejecutivo todavía no haya incorporado ningún solar nuevo al convenio durante el presente mandato.

Las entidades defienden que son igual de ràpdies que otras promociones | Jordi Play

Fuentes municipales responden al TOR Barcelona que el convenio «es vigente» y que el gobierno actual tiene el compromiso «de ejecutarlo completamente». Desde el Comisionado de Vivienda defienden que «se han iniciado los trámites» para incorporar solares «para cien viviendas más». Respecto a los proyectos en marcha –incluye 16 suelos asignados a entidades, que hacen 600 viviendas–, el consistorio detalla que 4 promociones ya tienen la licencia concedida, 2 más se los ha asignado el derecho a superficie, y que las 10 restantes están pendientes de algún trámite; de estas diez, hay 7 que están a la espera que el Plenario de Barcelona apruebe el trámite.

Estas mismas fuentes reconocen que hay solares disponibles en Barcelona, pero que antes de cederlos se tienen que adecuar, y recuerdan que el convenio ESAL es solo una de las tres estrategias que tiene en marcha el ejecutivo de Jaume Collboni para crear vivienda en Barcelona. También recuerdan que el Ayuntamiento está comprometido con la promoción directa del Instituto Municipal de la Vivienda y que ha llegado a un acuerdo con la Generalitat para que el Incasòl construya en suelo cedido por el Ayuntamiento. Un acuerdo, eso sí, que sin presupuestos en el otro lado de Sant Jaume queda en papel mojado.

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