Un cartel colgado del mostrador del servicio de Aerobús evidenciaba que este lunes no era una jornada normal en la terminal de buses del aeropuerto del Prat. «Hay huelga de bus, estamos en servicios mínimos«, se apresuraba a decir una de las operadoras a todas las personas que al mediodía se acercaban a la parada para adquirir su billete en dirección a Barcelona. La respuesta generaba desconcierto entre los usuarios afectados, mayoritariamente turistas, que buscaban en sus móviles alternativas para llegar hasta el centro de la ciudad. Otros optaban por esperar la llegada del siguiente vehículo operativo, que hoy funcionaba con una frecuencia de 40 minutos en vez de entre 10 y 5 minutos habituales y que solo llegaba hasta la plaza de España y no hasta la plaza de Cataluña como el resto de días. Mientras se formaban colas importantes en la parada del aeródromo barcelonés, algunos pasajeros debatían sobre las demandas del sector -que solicita una jubilación anticipada a 60 años por el riesgo que los sindicatos han detectado que supone tanto para los conductores como los usuarios- con los operarios que estaban cumpliendo con estos servicios mínimos decretados. «Parece que hoy solo trabajo yo», aseguraba bromeando otro de los empleados del servicio.
La situación vivida en el aeropuerto del Prat con largas colas y desconcierto entre los usuarios se ha repetido durante la jornada lluviosa de este lunes en varios puntos tanto del territorio catalán como del resto del Estado. Según los datos preliminares, la huelga del sector del transporte de pasajeros por carretera convocada por CCOO y UGT ha tenido un seguimiento del 90% en la demarcación barcelonesa, manteniendo en todo momento estos servicios mínimos del 40% en hora punta y del 20% en los servicios del resto del día decretados por el Departamento de Empresa y Trabajo de la Generalitat. «Ha sido un éxito rotundo. Hemos dado un golpe sobre la mesa y parece que los trabajadores están dispuestos a llegar hasta el final», señala en declaraciones a TOT Barcelona Luis Mojal, responsable del sector del transporte por carretera de CCOO Catalunya. Esta primera jornada de huelga para exigir la prejubilación de los conductores -una medida que afecta tanto a los autobuses urbanos operados por Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) como a los interurbanos operados por otras empresas como Moventis- es solo el inicio de un calendario de movilizaciones que prevé hasta seis paros generales durante los próximos dos meses y que podría desembocar en una huelga indefinida si no se llega a un acuerdo antes del 23 de diciembre.

Los frutos de una década de estancamiento
El pulso entre trabajadores y administración se remonta hasta 2011, cuando se trasladó una primera petición a la Seguridad Social para conseguir esta jubilación anticipada. Esta demanda se basaba en consensuar unos coeficientes reductores que contemplaran la peligrosidad y penosidad de la profesión, unos supuestos que permitirían que, como ya sucede con los maquinistas, pilotos de avión o agentes de la autoridad, los conductores de bus se pudieran retirar unos años antes sin que eso suponga una penalización a la hora de acceder a las pensiones. La propuesta quedó entonces estancada y la mesa de diálogo entre sindicatos y patronales no ha logrado en más de una década reactivar la situación. Con este escenario de bloqueo, el sector decidió hace unas semanas tomar cartas en el asunto y convocar nuevas movilizaciones en todo el Estado de la mano de los dos sindicatos mayoritarios y con el apoyo, entre otros, del Comité de Empresa de TMB.
Las jornadas de huelga iniciadas este lunes en Barcelona, Tarragona, Lleida y Girona debían ser compartidas con el sector de los transportes de mercancías, pero un acuerdo in extremis entre representantes de los trabajadores y la patronal para aplicar estos coeficientes, logró desconvocar la protesta. De hecho, la intención de los conductores de transportes de viajeros por carretera era la de poder también evitar esta movilización y hasta la tarde de este domingo hubo conversaciones en este sentido. «Reafirmamos nuestro compromiso con la negociación hasta el último momento y con la búsqueda de acuerdos que acerquen posturas. A pesar de los esfuerzos realizados, no fue posible alcanzar un acuerdo en esta ocasión», lamenta Miguel Ángel Arias, secretario de organización de la sección sindical de bus de la UGT en TMB. Así pues, a primera hora de esta mañana arrancaba la jornada de huelga con servicios mínimos y, hacia las diez, cerca de 5.000 conductores iniciaban una marcha pasada por agua desde la plaza de Ildefons Cerdà por la Gran Vía de las Cortes Catalanas que culminaba unas horas después en la sede de Foment del Treball, en la Via Laietana.

Valorar el «desgaste»
La demostración de fuerza de este lunes ha sido solo un aviso para navegantes. Si las negociaciones entre sindicatos y patronales siguen bloqueadas, el escenario promete empeorar a medida que se acerque este 23 de diciembre, la fecha límite que los trabajadores se han marcado antes de convocar una huelga indefinida. De momento, ya hay programados tres días de paros para noviembre -los días 11, 18 y 29– y tres días más para diciembre –5, 9 y 23– que amenazan con llegar a las fiestas de Navidad con una movilidad de mínimos tanto en la capital catalana como en el resto del territorio catalán. «Arrastramos este problema desde 2011… Han tenido tiempo de sobra para ponerle remedio. No entendemos por qué hay tantas reticencias al acuerdo, pero nuestra intención es que llegue lo antes posible«, remarca Jesús Linares, secretario de Acción Sindical del Sindicato Independiente de Transportes (SIT) y presidente del Comité de Empresa Transports Metropolitans de Barcelona (TMB).
La previsión es que antes del día 5 de noviembre tenga lugar un encuentro entre representantes de los trabajadores y de las patronales para abordar la problemática. En esta reunión se volverán a calibrar las posiciones y se intentará conseguir los apoyos necesarios para impulsar los informes técnicos contrastados que permitirían establecer las condiciones de acceso a los coeficientes reductores, un requisito indispensable para poder llevar adelante esta prejubilación a 60 años en vez de los 67 que marca la normativa. «Somos optimistas, pero no depende de nosotros. Hay suficiente tiempo para poder llegar a un acuerdo si hay voluntad«, apunta Mojal.

El responsable del sector del transporte por carretera de CCOO Catalunya insiste en que las movilizaciones iniciadas este lunes son la consecuencia de una situación que hace demasiado tiempo que está estancada y lamenta que indicadores como el repunte en la siniestralidad hagan evidente que cada vez es más necesaria esta jubilación anticipada. «La medida es importante porque constata que los trabajadores de nuestro sector sufren un desgaste que les va afectando la salud. Tenemos un alto absentismo laboral, hemos detectado casos de ictus […] Todo es fruto del estrés que arrastramos del día a día y de unas jornadas y horarios que tampoco acompañan. Es verdad que la prejubilación tiene un coste para las empresas, pero no nos están regalando nada«, concluye.