Cuando Lunes de Pascua se levantaba la persiana al número 7 de la calle Ferran después de dos años con el local cerrado, saltaban las alarmas entre los comerciantes. Tal como avanzaba lo TODO Barcelona, abría un nuevo negocio donde históricamente había habido la Farmacia de la Estrella desde 1840. De farmacia histórica a negocio básicamente para turistas, en pleno coro del barrio Gótico. En escaparate, cremas solares y sobre todo, productos derivados del cannabis y cigarrillo electrónico.
Poco después de que este diario avanzara la reapertura del local, la asociación Barna Centre reaccionaba alertando de la transformación que está sufriendo el comercio tradicional, “un problema de ciudad”. Y el Ayuntamiento acabó comunicando a los inquilinos que no podían abrir hasta que no tuvieran unos permisos. Pero este jueves ya han podido reabrir. «Teníamos todos los permisos, pero el Ayuntamiento, erróneamente, nos dijo que no habíamos pagado una tasa que sí estaba pagada, y ya está resuelto, lo tenemos todo en orden. Hemos tenido que cerrar durante una semana», han explicado al TOT los chicos que regentan el negocio.
Un local histórico
Es el local más antiguo de la calle de Ferran, la farmacia de la Estrella. Sus propietarios querían cobrar un alquiler demasiado alto, y rechazaron la oferta de 8.000 euros mensuales e incluso comprar el local. El resultado, un local con los elementos catalogados como patrimonio arquitectónico de la ciudad cerrado y en estado de degradación, como otros locales de esta calle que antiguamente había sido la milla de oro de la Barcelona de finales del siglo XIX.
Con el nuevo negocio, la fachada de la farmacia se mantendrá cuidada, pero los clientes ya no serán los vecinos de toda la vida. El elemento más destacado del local es la fachada: un cajón de madera con dos marquesinas a ambos lados que hacen de escaparates y que abraza hasta el piso superior. Los letreros situados al dintel son de diferentes épocas que van desde finales del siglo XIX hasta muy entrado el siglo XX. En el interior, destacan el azulejo, los estantes y el techo, que son de origen o incorporados durante la etapa primigenia de la farmacia. Un patrimonio que está protegido, pero que hasta ahora, durante dos años que el local ha permanecido cerrado, estaban en un estado de dejadez importante.
