Los restauradores están en pie de guerra por la propuesta de la Sindicatura de Greuges de Barcelona de eliminar las estufas eléctricas de las terrazas de la ciudad. En el Gremio de Restauración están muy enfadados con el síndic, David Bondia, por la resolución del organismo que anima al Ayuntamiento a prohibir las estufas eléctricas. “Está fuera de lugar”, lamentan desde el gremio, que recuerdan al síndic que su función es “supervisar las actividades de la administración municipal” e “investigar” las quejas de la ciudadanía por los “excesos” que pueda cometer el consistorio. “El síndic de greuges no está llamado a participar del debate político como lo hacen, por ejemplo, los grupos municipales”, reprochan desde el gremio.
En su resolución, la Sindicatura de Greuges celebra que el Ayuntamiento haya prohibido las estufas de gas en las terrazas de los bares y los restaurantes de la ciudad, pero reclama ir “más allá” y también poner límites a las estufas eléctricas, tal como pide la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB). “Las estufas eléctricas, ahora permitidas, tienen un impacto final en emisiones globales superior al de butano o propano”, advierte el síndic. El Gremio de Restauración también recuerda al síndic que “no constituye una instancia pseudo-política o pseudo-judicial donde la ciudadanía pueda hacer valer las demandas que el plenario municipal haya rechazado”.

Las estufas eléctricas, con limitaciones
El plenario municipal aprobó en el año 2018, después de mucha polémica y unas negociaciones larguísimas, una reforma de la ordenanza de terrazas que ratificaba el uso de las estufas en las terrazas, pero fijaba el 1 de enero del 2025 como fecha límite para dejar de usar las de gas y pasarse a las eléctricas. La normativa establece que las estufas eléctricas se pueden instalar en las terrazas entre el 1 de noviembre y el 30 de abril y deben tener como máximo una potencia de 150 W/m². A pesar de los siete años de margen, la prohibición tomó por sorpresa a muchos restauradores.
“En nuestro caso reparamos todas las estufas de combustión de gas que teníamos y ahora vemos que nos lo podríamos haber ahorrado”, explicaba a principios de año un restaurador de Rambla Catalunya. Las estufas eléctricas pueden costar 300 euros, según advertía, y pueden disparar la factura de la luz. “No solo estamos hablando de la compra de estufas nuevas, sino también de pagar más luz de la que ya pagamos”. Otros restaurantes, en cambio, han preferido saltarse la normativa a pesar de saber que estaba en vigor. Entre enero y abril, el Ayuntamiento de Barcelona ha llevado a cabo 634 inspecciones y ha abierto 47 expedientes sancionadores por el uso de estufas de butano.