El paseo de Joan de Borbó es la frontera entre las dos Barcelonetas. Esta avenida traza una línea perfecta entre las dos realidades que conviven en el barrio marinero de la capital catalana. En el exterior, sangrías, paellas y letreros de neón que actúan como señuelo para atraer a los turistas que pasean de arriba a abajo. En el interior, vertebrados en torno a la plaza de la Barceloneta, un entramado de calles donde aún se pueden encontrar ropas tendidas en las ventanas y balcones, pero donde cada vez quedan menos de los vecinos de toda la vida, un efecto colateral de la gentrificación de la zona. Este es el escenario en el que ha tenido lugar la 37ª edición de la Copa América de Vela, un evento que prometía dejar un poso en forma de mejoras para el barrio y gran afluencia de público, pero que hasta su última semana prácticamente había pasado de puntillas por el frente litoral barcelonés.
La Plataforma No a la Copa América ha sido la principal voz opositora a la celebración de la cita deportiva. Su lectura crítica de una competición focalizada en un público de lujo ha ido ganando impulso a medida que las copiosas previsiones de afluencia e impacto económico se diluían. Las investigaciones periodísticas que apuntan a la inflación de los datos pronosticados y los beneficios fiscales que se han ido revelando con cuentagotas han acabado por espolear una cruzada que espera culminar con el caso en manos tanto de la Sindicatura de Cuentas, a quien piden que audite la inversión pública en el evento, como de la Oficina Antifraude, en un intento de arrojar luz sobre unos datos aún desconocidos por el bloqueo de los contratos entre administraciones y organizadores. Para hablar del antes y el después de la Copa América, nos citamos con Esther Jorquera, vecina de la Barceloneta de toda la vida y una de las portavoces de la plataforma.

¿Ha sido la Copa América todo lo que temíais?
En un inicio no. Que malgastarían el dinero público lo sabíamos desde el primer momento en que se anunció el evento. Los eventos de esta magnitud son un lavado de cara para las administraciones, pero realmente en el barrio no conllevan ninguna mejora. ¡Al contrario! Sí que es cierto que la masa de gente que iba a venir, no ha venido. Y de eso me alegro muchísimo, sinceramente. No dieron datos reales en cuanto a audiencia. Pero, por lo demás, todo lo negativo ha llegado: un desfalco total de dinero, de espacio público.
No nos ha sorprendido que hayan mentido con la audiencia o las visitas, porque mienten a menudo, si bien esperaba que parte fuera verdad: más gente, trabajo para las personas de la ciudad, todo estallará en el litoral… La situación hubiera sido compleja. Pero finalmente ha sido un fracaso absoluto, y espero que esto sirva para que se lo piensen en adelante.
¿No ha habido efectos, entonces, sobre la vida en el barrio? No ha habido masificación, pero tampoco la dinamización económica del barrio que se prometía.
Se ha creado un monocultivo de turismo en la ciudad. El modelo de Barcelona está obsoleto, no es práctico ni para los vecinos, ni para la gente que tiene un negocio. Concretamente, aquí muchos restauradores han hecho inversiones: han contratado gente, han comprado toldos nuevos… Todo porque venía la Copa América. Y se han encontrado que sus expectativas no se han cumplido. Han notado una pérdida de dinero importante. Toda la gente que en teoría tenía que venir a gastar, se ha quedado en las fanzones todo el tiempo. Lo que buscan es lujo; porque son gente de alto poder adquisitivo. El bar de aquí no es lo que buscan.
Ahora quieren destacar las «buenas cosas» que ha traído la Copa América: la Mercè, la Regata Cultural… Todo, ahora resulta que mejora con la Copa América. Y eso no es cierto: Barcelona ya tenía cultura popular, tenía conciertos; todo eso, ya estaba. Están vendiendo la moto una vez más. Quien tenga un bar o un restaurante en la Barceloneta te puede constatar que todo lo que dijeron era mentira. Y, evidentemente, las tiendas de proximidad -mercerías, puestos de ropa del mercado- les va la gente de siempre. Es muy fácil vender este discurso: que traerá trabajo, traerá dinero, bla, bla, bla… Y después la realidad es otra. Entonces tienen que cambiar el discurso. O, aún mejor, que cambien el modelo de ciudad. Que acabaremos mucho antes.
Uno de los daños colaterales que más ha notado la Barceloneta ha sido el impacto sobre la Fiesta Mayor.
Para nosotros, la fiesta mayor es muy importante. De dos semanas que siempre ha durado, ha estado cinco días. La comisión de fiestas ha tenido que hacer malabares para poder recolocarlo todo. Los niños se han quedado sin feria. Toda la vida comunitaria de la fiesta, se ha perdido: ¡realmente la gente sale muchísimo a la calle en esos días! Pues este año, un fiasco. Incluso pienso que este consistorio está en contra de la fiesta mayor. No de aquí, de cualquiera. El alcalde hacía unas declaraciones hace tiempo diciendo que la fiesta mayor promueve la venta y el consumo de alcohol. ¿Y qué pasa, que el turismo no? ¿La publicidad no promueve el alcohol? Siempre la culpa es de las clases populares, de la gente que vive aquí.
El barrio esperaba que la Copa América acelerara una serie de inversiones pendientes, como la de la cooperativa Siglo XXI. ¿Han llegado?
Ha llegado el paseo Joan de Borbó, que hicieron obras a toda prisa con el carril bici para que quedara todo bien curioso. Dentro del barrio, han asfaltado algunos puntos y han inaugurado el parque infantil de la catalana. Pero todas estas inversiones ya se tenían que arreglar antes. Y nos dicen que tenemos que dar gracias, porque las ha acelerado. Pero la cooperativa aún está allí. Aceras, más historias… No lo han hecho. Y yo creo que estarán unos cuantos años más. Y la Copa América ya se va.
¿No ha habido el «legado de la Copa América» que celebra Collboni?
¿El legado es acelerar unas obras? Las cosas que han hecho las podemos relacionar con la Copa América, sí. Pero no en positivo: todo eso ya lo hemos pagado. La sensación que nos queda es que se han dado prisa para que venga esta gente a disfrutarlo, no para nosotros. Es lo que pasa constantemente: las cosas, para el turista, no para el ciudadano. Y nosotros deberíamos estar en el foco, el resto es complementario.
Vuestra visión, sin embargo, no coincide con la del consistorio. El alcalde decía hace poco que la Copa América había sido un «gran éxito internacional».
Lo que hacen es pintarlo bonito. Disfrazarlo. «Mira cómo nos hemos sentado, cómo hemos podido hablar». Claro, se han embolsado mucho dinero. ¡Cómo no van a hablar!
Tampoco estáis de acuerdo con los 1,6 millones de visitantes que celebra el gobierno municipal.
¡Hombre! Si me cuentas a mí cada vez que voy a la piscina, ¡claro que irá un millón y medio de personas! En la plaza del Mar, por narices tienes que pasar por el arco. Igual que pasa en el Port Vell, o en el Bogatell. Aunque vayas a comprar el pan, te contabilizan no solo como persona que pasa; como persona interesada. Esta es otra mentira. No ha venido un millón y medio de personas. Aquí en el barrio, la sensación de que había gente no ha empezado hasta el jueves pasado.
¿Cómo se han vivido estas últimas jornadas?
Solo queríamos que su fiesta acabara de una maldita vez. Ha sido insoportable ver los yates de lujo cada vez que vas a trabajar. El otro día, en la manifestación, la gente de pasta se reía de nosotros. Este es el talante. Yo veo la Copa América como un acto colonial absoluto: iré a verte a tu país, pero eres mi sirviente. Están en otra órbita, viven en otra realidad. Una realidad que, ni coincide con la de los vecinos, ni necesitamos aquí.
¿Cómo percibís el trato económico hacia las empresas participantes? Por ejemplo, las exenciones fiscales. ¿No deja algún beneficio a la ciudad, este aumento de actividad?
Hombre, no encuentro ninguno. Nosotros nos matamos a trabajar cada día, y tenemos que pagar un IRPF porque, si no, Hacienda te da un palo. Y resulta que esta gente, con el beneplácito del Estado español, hace lo que le da la gana. Esta Copa América es una excusa para que haya un expolio de dinero público. Y así pienso yo, la Plataforma, y creo que muchos vecinos.
¿Por parte de quién?
De las grandes empresas, a través de las administraciones. Como vivimos en un país en el que, desgraciadamente, es normal gastar dinero público para las empresas privadas… Si quieres hacer tu competición aquí, hazla, pero paga. ¿Por qué estas exenciones fiscales? Después Louis Vuitton hace lo que le da la gana con el Parc Güell. ¿Por qué? Pues porque acaban haciéndose dueños de nuestra ciudad. Y de ahí las denuncias a Antifraude, de ahí la incidencia en los políticos para que vayan a la Sindicatura de Cuentas.
¿Cómo ha evolucionado el sentimiento del mundo político ante la realidad de la Copa América? ¿Ha cambiado la idea que tienen sobre la Copa?
Ellos nunca nos darán la razón, siempre quieren salvarse las espaldas. La señora Ada Colau decía que había sido todo un error. Pero un error de millones de euros no es un error: es una metedura de pata. Y lo tiene que asumir, asumir las responsabilidades que toquen. Hay gente de su partido político que vino a la manifestación, pero su representante salió en la foto. Y para mí es exactamente lo mismo. Siguen estando ahí, y es una cuestión de principios. Si de verdad no te gusta lo que están haciendo, márchate.
En el último consejo de barrio, fuimos las vecinas a increpar al señor Albert Batlle por habernos traído todo esto. Él solo quería hablar del plan de movilidad, que la gente del barrio podía entrar con acreditaciones. Y, al final, eso no ha servido para nada. Se gastaron un montón de dinero en el proyecto, y no ha servido para nada. Le decíamos que no han contado con el vecindario, y literalmente nos respondió que son los representantes de los vecinos y las vecinas, y que todos los partidos del consistorio han votado a favor. El único partido que ha estado siempre en contra, no está en el Ayuntamiento. Pero, seguramente, gente que le ha votado a él, o a otros partidos, no están de acuerdo.

¿Habéis echado en falta un posicionamiento más claro de los partidos?
Quizás de los Comunes sí. No nos sirve que digan que ha sido un error.
¿No compráis su relato?
Venimos de precedentes de Valencia, de Auckland y de otros eventos de aquí como el Fórum de las Culturas… Tienes un precedente histórico. ¿Cómo es posible que tú, que en teoría velas por la vivienda, por una vida digna, etcétera, aceptes un evento que es solo para ricos? Esto no encaja con tu partido y tu moral. ¿Es un error? Yo no me lo trago.
Defendéis que la Copa América pasará factura a las formaciones políticas.
Creo que sí. La gente estaba conforme al principio viendo las cifras positivas que daba el Ayuntamiento en cuanto a audiencia o repercusión económica, pero, a medida que ha pasado el tiempo, han visto que no se ha notado nada y que encima te han quitado una feria o una fiesta mayor… Todo esto ha ido calando entre los vecinos.
Especialmente entre los de la Barceloneta.
Nosotros siempre recordamos que el Hotel Vela también nos tenía que traer trabajo y aquí no trajo para nadie. No es solo la Copa América. Aquí antes ya había habido muchos desahucios, por ejemplo. Los vecinos no estamos en el centro de las políticas. La confianza en los representantes es nula o casi nula. Y cuando te traen una farsa como esta, la brecha aún se hace más grande.

Habláis de la Copa América como símbolo de muchas de las carencias de la ciudad. Esta intersección, sin embargo, no se está consiguiendo trasladar a la población.
Es un mal general de los movimientos sociales. Nos cuesta muchísimo llegar. Solo tenemos las redes y el boca a boca, pero competimos contra gente que tiene una publicidad y unos profesionales capaces de convencerte de todo. Yo puedo hablar con mucha gente que pueden estar de acuerdo conmigo, pero, a la hora de movilizarse, no lo hacen.
Parece que cuesta mucho atraer sectores no politizados previamente.
Exacto, muchísimo. La gente ya tiene suficientes problemas. Yo los entiendo, también me quedaría en casa, pero no lo hago porque soy incapaz de soportarlo. Hay gente que mentalmente no tiene ganas o, directamente, no puede.
¿Estáis satisfechos con la asistencia a la manifestación del día 13?
Estábamos alucinados. Han sido meses de preparación y hay personas que se han dejado la piel para conseguirlo. Es verdad que podíamos haber sido muchas más, pero es un apoyo que nos da esperanza a los movimientos sociales que queremos un cambio de modelo de ciudad.
El movimiento antituristización de Barcelona no ha conseguido reunir las grandes masas que sí han salido en Baleares, Canarias o Málaga. ¿Por qué?
No sé qué le pasa a Barcelona que está tan dormida. Siempre ha sido una ciudad con un alto grado de movilización. Internamente, en barrios populares como el Raval, el Gótico o la misma Barceloneta, sí que hay muchísima lucha, pero a la hora de hacer una manifestación de esta envergadura nos falta gente.
¿La movilización conseguida se puede canalizar de alguna manera?
El horizonte debe ser el cambio de modelo de ciudad y creo que todas las entidades están a favor. Al final, es una cuestión de desgaste. No puede ser que haya 50 tiendas de souvenirs. Se están perdiendo todos los comercios de proximidad. Y me parece genial que la gente que trabaja venga de fuera a la ciudad; sino por los de arriba. Degradan el barrio, la gente se va, y después se lo pueden quedar. Y, entonces, ya pueden hacer lo que les dé la gana -que es ofrecerlo a la gente de dinero-.
El Park Güell, la exhibición de Fórmula 1, el desfile de Louis Vuitton… ¿Está acelerando el modelo de ciudad que denunciáis?
No es que nos encaminemos, ya estamos. Nos han metido con calzador. Necesitamos revertirlo, no podemos aguantar más. Yo con 20 años vivía sola, y ahora con 37, no podría. ¡Es una regresión absoluta! Una incertidumbre total. El paseo de Gràcia siempre ha sido una calle elitista, pero la Barceloneta no lo ha sido nunca. Y ahora tienes lujo por todas partes. En el Gótico, en Gracia… Cuando cambian la panadería por un brunch, sabes que estás acabado.
Para combatirlo y exigir transparencia ya habéis recurrido a la Sindicatura de Cuentas y a la Oficina Antifraude. ¿Sois optimistas respecto al consenso político?
Confío en que se quieran lavar la cara y nos digan «auditad lo que os dé la gana, que ya veréis». Eso sería lo ideal. Por la ronda de encuentros con los partidos, entiendo que cuando toque votar dirán que sí, pero confío tan poco en los políticos que no lo sé.
¿Incluso el PSC?
El presidente Salvador Illa dijo recientemente que a su parecer la Copa América había sido buena, pero no habló en ningún momento de números… Así que tengo la esperanza de que digan que sí.
Entonces los Comunes…
Siempre han sido más cercanos. No pondré la mano en el fuego por nadie, pero, después de lo que dijo Ada Colau, entiendo que votarán que sí.
Imaginemos que las vías siguen adelante. ¿Servirá para algo?
Para que no hagan con nuestro dinero lo que quieran. ¿Qué es eso de gastarlo con gente que tiene mucho dinero y que viene aquí a hacer su negocio? Aquí hay otras necesidades: tenemos más de mil personas viviendo en la calle, casos de desahucios diarios, una sanidad pública que se está yendo al traste, una educación cada vez más precaria… Encima, si hubiera habido un retorno económico, no habrían devuelto el dinero, se lo habrían quedado. Tenemos tantas cosas que arreglar en estos momentos, pero nosotros somos los tontos que pagamos.

Si se confirma que ha habido negligencia con las previsiones infladas, ¿hay planes para continuar con esto o elevarlo?
Lo más importante ahora es que Antifraude y la Sindicatura nos acepten la propuesta. Nosotros lucharemos hasta el final para que todo se aclare y después ya tomaremos decisiones. Lo que queremos es responsabilidades políticas en el caso de que se encuentre una irregularidad y llegaremos donde sea necesario para denunciar toda esta farsa.
Estas últimas semanas ha comenzado a planear la posibilidad de una segunda edición de la Copa América en Barcelona.
No sé si Grant Dalton (CEO Copa América) pide mucho dinero, pero si gana Nueva Zelanda… Nosotros lucharemos para que no se haga. Lo que queremos es que no se vuelva a repetir, ni aquí ni en ningún lugar. Por eso no nos podemos disolver como plataforma.
En caso de que se confirme la revancha, ¿hay un plan de contingencia?
La primera vez nos pilló en bragas. Era todo secreto, había cláusulas de confidencialidad… Hasta el año pasado no nos enteramos de lo cierto, el resto eran rumores. Después supimos que en 2022 ya se había declarado como evento de interés nacional. Ahora, ya no nos pillarán con las bragas bajadas.
¿Será más fácil organizaros en caso de que haya un retorno?
Sabremos mucho más y también cómo afrontar las cosas. Los seguiremos, lo investigaremos y acabaremos sabiendo qué pasa. No puede ser que nos traten de idiotas.
¿El movimiento puede sobrevivir más allá de la Copa América?
Si el modelo de ciudad continúa así, sí. Porque es injusto en muchos sentidos. En nada hay la manifestación por los alquileres y nosotros iremos. Todos son problemas que van ligados de la mano. Es difícil calar en la sociedad, pero creo que cada vez crece más la oposición hacia todo lo que no sea en pro de la ciudadanía.