En la Gran Vía, con la mayoría de locales a oscuras, tres tiendas resisten. Se les fue la luz, pero volvió poco después para sorpresa de todos los transeúntes. Lucía, en la puerta, sorprendida, con bolsas en la mano, sin detenerse y mirando su reloj, afirma equivocada: “Mira, seis horas después ha vuelto”. Pero no, la luz solo había vuelto en momentos muy puntuales de la ciudad, generando imágenes que recuerdan al inicio de la pandemia de la Covid-19. “Yo estaba en el Mercadona cuando se fue la luz. Parece que tienen unos generadores que mantienen los frigoríficos unas horas y la gente comenzó a llegar en masa y los dependientes corrieron a organizar las entradas”, comenta esta puertorriqueña que vive cerca de la Gran Vía. “Se va la luz y nos volvemos todos locos, la pura realidad”, concluye.
El Tot Barcelona conversa con Lucía a las afueras de una tienda de muebles, la Tenuee, felizmente iluminada. “Nos ha vuelto cerca de las cinco de la tarde, por sorpresa. Somos nosotros y las dos tiendas de al lado y ahora solo nos entra gente para preguntar si ha vuelto la luz”, explica David, el encargado. Vive en Terrassa y el objetivo es entender qué pasa en los Ferrocarriles de la Generalitat, detenidos por la caída eléctrica. “No entra nadie, ni tampoco entrarán por la tarde. Hoy no ha quedado un buen ambiente para venir a comprar a esta tienda”, admite sin resignación. El apagón de este lunes les trastoca la planificación de toda la semana. Están pendientes de contactar con las oficinas centrales, que están en Vic, para reorganizar una serie de pedidos que debían salir el lunes y no han podido salir. “Todo el sistema está colapsado”.

Al lado hay una tienda La Mallorquina, de cosas para el hogar. La situación es bastante similar: con la tienda vacía y habiendo asumido que quien entra no es para comprar. En la media hora que habían recuperado la luz solo han entrado dos personas, cuando normalmente entran decenas, explican las dos tenderas al TOT. Es la imagen que reina en la Gran Vía, de gente dispersa que va de un lado a otro, algunos tratando de encontrar cobertura en unos móviles que no dan señales de vida. El alcalde Jaume Collboni informará poco después que ha movilizado todos los recursos y que ha habilitado un mínimo de tres polideportivos por si alguien tiene que pasar la noche en Barcelona, pero los transeúntes seguramente no lo habrán recibido.
Algunos comercios pequeños perderán miles de euros
Solo hay una opción de hacerlo, con un transistor antiguo. Muchos años cerrados en tiendas casi de coleccionistas y hoy líderes del mercado, con precios de récord. Juli y Begonya, propietarios de un bar en la esquina, son de los que siguen la actualidad con un transistor. Éstos sí, resignados. “Le está pasando a todo el mundo, pero fastidia igualmente”, dice Juli, sentado en un taburete, en el único comentario que hace. Begonya sale a fumar y se explica más. Este lunes habrán perdido unos 2.000 euros «solo en pedidos», calcula, y teme que la factura suba si el producto del congelador se echa a perder. “Estamos sufriendo, nos dura 24 horas sin enchufar, y no saben cuánto durará el apagón. Dicen que Sevilla y Bilbao ya vuelven a tener luz, pero no sabemos qué pasará aquí”, comenta la camarera, también propietaria del local. Tienen la persiana medio bajada y las puertas medio abiertas. Todo a oscuras, sin poder encender la cafetera ni sin poder cobrar tarjetas. Los últimos en marcharse han pagado en efectivo, “rebuscando en todos los bolsillos”, y ya no ha vuelto a entrar nadie más.

Y así con tantos pequeños negocios que hay por Gràcia, el Guinardó, el Camp de l’Arpa del Clot. Prácticamente toda la ciudad. En un Frankfurt de la calle Córcega, tres camareros aprovechan la colaboración de un transeúnte para bajar manualmente una persiana automática [la imagen que abre esta crónica]. No pierden la sonrisa, a pesar de temer que la han roto. “Esto va con un motor eléctrico, yo creo que lo habremos forzado, mañana veremos si se levanta”, explica uno de ellos. Han esperado un buen rato a tener novedades, pero no lo han conseguido y se van.
Barcelona y sobre todo el pequeño comercio de la ciudad sufrirá las consecuencias del apagón eléctrico más grande visto en las últimas décadas. Solo por la mañana, los Bomberos de Barcelona ya habían gestionado cerca de 400 llamadas, la mayoría -el 90%- vinculadas a ascensores. También han tenido que socorrer a algunos pasajeros atrapados en un túnel. A primera hora de la tarde, el Ayuntamiento ha confirmado que ya no quedaba nadie en los túneles del metro. No funciona el Bicing, los aparcamientos de BSM han abierto las barreras para que los vehículos puedan salir y el Park Güell, el Zoo y el Tibidabo, cerrados. Todo detenido, sin electricidad.




