Parecía un amor a primera vista y la posibilidad de repetir la experiencia flotaba en el ambiente. Pero nada más lejos de la realidad. Barcelona y la Copa América han confirmado públicamente su divorcio, que ambos firmaron en una reunión este mismo martes. El gobierno de Jaume Collboni, que hasta ahora nunca había cerrado la puerta a repetir la Copa América en el año 2026, argumenta que es un «acuerdo de desconexión amistoso», a pesar de que las versiones no acaban de coincidir y algunas voces apuntan que la organización no salió satisfecha de la reunión. El martes por la noche, el equipo Emirates Team New Zealand, ganador y organizador del evento, emitía un comunicado insinuando que es difícil «potenciar» la competición en Barcelona. Al día siguiente del comunicado, el teniente de economía Jordi Valls ha defendido en RAC1 que la decisión de no continuar con la Copa América es del gobierno municipal.

«No aporta nada alargarla hasta 2026, hacer una inversión de recursos públicos y privados para alargar una apuesta cuando hemos conseguido los objetivos marcados en los últimos cuatro años», argumenta Valls. En todo caso, el responsable económico del Gobierno Collboni también admite la «dificultad» de unir en el Puerto de Barcelona a todos los equipos, uno de los objetivos de la Copa América para 2026; «es cierto que en algunos puertos nuevos puedes conseguir que todas las bases estén juntas una detrás de la otra», ha detallado al respecto.

Jordi Valls, en una imagen de archivo en el Pleno de Barcelona / Ayuntamiento

«El Ayuntamiento tiene una decisión, si él [Grant Dalton, CEO de la Copa América] tiene otra y ambas coinciden, pues fantástico. Él quiere crecer y cree que puede encontrar otras opciones para hacerlo«, ha remarcado Valls. El comunicado de la Copa América de anoche apuntaba que la organización mantiene «la mente abierta» para hacer crecer el evento «con una mayor huella global, más equipos y mayores oportunidades de expansión general». «Sería difícil ampliar el número de equipos en función del espacio de infraestructura disponible en Barcelona», dice el comunicado de la Copa América.

Sea como sea, Valls insiste en que Barcelona «no se siente responsable» de la ruptura con la Copa América porque «nunca ha tenido vocación» de ser «la capital o la sede» permanente del evento. Con Barcelona descartada, otras ciudades mediterráneas han levantado la mano. Una de ellas Valencia, que ya la acogió en dos ediciones, dejando un agujero económico, según han explicado estos días diferentes activistas, y con sensaciones agridulces en la población.

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La fan zone de la Copa América para vivir la semifinal | Jordi Play

Satisfechos y con objetivos cumplidos

Jordi Valls ha defendido que la Copa América ha mejorado la «reputación internacional» de la ciudad. «Cuando obtuvimos la Copa América, 2020-21, salíamos de la covid y del proceso, con un desgaste de la imagen de Barcelona, dentro de la ciudad había cierta tensión, y la competición era la capacidad para demostrarnos que Barcelona podía hacer un evento global», ha apuntado el concejal socialista.

En este sentido, Valls considera que los cuatro objetivos principales se han «cumplido»: reforzar la imagen internacional, popularizar el deporte de vela, desarrollar la economía azul y responsabilizarse de los impactos del cambio climático en el Mediterráneo. Sobre los datos de impacto económico, que han generado polémica y discrepancias durante la competición, Valls ha optado por ser prudente y ha pedido esperar a un estudio que elaborará al respecto la Universidad de Barcelona.

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