Un folleto con consejos para ahorrar agua cayó en sus manos en el año 2005. Y su gen emprendedor se disparó: en la empresa donde trabajaba diseñó una bolsa de 1,5 litros que se colocaba en la cisterna del inodoro para ahorrar esta cantidad cada vez que se utilizaba. Un gadget exitoso que le demostró que la gente estaba dispuesta a hacer pequeños gestos por el planeta. Se abría una vía de negocio, pero también una vía para canalizar una convicción personal. La barcelonesa Meritxell Hernández comenzaba entonces una lucha personal para encontrar productos que aportaran un granito de arena en la lucha ambiental, que casi dos décadas después, se traduce en Roll’Eat, empresa líder en envoltorios sostenibles para el transporte de alimentos que exporta sus productos a más de una veintena de países de todo el mundo. Supera los 2 millones de euros de facturación anual y vende unas 350,000 unidades de su gama de productos.
Roll’Eat es la marca paraguas de productos como Snack’n go –un porta snacks que tiene especial éxito entre los más pequeños–, Eat’n’Out – una bolsa para llevar la fiambrera sin que se derrame nada- o Boc’n’ Roll, para envolver el bocadillo. Este último es el producto más exitoso porque se ha popularizado en los patios de las escuelas. Y justamente, es el patio de la escuela donde se encuentra el ADN del éxito de Roll’Eat. «Viendo la cantidad de residuos que se generaba en las escuelas con los bocadillos envueltos con papel de aluminio, tuvimos claro que había que hacer un cambio de concepto. Y las escuelas eran un lugar ideal para hacer pedagogía sobre la problemática ambiental y al mismo tiempo para que el producto llegara también a las familias y, por lo tanto, a las tiendas. Y así es como nace el Boc’n Roll«, explica al TOT la fundadora y directora general de Roll’Eat.
La empresa enseguida toma impulso, y en 2010 Hernández se lanza al mercado internacional. Alemania, Italia y Holanda fueron los primeros objetivos, y la buena acogida hizo también que el think tank barcelonés que dirige Meritxell -un pequeño equipo que trabaja en la ciudad- comenzara a pensar en nuevos diseños de producto y, de rebote, se creó la marca paraguas Roll’Eat que ahora da nombre a la empresa. «El 50% de la facturación es el mercado español, y de este, el 70% es Cataluña, y en Europa, Bélgica y Holanda son los mercados más potentes, y fuera del continente, Estados Unidos y Hong Kong», añade la CEO de Roll’Eat, que también destaca los buenos resultados de la venta por internet.

Un sustituto para los táperes de plástico
De hecho, han sido los clientes de Hong Kong los que han vuelto a encender la bombilla de la innovación en Roll’Eat. De hecho, la bombilla, como explica Hernández, se ha encendido por «accidente», y ha sido el embrión de una apuesta mucho más ambiciosa que aspira, ni más ni menos, que a dejar en el cajón los táperes de plástico. «Allí tuvo un éxito inesperado el Boc’n Roll, pero detectamos que lo utilizaban para ir a buscar la comida a la calle y no para cocinar en casa y llevarlo al trabajo. En Hong Kong ponen la comida directamente en bolsas de plástico, y se extendió la moda del Boc’n Roll, pero claro, está pensado para bocadillos y no para la comida que ellos colocan. Hicimos una tormenta de ideas y nos dimos cuenta de que podíamos crear un nuevo producto para cubrir las necesidades de estos clientes e hicimos el Grab’n Roll, una bolsa ecológica que aísla lo húmedo de lo seco en la bolsa o mochila, y se cierra herméticamente, de modo que puedes poner comida húmeda, desde casa o si la compras en la calle y te ahorras comer en una bolsa de plástico y no generas residuos».
Roll’Eat tenía dudas de que este producto pudiera cuajar en el mercado catalán y español, sin esta tradición de comprar la comida en la calle. Pero tras testear el mercado, vieron que era una nueva ventana de oportunidad y ya se comercializa en nuestro país, pero con una comunicación diferente: «Para Europa enfocamos este producto como una opción para dejar el táper en el cajón, más incómodo de transportar y que ocupa más espacio, porque en esta bolsa puedes llevar comida húmeda de casa, sopa o agua, sin miedo a que se derrame. Y tanto se puede comer directamente de la bolsa como poner en un plato. Pero ya no hay táper y, sobre todo, la bolsa de plástico que envuelve el táper», relata Meritxell. De hecho, hay otro producto específico que ya permite ahorrar la bolsa de plástico protectora por si el táper termina abierto, el‘Eat’n’Out.

2025: objetivo residuos cero en el supermercado
Y si el táper y el papel de aluminio están en el punto de mira de Roll’Eat, la empresa arrancará en 2025 con la voluntad de dar un paso mucho más potente en la búsqueda de productos que contribuyan a un consumo más sostenible y a la reducción de residuos. «No puedo revelar detalles específicos, pero en 2025 crearemos una línea de productos destinados a la compra -en mercados y supermercados- con residuos cero. No será una bolsa para ir al súper a comprar, sino todo un ecosistema para no tener que generar residuos en tus compras. Cero embalajes», avanza al TOT la CEO de Roll’Eat, que insiste en que la nueva línea de negocio responde a la vocación fundacional de la empresa «de ofrecer alternativas sostenibles, innovadoras y que marquen la diferencia en el día a día de los consumidores».
El catálogo de productos de Roll’Eat es reducido teniendo en cuenta que con una marca consolidada podría lanzarse a hacer más productos, pero su CEO es clara: «No haremos una cantimplora, porque hay mil en el mercado, y no aportaríamos nada nuevo. Y tampoco haremos productos simplemente para vender, que no aporten nada nuevo al consumidor y que no vayan en la línea de nuestro ADN de sostenibilidad. Pocos productos, pero bien pensados y útiles», sentencia Meritxell Hernández. Y la nueva línea de negocio de 2025 seguirá este esquema: «Serán productos con un propósito claro y muy diferenciado de la oferta que haya en el mercado».


