La vida en el número 15 de la calle de Tapioles cada vez es más difícil. Los vecinos de esta finca histórica del barrio del Poble-sec hace meses que sufren las consecuencias de las obras que está llevando a cabo en el edificio el fondo de inversión Second House, que compró todo el inmueble durante el verano del 2022. En esta comunidad coexisten varias casuísticas: cuatro de las familias ya tienen el contrato de alquiler vencido, tres más encaran la recta final para el vencimiento de los suyos y cuatro pisos más tienen un contrato de renta antigua indefinido, de forma que tendrían garantizada su continuidad.
Ahora bien, todos los vecinos hace cerca de seis meses que tienen que convivir con las obras de remodelación que está impulsando el fondo, que consisten principalmente en la instalación de un ascensor en la finca. Estos trabajos han obligado a los operarios a abrir unos agujeros inmensos en cada una de las plantas para poder meter el acceso al elevador, una intervención que se ha hecho sin seguir las mínimas medidas de seguridad. Según denuncian los inquilinos, los trabajadores encargados llevaron a cabo la actuación sin material ni mecanismos de protección y, una vez abiertos los agujeros, no se colocó ningún tipo de reja para garantizar la seguridad de los vecinos, teniendo en cuenta que la perforación está hecha en la escalera principal y da directamente al patio interior del edificio.
Reja con bridas, polvo y cal
No fue hasta que los afectados levantaron la voz denunciando la peligrosidad de toda esta situación que la propiedad colocó una especie de reja verde aguantada con bridas, un sistema de seguridad aparentemente bastante débil que después se completó con la instalación de un listón de madera a la altura de la barandilla de la escalera. Las medidas, sin embargo, no parecen las más adecuadas teniendo en cuenta que se trata de un edificio donde viven familias con niños pequeños y también gente mayor con problemas de movilidad.
A los problemas de seguridad hay que sumarle el ruido derivado de estos trabajos y el polvo y la cal que desde hace meses se acumula en la escalera y los rellanos de cada piso porque ningún operario se ha preocupado de limpiar los espacios después de las intervenciones. Todo ello genera una tormenta perfecta que -según denuncian los vecinos- tiene por objetivo ir mermando la paciencia de los inquilinos, haciéndoles la vida en la finca cada vez más complicada para conseguir que plieguen velas y accedan a dejar vacías las que han sido hasta ahora sus hogares.
En este sentido, desde el Sindicat de Llogateres lamentan que esta serie de actuaciones no tienen más objetivo que «sobredimensionar y alargar las obras» y remarcan que el momento elegido para llevar a cabo estas reformas no es una casualidad. «Desde otoño del 2022 se podrían haber hecho las obras con el compromiso de garantizar el retorno de los vecinos, cuando todo el mundo tenía contrato, pero se prefirió alargarlo para agotar los contratos que finalizaban. En estas circunstancias, y con tan solo una idea vaga de la duración de las obras, no sorprende la desconfianza y miedo de algunas vecinas ante la insistencia por desalojar los pisos o la posibilidad de tener que vivir en un estado de obra constante«, insisten.
Dos fincas hermanadas
Hay que recordar que tanto los vecinos del número 15 de la calle de Tapioles como los del número 10 de la calle d’en Cortines, otra finca del distrito de Ciutat Vella también propiedad de Second House, protagonizaron a finales del pasado mes de octubre una protesta ante la sede de una fundación vinculada al fondo y encartelaron toda la fachada exterior. El objetivo de la movilización era forzar la propiedad de los bloques a negociar una renovación colectiva de los contratos de la quincena de familias que se encuentran en una situación límite, algunas incluso con contratos ya vencidos que podrían acabar derivando en un proceso de desahucio.


