Las franquicias de panaderías se han apoderado de las calles de Barcelona. Solo en la última década, los locales de las cadenas Vivari, 365, Granier, Santagloria y El Fornet se han multiplicado por cuatro, pasando de 83 a más de 300, según figura en el último censo municipal de locales comerciales elaborado en 2024. Los datos compartidos este fin de semana por la ACN indican que este tipo de negocios ya gestionan uno de cada seis puntos de venta de ‘pan, pastelería y lácteos’ de la ciudad.
Las autodenominadas ‘panaderías con degustación’ tienen todas un perfil muy similar: cafeterías donde se vende pan, bollería y a menudo también otros productos alimentarios, con una zona de mesas y sillas donde los clientes pueden sentarse y consumir lo que previamente han pedido -y recogido- en la zona de pago. En el año 2014, solo había 83 locales de este tipo de negocio en la capital catalana. Granier ya estaba bien establecido, con 28 establecimientos en funcionamiento, los mismos que El Fornet; había 17 locales de ‘365 Obrador’, 9 de Santagloria, y únicamente un Vivari.
Si damos el salto diez años adelante hasta 2024, todas estas cadenas juntas ya suman más de 310 establecimientos. El crecimiento más espectacular lo ha tenido 365 Obrador, una empresa familiar originaria de L’Hospitalet de Llobregat que en 2024 cuenta solo en Barcelona con 115 establecimientos -según el censo-, y 201 en toda Cataluña contando locales propios y franquiciados. La otra firma que se ha expandido más es Vivari, de 1 a 86 locales en solo diez años. En cuanto a Granier, que en 2022 había tenido 42, desde entonces ha cerrado una decena y hoy tiene 35, siete más que hace una década. Santagloria ha pasado de poco menos de una decena de locales a superar ampliamente la treintena.
Denuncias por «competencia desleal»
Bajo el epígrafe ‘pan, pastelería y lácteos’, Barcelona cuenta actualmente con cerca de 1805 locales, casi un centenar más que hace diez años. Este crecimiento exponencial hace tiempo que ha despertado las alertas del Gremi de Restauració de Barcelona, que denuncia que este modelo de negocio supone una «competencia desleal» para los bares y restaurantes.




