La previa de la Mercè de 2025 no ha llenado tertulias, esta vez más bien centradas en lo que ocurre en Gaza y el traspaso de competencias fallido a la Generalitat. Solo una crítica, tímida, al cartel de la Mercè, se puede considerar como polémica. Un sector de la Iglesia ha criticado lo que considera un dibujo blasfemo contra la Virgen María. En él, coronando un tablón de circo, aparece una virgen espontánea, festiva, que no encaja con los parámetros clásicos de la piedad. Bien podría ser la virgen o bien Rigoberta Bandini, que con seis bailarinas en el escenario y evocando a Jesucrista –no Jesucristo, sino Jesucrista– ha cerrado un concierto imborrable para los miles de personas que se han concentrado este viernes en el escenario Mediterráneamente de Estrella Damm en la playa de Bogatell.
La cantante barcelonesa no ha decepcionado a los feligreses de primera fila y ha sorprendido a los más nuevos con un espectáculo que bien podría firmar en el Palau Sant Jordi. Seis cambios de vestuario, seis bailarinas, que también cantaban, una actriz para los descansos, un paseo por la arena de Bogatell y dos clásicos, para terminar, que todos saben de memoria. La catalana saltó a la fama con el famoso Ay mamá con el que se presentó al primer Benidorm Fest. Todo un himno que la gente no conoce por el título, sino más bien por una pregunta que ya es historia: “¿Por qué dan tanto miedo nuestras tetas?”. Con los pechos al aire, Bandini ha coronado una noche memorable en la que no ha faltado la mítica canción del anuncio de Estrella Damm, Aviam què passa; una más modesta pero que le dio un Goya, el Amor; o Perra, el otro gran himno de la barcelonesa.

Con Perra, de hecho, ha comenzado a predicar sus principales mandamientos. ‘No tendrás miedo al fracaso’ nos ha dicho con la canción Kaiman. Poco antes ha cuestionado, con más ironía que mala leche, la presión estética a la que están sometidas las mujeres y poco después, aprovechando que el baile –uno de tantos bailes que tenía preparado– la dejaba en una plataforma elevada, ha lanzado un alegato a favor de la flotilla de la libertad que navega rumbo a Gaza. Con mención especial “para nuestra exalcaldesa”, que «está en una de las flotillas y desde aquí le enviamos todo nuestro apoyo». Lo que ocurre en Palestina, ha dicho sin tapujos ni música de fondo, “es un genocidio”. “Que los gobiernos hagan ya algo para parar la barbarie”, ha sermoneado desde el escenario.
Minutos después, y numerosos cambios de vestuario después, la cantante ha revivido el espectáculo y se ha despedido al ritmo de Jesucrista Superstar, el eslogan que da nombre a la gira actual y que muestra las dos caras de Rigoberta. La cara Jesucrista; más introspectiva, predicadora, más combativa. Y la Superstar, pura reina del pop. Los nuevos han descubierto las dos caras de la moneda y los fieles, los de primera fila, se han vuelto también con dos versiones: la introspectiva, con gritos de “te quiero”, y la desacomplejada, al grito de “perra”.


La Mushkaa llena la playa a primera hora
Pocas horas antes, a las nueve en punto de la noche, esta primera fila estaba llena de adolescentes con la camiseta del Barça. Porque ella es culé, muy culé. La Mushkaa no se cansa de decirlo, en cualquier entrevista y también en el escenario. En Barcelona, no podía ser diferente. La camiseta del Barça es solo uno de los muchos apuntes futbolísticos de la joven de Vilassar de Mar en el escenario, que otras veces incluso se ha animado con unos toques de balón. Esta noche, ha aparecido con la camiseta que viralizó Mario Balotelli —exjugador del City de Guardiola— cuestionando quién sabe qué a quién sabe quién. «¿Por qué siempre yo?», decía la camiseta, que esta noche ha revivido, exactamente igual, en el cuerpo de la Mushkaa.
La Mushkaa es más que la hermana de la Bad Gyal. Con solo 21 años se ha convertido en una voz referente de la música urbana en catalán. Publicó la canción Res kla en 2021, sumó 100.000 reproducciones en Spotify en pocos meses y, en tres años, ha llenado el escenario cervecero de la playa de Bogatell. Como siempre, haciendo gala de una enorme capacidad para conseguir colaboraciones diversas en el escenario, ha interpretado clásicos como Sexysexy, Sembla Mentida o Diabla.

La última en actuar, Lia Kali, ha cerrado los conciertos del viernes. Una voz menos mediática que Rigoberta Bandini, quizá, pero que, en cambio, en el backstage, perfiles diversos la describen como una de las que tiene “más proyección” del panorama español. Tiene 27 años. De padre batería y madre escritora, combina el soul, el reggae y el rap. Y con ella, los jóvenes vuelven a llenar Bogatell. Con 27 años, la cantante ha tenido capacidad de programar giras que cuentan con recintos importantes como el Wizink Centre de Madrid. El año que Rigoberta Bandini ha bendecido Bogatell, la playa ha consolidado a Mushkaa y ha descubierto a Lia Kali.
