En el año 1891, el reloj de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, fundada en 1764 y ubicada en el número 115 de la actual Rambla, donde ahora se encuentra el Teatro Poliorama, fue escogido por el Ayuntamiento de Barcelona para marcar «la hora exacta» de la ciudad. Solo hacía cinco años que la Academia había fundado su servicio horario con la intención de poner orden a la anarquía que en este sentido reinaba en la ciudad. Hizo este trabajo hasta el año 1926, es decir, un total de 35 años. La Academia era la encargada de establecer los cronometrajes para las observaciones astronómicas que hacía desde los telescopios de las cúpulas de su edificio -lo hizo hasta que se puso en marcha el Observatorio Fabra- y, en años posteriores, usó el reloj para la recepción de las señales horarias transmitidas por radio.
Había un precedente oficial, el que ofrecía la Oficina de comprobación de cronómetros del observatorio Ricard, situado a tocar del Puerto, pero en este caso solo atendía requisitos de la marina mercante, que necesitaba conocer la hora exacta para determinar la posición en el mar de los barcos que llegaban a Barcelona. Y fue con este precedente que el Ayuntamiento de Barcelona encontró conveniente disponer de un sistema de medición del tiempo que pudiera servir para otras actividades que se producían en Barcelona.

Pero en 1972 la Academia sustituyó sus relojes mecánicos por otro de electrónico de cuarzo, que continúa funcionando y proporciona la hora con precisión de una décima de segundo. Este reloj se encuentra en el interior del edificio, en el primer piso, y se puede entrar libremente a verlo. Eso sí, está protegido por una vitrina.
El reloj de la Catedral, el primer referente
Ahora bien, tenemos que remontarnos algunos siglos atrás para documentar los primeros intentos de fijar una hora oficial en la ciudad. En concreto, tenemos que viajar a finales del siglo XIX -1396-, cuando, por iniciativa del Consejo de Ciento, el reloj de la Catedral fue la hora de referencia en Barcelona. Arriba de la torre llamada de las horas o del reloj, la campana Eulalia repicaba las horas, y la Honorata señalaba los cuartos. Más adelante, la hora de la ciudad la marcó un reloj construido el 1576, bautizado como reloj de los flamencos, que se conserva todavía al Museo de Historia de Barcelona. Y fue referente hasta el 1863, cuando se estableció el Servicio Municipal de la Hora, que unificaba todos los relojes públicos de la ciudad con la hora de la Catedral. Entonces se consideró que el reloj de los flamencos no era fiable y se construyó otro.

