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Popular o de pago: el San Jorge más polarizado

La ciudad se viste del rojo de las rosas. Es una de las frases más usadas para describir la fiesta de Sant Jordi en Barcelona. A pesar de ser tópica, se puede utilizar cada año como un tipo de verdad inagotable que todos los barceloneses y catalanes conocemos. Del mismo modo que lo son los puestos de libros que atesoran cuentos de ficción, reflexiones de autores lejanos y actuales y experiencias reales que un día marcaron a quien las escribió. También son parte de cada 23 de abril los enamorados que pasean de la mano, los puestos de entidades, ONG o partidos políticos; y las multitudes interminables que transforman por un día las principales arterias de la capital catalana.

Sí, la fiesta de Sant Jordi puede dejar este recuerdo idílico, pero también puede ser motivo de disputa. De hecho, en estos momentos, editoriales, librerías, autores y colectivos sociales han unido fuerzas bajo la plataforma Sant Jordi Popular para oponerse a los cambios que este día señalado ha vivido en los últimos años. El portavoz de la plataforma y socio trabajador de Descontrol Editorial, Hèctor Martínez, explica en declaraciones en este diario que no ven con buenos ojos que «se haya externalizado» parte de la gestión del espacio público en la Cámara del Libro de Catalunya —que agrupa el gremio de libreros, editores y distribuidores— y que, además, este año exija por primera vez un copago a las editoriales y librerías que quieran instalar un puesto en las calles más céntricas de Barcelona. “La gestión del espacio lo tiene que hacer una entidad pública, no una privada”, insiste Hèctor.

Cubrir los gastos de gestión

El origen del panorama del cual habla la plataforma Sant Jordi Popular se remonta al 2021. Tal como señalan fuentes municipales a este diario, en aquel momento la Cámara del Libro empezó a gestionar los diferentes espacios reservados a “profesionales del libro y de la rosa”, entre los cuales se encuentran la Rambla, el paseo Lluís Companys y la Superilla literaria del Eixample. Es decir, la parte del centro de la ciudad que concentra más afluencia de personas durante la fiesta. 

Fiesta de San Jorge en el centro de Barcelona. día del libro, lectura, cultura, plaza real
La Cámara del Libro de Cataluña gestiona espacios céntricos como la Rambla, el paseo Lluís Companys y la Superilla literaria del Eixample / Jordi Play

Tres años después de que se pusiera en marcha este proceso, concretamente a finales de febrero, llegó el anuncio de copago de la Cámara del Libro. El importe establecido es de 80 euros (más IVA) para los agremiados y 100 euros por aquellos que no. Puede llegar a ensartar hasta los 485 euros según las dimensiones y la ubicación de la parada. Marià Marín, secretario técnico del Gremio de Libreros de Catalunya, que forma parte de la Cámara del Libro, justifica las tarifas alegando que están pensadas para cubrir parte de los costes de organización que supone haber incrementado y descentralizado en los últimos años las zonas de exposición de libros para controlar mejor la masificación de gente. Según detalla Marín, los gastos corresponden al marcaje de las paradas, al personal de asistencia técnica y al suministro eléctrico, entre otros. 

Parte de estos gastos se pudieron asumir el 2021 y 2022 con los fondos Covid y el 2023 con una subvención de la Generalitat de Cataluña. Pero el Gremio de Libreros avisa que para continuar organizando el Sant Jordi en esta línea, este 2024 es imprescindible que editoriales y libreros hagan una aportación económica. Supondrá un ingreso de entre 43.000 y 45.000 euros, lo cual representa un 17% del coste total de la organización de este espacio (245.000 euros, según las fuentes municipales). El resto de aportaciones vienen principalmente de la Generalitat y, en grado más bajo, del Ayuntamiento.

Los espacios gratuitos de la periferia

Al traspasar las fronteras del espacio que gestiona la Cámara del Libro, la situación cambia. Las fuentes municipales informan que en otros muchos puntos repartidos por el resto de la ciudad cualquier persona puede instalar, a través de una licencia, un puesto de manera “libre y gratuita”. Pero desde la plataforma subrayan que recurrir a esta alternativa no siempre es fácil. En algunos barrios los espacios gratuitos son pocos, están distribuidos de manera deficiente y pueden estar situados en calles con muy poca afluencia de peatones. “La gente no pasea de manera aleatoria por todo Barcelona, sino que va a lugares muy concretos”, insiste Hèctor.

En el caso de Descontrol Editorial, del barrio de la Bordeta, no ha podido conseguir lugar a su distrito, Sants-Montjuïc, ya que no había paradas disponibles en los espacios que querían (plaza de Sants o carretera de Sants), y han tenido que optar por otro situado a la esquina de la calle de Parlament con la ronda de Sant Pau, al barrio de Sant Antoni. “Desconocemos la afluencia de gente y las ventas que tendremos. Tendremos que hacer mucha publicidad. Nos arriesgamos que salga bien o no”, añade Hèctor. José Antonio Martínez, de la librería Acció Perifèrica del barrio de la Prosperitat; también explica que su librería colocará una parada en su mismo distrito, Nou Barris, en el paseo de Fabra i Puig. Reconoce que la ubicación le gusta, pero a la vez recalca que ha sido la única opción que ha tenido porque “se ha dado preferencia a los agremiados”. 

La Rambla, una de las arterias de Barcelona más transitadas durante la fiesta / Jordi Play
La Rambla, una de las arterias de Barcelona más transitadas durante la fiesta / Jordi Play

Para aquellos que decidan aceptar las nuevas normas y pagar 100 euros para estar en el centro de Barcelona tampoco es ninguna garantía, ya que según alerta la plataforma Sant Jordi Popular, se conceden los mejores espacios a librerías o editoriales agremiados. “Este sistema beneficia a las entidades más grandes y con más capacidad económica”. En este sentido, el portavoz de la plataforma destaca que el hecho que la Cámara del Libro gestione parte de las arterias más céntricas entra en contradicción con el “discurso descentralizador” del Ayuntamiento. Sobre la descentralización de la fiesta también habla José Antonio, puesto que argumenta que en el caso de nuevo Barrios no hay de momento previsión de cortar ninguna calle, como podrían ser el paseo de Fabra i Puig y Vía Júlia, y así promover que los vecinos se queden en el distrito. “Nos queremos quedar en Nou Barris porque queremos una fiesta de barrio. Sant Jordi se tendría que promover en toda la ciudad. ¿Pero si la gente ve que no se hace nada en sus barrios, que hace? Baja en el centro”, indica.

En cualquier caso, es obvio que la fiesta de Sant Jordi va más allá de vender libros y rosas y de facturar dinero. Hèctor recuerda que es un día que «pertenece a todo el mundo» y que los libreros, floristas, entidades vecinales, colectivos sociales fuerzas políticas y cualquier persona que quiera celebrarlo, tienen que tener su sitio. Y José Antonio insiste que la Cámara del Libro representa solo a «unas cuantas personas» que defienden «una cultura capitalista», cuando la ciudadanía, en general, quiere solo disfrutar de la que probablemente es la fiesta más querida.

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