La Fundación Carulla ha inaugurado un nuevo espacio cultural propio en Barcelona. La instalación, ubicada en la calle de los Almogávares, al barrio del Poblenou, acoge un «proyecto cultural y educativo» dedicado al estudio y el diálogo sobre el mundo rural y la sostenibilidad en las ciudades. El establecimiento servirá de sede para la fundación, y se dedicará también a «hacer crecer sus otras líneas de actividad». Dentro del edificio, creadores y artistas podrán acceder a un coworking cultural abierto a «creadores y gestores culturales que trabajen con la cultura como herramienta de transformación social». El edificio donde se situará la actividad de la fundación fue erigido en 1962, obra del arquitecto José M. Segarra.
La Fundación pretende, según un comunicado emitido este mismo miércoles, generar una «comunidad» alrededor de una metodología propia de resolución de retos sociales llamada Mutare, con el objetivo de «impactar positivamente la cultura». Alrededor de estas operaciones, la Fundación se movilizará dentro de sus diferentes líneas de premios, como por ejemplo el Luis Carulla o los premios Baldiri Reixac, entre otros. El nuevo espacio, celebran, «quiere crear una comunidad que aglutine todo el nervio creativo, innovador y emergente, que, desde hace años, trabaja con la cultura como motor de transformación social.
Ilusión cultural
La directora de la Fundación Carulla, Marta Esteve, declara la «ilusión de esta nueva etapa con un espacio propio». Desde la fundación esperan que las nuevas instalaciones acontezcan «la casa de todos los transformadores culturales que trabajen para mejorar el mundo desde la cultura y las artes». En este sentido, la directora enfatiza la relevancia del «conocimiento y la sabiduría del mundo rural» como base para las relevantes reflexiones necesarias en la actualidad, desde la conservación del patrimonio a la transición sostenible. Así, la Fundación busca «abrir una ventana del mundo rural en la ciudad, para crear diálogo sobre la sostenibilidad».