El 20 de mayo de ahora hace 95 años supuso un punto de inflexión en la historia de la ciudad. Esta fecha corresponde a la inauguración de la Exposición Internacional de Barcelona del 1929, la segunda que se celebraba en la capital catalana y un acontecimiento que transformó buena parte de su tejido urbano, sobre todo la zona de Montjuic. Uno de los grandes pabellones supervivientes de aquella cita es el Palacio de Comunicaciones y Transportes, un recinto de cerca de 16.000 m² construido específicamente para albergar una muestra de aviones, barcos, tranvías, trenes y vehículos de todo tipo que hizo furor entre los visitantes y que obligó a los promotores de la iniciativa a crear una especie de vía férrea provisional en el Paralelo para llevarlos desde el Puerto hasta los pies de la montaña barcelonesa.
El actual palacio número 1 de la Fira de Barcelona quedaría desde entonces estrechamente ligado al mundo de los transportes, un vínculo que la institución no había explotado hasta ahora más allá del Salón del Automóvil. Esta circunstancia, sin embargo, podría cambiar a partir del 2025, cuando se acaba la concesión del Ayuntamiento otorgada a la organización ferial. Con el objetivo de hacer justicia al nombre del recinto y poner remedio a una deuda histórica de la ciudad, un grupo de defensores del patrimonio se han agrupado en una nueva entidad para conseguir que este pabellón se convierta en la sede del Museo del Transporte, un espacio donde aglutinar todo el fondo de vehículos históricos de la capital catalana ahora desmembrado y, en muchos casos, conservado en muy mal estado.

Bajo el nombre de Asociación Coordinadora Pro Museo del Transporte de Barcelona, este nuevo actor en el panorama social barcelonés se ha presentado en sociedad este miércoles con un acto celebrado en el Espai Bombers del distrito de Sants-Montjuïc. Entre los presentes, varios representantes de entidades vecinales y muchos partidarios de la preservación de los transportes públicos como parte del patrimonio tanto de la capital catalana como de otros puntos del Estado como Madrid, que tampoco tiene todavía un museo dedicado a estos vehículos.

La entidad que TMB nunca quiso crear
A pesar de su corta trayectoria, el origen de esta flamante entidad se remonta años atrás. Los impulsores de la iniciativa se conocieron en una de las reuniones del Consejo Asesor del Patrimonio Histórico que Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) organizaba antes de manera periódica. Todos los integrantes de la asociación acudían porque tenían algún tipo de interés en la conservación de los convoyes y vehículos antiguos de la compañía y en recuperar el proyecto del Museo del Transporte, una propuesta que hace cerca de medio siglo que está sobre la mesa de las administraciones. En el caso de Manuel Marina, él era uno de los primeros guías que hacía visitas comentadas a la red de metro de la capital catalana.
«Cuando vimos que la cosa no se movía, empezamos a pensar cómo se podía hacer. Realmente somos una consecuencia no deseada de su mala praxis. Estamos haciendo un trabajo que tendría que hacer TMB», asegura. Marina es una de las personas que han liderado la iniciativa y que se han reunido en este tiempo tanto con los Bombers de Barcelona, que tienen varios vehículos históricos guardados en un recinto de Vall d’Hebron, como con representantes de Fomento de Construcciones y Contratas (FCC), que también tiene un pequeño museo privado con antiguos carruajes y coches de la limpieza municipales. En ambos casos, estarían dispuestos a ceder el material para el equipamiento. «Hace casi 50 años que Barcelona es un referente del transporte público y resulta que no tenemos absolutamente nada que lo recuerde. Ahora tenemos el contenido y el continente, solo falta voluntad política«, remarca el guía barcelonés.

Un fanático del transporte con una misión
Si alguien encarna a la perfección los valores que definen la iniciativa es Joan Termes. Este electricista jubilado de 82 años es la verdadera alma mater del proyecto y una auténtica eminencia en cuanto al transporte público y su historia. «Muchos historiadores no pueden hablar en primera persona. Yo tengo la ventaja de haberlo vivido desde muy pequeño, cuando me colaba en las obras del metro o indicaba a mis vecinos como llegar desde Sant Andreu de Palomar hasta el centro de la ciudad», explica. Termes fue de los primeros que después de aquellas reuniones con la Fundación TMB se enfrascó en la «misión imposible» de encontrar un lugar donde poder exponer todos estos vehículos antiguos y tiene claro que no hay lugar más idóneo que el recinto de Montjuic, por eso junto con otros miembros de la coordinadora presentaron alegaciones a la aprobación inicial de la modificación del Plan General Metropolitano (PGM) que afecta al ámbito de la Modelo y la Fira de Barcelona, después del fracaso del proceso participativo que buscaba repensar estos pabellones feriales.
«Todo el mundo nos ha dicho que les gusta la idea. Ahora nuestro objetivo es buscar el apoyo de la ciudadanía y hacerlo con todas las garantías, constituidos como asociación. No queremos hacer un mausoleo, sino un museo interactivo, pero el primer paso lo tiene que dar el Ayuntamiento. Después ya buscaremos patrocinadores si hace falta», señala Termes, que considera que incluso se podría vincular las instalaciones en una escuela de formación profesional que practicara con la restauración de los vehículos. El historiador recuerda que solo hay dos museos del transporte como tales en toda la península -en Oporto y Lisboa- y que Barcelona tiene la oportunidad de crear de cero uno de los mejores equipamientos de toda Europa en este ámbito.

Fuentes municipales consultadas por este medio apuntan que desde el ejecutivo se ve con «buenos ojos» el proyecto, pero consideran que su implantación en la ciudad es «compleja» por las dimensiones que tendría que tener el espacio donde se acabe ubicando el equipamiento. Las mismas voces indican que una iniciativa de estas características «excede el ámbito estrictamente municipal» y que tendría que tener un «carácter supramunicipal», motivo por el cual el consistorio apuesta por trabajar de manera conjunta con la Generalitat en el impulso del museo.
Autocrítica y una oportunidad imperdible
Más allá del para nada desdeñable apoyo tanto de la Agrupación de Arquitectos por la Defensa y la Intervención en el Patrimonio (AADIPA) como del Colegio de Ingenieros Industriales de Cataluña (EIC), uno de los posicionamientos favorables a la iniciativa quizás más destacados es el del exconcejal y hasta septiembre del 2021 presidenta de TMB, Rosa Alarcón. La socialista hace autocrítica con el papel que ha jugado tanto la compañía como el Ayuntamiento durante estos años en el impulso del proyecto, pero reivindica la importancia de sacar adelante el museo y de hacerlo en este pabellón de Montjuic, que actualmente solo se utiliza 40 días al año para exposiciones y ferias.
«Dos años de mandato en TMB dan para poco, pero creo que lo tendríamos que haber priorizado más en nuestra agenda. Es imprescindible que Barcelona tenga este museo y creo que ahora es una buena oportunidad teniendo en cuenta que acaba la concesión a la Fira de Barcelona», afirma. Alarcón cree que será difícil encontrar otro espacio alternativo que disponga de los muchos metros cuadrados que necesita el equipamiento y hace un llamamiento al consenso político entre las diferentes administraciones como el Ayuntamiento, el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) y la Generalitat para hacerlo posible. La exconcejal muestra una fe ciega en los impulsores de la iniciativa y se aventura a pronosticar una inauguración tempranera: «Creo que la lucha de la coordinadora hará que tengamos el Museo del Transporte antes del 2029, cuando se cumple el centenario de la Exposición Universal».
