La remodelación del Mercado de la Abaceria ha puesto en marcha sin sorpresas. El Ayuntamiento ya sabía que en el subsuelo de la obra había restos de la antigua fábrica Puigmartí, del siglo XIX. Y estas no han tardado a aflorar. En medio de máquinas que no se paran aparece un conjunto pedregoso, calcinado por espacios y con restos de madera chamuscada. Este es el legado que queda de la nave principal de una fábrica conocida popularmente como Vapor Nuevo, de unos 1.200 metros cuadrados y destinada a la fabricación de algodón. Después de los primeros trabajos, los arqueólogos acabarán de excavar la nave central y los exteriores, donde había el patio de la fábrica, para documentarlo. A pesar de todo, el equipo de arqueología del Ayuntamiento asegura que en ningún caso estos trabajos atrasarán la construcción del nuevo mercado.
La fábrica Puigmartí era de las más destacadas de la ciudad. En 1852 disponía de 120 telares, en 1861 recibe la visita ilustre de la reina Isabel II y el 1876 un incendio lo acaba arrasando. Siglo y medio más tarde, el suelo de la nave todavía conserva parte de aquel legado. La base de la madera que sujetaba las máquinas, todas ellas negras, calcinadas, son todavía visibles. Y algunas zonas del suelo más ennegrecidas recuerdan que aquel espacio se quemó. En un lateral, con mucha claridad, también se observa una canalización de recogida de fluviales. Lo que por ahora no ha aparecido es rastro del mobiliario de la fábrica, lo cual hace pensar que alguien, posiblemente los mismos propietarios, limpió el espacio cuando este quedó inutilizado. «Si el incendio hubiera destruido todo el mobiliario, el entorno todavía habría quedado más carbonizado», explican desde la excavación.


Sin rastro de un posible subterráneo
La nave central de la fábrica ocupaba el espacio del mercado y parte de los bloques de pisos que lo rodean. En todo caso, el equipo de arqueólogos no dispone de ningún plano antiguo que asegure la estructura exacta ni si había otros espacios más allá de la nave. La directora de la intervención, Patrícia Pinyol, detalla que una vez acaben de excavar el suelo podrán saber si había «ningún tipo de sótano o similar» debajo. Por ahora, los arqueólogos no han encontrado ninguna escalera que pueda llevar en un hipotético sótano, pero Pinyol no descara que pueda aparecer «más adelante».

La arqueóloga remarca que los trabajos todavía están en la primera fase. Una vez se acabe de excavar, el equipo hará una foto cenital –desde arriba– de la nave, se limpiará los restos más importantes para hacer un inventario y una memoria «de acceso público» para la Generalitat de Cataluña, el organismo encargado de guardar la memoria arqueológica del país. El equipo no cree que aparezca grandes sorpresas durante la excavación, a pesar de que nunca se pueden descartar. Sea como fuere, Laia Macià, técnica del Servicio de Arqueología de Barcelona, asegura que los trabajos se están coordinando con la constructora. «Nos contactaron cuando decidieron hacer el Mercado de la Abaceria y nos reunimos con ellos cada semana», explica. En este sentido, los arqueólogos mantienen que, los últimos años, la coordinación entre técnicos y constructoras ha mejorado mucho.
El nuevo mercado toma forma después de años de retraso
El mercado del Abaceria de Gracia se estrenó en 1892 para ordenar la actividad de los campesinos que iban a la plaza de la Revolución. La reforma del mercado es una reivindicación casi histórica del vecindario de Gracia, que durante años ha visto como el solar del mercado se degradaba a la espera del visto bueno definitivo para empezar las obras. Según las previsiones del Ayuntamiento, la nueva infraestructura será una realidad el tercer trimestre de 2025, aumentará unos 1.500 metros cuadrados el verde público del barrio y recuperará la «imagen noble» de la cubierta. El proyecto nuevo tampoco ha sido ausente de polémica, después de que el Ayuntamiento denegara las últimas alegaciones vecinales, que reclamaban más verde.