Barcelona podría perder en las próximas semanas uno de los últimos pabellones comerciales supervivientes de la exposición internacional del 1929. El antiguo Pabellón de las Eléctricas parece inexorablemente abocado al derribo después de que el Ayuntamiento procediera la semana pasada a precintar el edificio ubicado en la avenida de los Montanyans de la montaña de Montjuic por riesgo de derrumbamiento. Su trayectoria casi centenaria y el avanzado estado de degradación que presenta han abierto un debate en el barrio del Poble-sec sobre la necesidad de explorar todas las vías posibles para preservar este recinto como uno de los pocos vestigios que todavía continúa de pie de estos espacios de inversión privada que se construyeron durante la segunda década del siglo pasado en la capital catalana.
Las credenciales por las cuales este pabellón aspira a poder seguir sumando años de historia parten de su origen como sede de tres compañías eléctricas, que utilizaron la finca como escenario donde se hacían proyecciones cinematográficas para explicar de manera didáctica todo el proceso de producción y distribución de la electricidad en el marco de la exposición internacional del 1929. Una vez cumplida esta función, el espacio fue reconvertido en una escuela durante la Guerra Civil y los años posteriores por la falta de equipamientos para asumir la gran oleada de inmigración que tuvo que absorber la ciudad.

En su última etapa de actividad, las instalaciones hicieron las funciones de sede del Instituto Botánico de Montjuic hasta el año 2003, cuando el equipamiento fue cerrado y abandonado a la merced del paso del tiempo, que ha agraviado durante estas décadas su estado de degradación.
Edificio sin cimientos y posible reconversión en equipamiento
«La mayoría de los pabellones privados del 1929 se hicieron sin cimientos. Los constructores no pagaban licencia de obras y a cambio los edificios tenían derecho a mantenerse en pie unos 15 años. En general, no estaban hechos para perdurar, pero diferentes casuísticas han hecho que este resistiera hasta la actualidad», explica Josep Guzmán, presidente del Centro de Investigación Histórica del Poble-sec (CERHISEC). Guzmán considera que el equipamiento en sí no tiene un gran interés artístico y arquitectónico que exija la conservación y apunta que en casos como este el coste de querer preservar el recinto a veces es casi el doble que el que se invertiría a derribarlo.

En la misma línea se pronuncia el presidente de la Asociación de Vecinos del Poble-sec, Sergi Gázquez, que pone énfasis en la necesidad de determinar hasta qué punto es viable salvar el pabellón del derribo para reconvertirlo en un espacio polivalente para las entidades de la zona, haciendo valer su papel como patrimonio de la ciudad. «Tenemos que ponderar muy bien el nivel de degradación del edificio porque, si va al suelo, ya no lo podremos recuperar nunca más. En el barrio tenemos una falta importante de espacios y se tiene que valorar si sería más costoso encontrar un nuevo emplazamiento o rehabilitar este», señala.

Una protección patrimonial que no evitaría el derribo
Hay que recordar que el Pabellón de las Eléctricas cuenta con un nivel de protección patrimonial como Bien de Interés Documental, un estatus que a pesar de reconocer su importancia histórica no sería suficiente para evitar un eventual derribo en caso de que se presentara un estudio historicoarquitectónico que argumentara la necesidad, tal como parece que está estudiando el consistorio barcelonés.
