La transformación de la Casa Tosquella, un edificio modernista del Putxet catalogado como bien cultural de interés nacional (BCIN), en un casal de gente mayor está generando mucha controversia. Sobre todo, por la «imponente» puerta de entrada que los estudios de arquitectura Clara Solà-Morales Studio y Metrònom Arquitectura, ganadores del concurso convocado por el Ayuntamiento, construirá al lado de la ronda de General Mitre. «Tapará lo que se tiene que ver, que es la Casa Tosquella», dice Cruz Santos, vicepresidenta de la Unión de Asociaciones para la Promoción y la Defensa del Patrimonio Cultural y Natural. «Es una entrada fuera de lugar. Es un ataque indirecto al monumento», sostiene esta profesora de Historia Contemporánea.

El malestar por la reforma con la nueva puerta es enorme entre un grupo de arquitectos y profesionales de diferentes ámbitos, hasta el punto que han enviado un manifiesto al Ayuntamiento de Barcelona y una instancia a la Generalitat. En el caso del consistorio, el texto se ha hecho llegar a la primera teniente de alcaldía y responsable del área de Urbanismo, Laia Bonet, y al comisionado de Vivienda, Joan Ramon Riera. Los firmantes, unas veinte personas, critican en el manifiesto el acceso previsto y consideran que «evoca las puertas de entrada de una ciudad medieval, que no creemos que sea adecuada para acceder a un inmueble modernista». Además de Santos, entre los firmantes están también el secretario general de la Sociedad Catalana de Arqueología, Joan Carles Alay; la arquitecta de SOS-Monumentos, Maria-Josep Altés; la coordinadora académica del Máster de Estudios Avanzados en Historia del Arte de la Universitat de Barcelona, Roser Piñol, y el presidente de la asociación Som Collersola, Salvador Ferran. En ningún caso, los firmantes son contrarios al casal de gente mayor, si no que lo que critican es el acceso previsto.
La última palabra la tiene la Generalitat
Según Alay, ha sido acertado presentar ahora el escrito, en el inicio del proceso, porque estamos ante un BCIN, el máximo nivel de protección en Cataluña que se corresponde a un BIC en el Estado español. A diferencia del Ayuntamiento, la Generalitat sí que ha respondido a la instancia y les ha dicho que el proyecto todavía está pendiente de recibir la autorización de la comisión territorial de Cultura. Alay quiere dejar claro que quien tiene la última palabra es la Generalitat y no el Ayuntamiento. “Un BCIN es un bien casi intocable, todo el que se haga tiene que ser muy respetuoso con el bien que se protege”. La Casa Tosquella tiene el mismo nivel de protección que los monasterios de Poblet o Santes Cruces, para citar dos monumentos.
Si a Santos la puerta de acceso planteada le recuerda una muralla medieval, el secretario general de la Sociedad Catalana de Arqueología dice que “los módulos” le parecen “una recreación de la entrada de la plaza de la ciudad romana o las torres del Poble Espanyol”. Y considera que no se ajusta a lo que se necesita, “ya que llama más la atención que la casa, cuando tendrían que pasar desapercibidos”. La ley catalana del patrimonio cultural es muy clara y en estos bienes los entornos tienen que estar protegidos. “Hay un entorno de protección, no es una circunferencia, sino que tiene más a ver con el ambiente. Lo que se haga no puede perturbar el bien ni su visualización. El BCIN tiene una normativa muy rigurosa y no se puede dejar pasar ningún caso para que no sentar algún precedente”. Protegida desde el 1974, en el caso de la Casa Tosquella, se tiene que declarar “expresamente” el entorno de protección, pero, de momento, no se ha hecho por “omisión de la Generalitat”.

Más de 44.000 euros para frenar el deterioro
En el pleno del distrito del pasado miércoles, la regidora de Sarrià-Sant Gervasi, la socialista Maria Eugènia Gay, dijo que el año pasado el consistorio invirtió en mejoras de la Casa Tosquella para evitar que el deterioro del inmueble, abandonado durante años, fuera a más. Fuentes municipales concretan que fueron 44.725 euros, IVA incluido. Gay también recordó que de las cuatro fachadas de la finca hay una que no está protegida y es aquí donde se ha planteado el nuevo acceso, que incluirá servicios como ascensores, escaleras y baños adaptados para el nuevo equipamiento que no se pueden instalar en el interior por la protección patrimonial.
Fuentes del distrito añaden que el proyecto que se ha hecho público, «es el proyecto ganador de un concurso de ideas, a partir del cual se tendrá que redactar el proyecto ejecutivo. Por lo tanto, en estos momentos lo que se ha difundido no es el proyecto definitivo, sino las primeras ideas que se quieren aplicar sobre este espacio. La propuesta final se tendrá una vez se cuente con el proyecto definitivo», que también será cuando se podrá detallar el coste y el calendario del casal de gente mayor.
Dos torres y formas ondulantes
El TOT Barcelona ha intentado contar para este artículo con la valoración del despacho de Solà-Morales sobre el proyecto y la nueva puerta que se quiere construir, pero desde el estudio han declinado hacer declaraciones. En enero, en una publicación en Instagram, los arquitectos explicaron que habían ganado el concurso y que construirán una nueva fachada, de forma ondulante y dos torres, junto a la ronda de General Mitre, desde la que se podrá acceder a la planta principal de la Casa Tosquella. La reforma prevé también una restauración cuidadosa del interior y ampliar los espacios exteriores para las actividades de gente mayor y del vecindario.
La puerta esconde el monumento
Como monumento protegido como BCIN, desde 1974, «las intervenciones tienen que ser las mínimas para respetar al máximo el bien catalogado», subrayan los firmantes del documento contrarios a la remodelación. Para estas personas, las formas cilíndricas y el volumen de la puerta planteada esconde la Casa Tosquella e impide el diálogo del edificio con el entorno urbano y los edificios de la ronda de General Mitre, que adquirieron su forma actual durante los años 60 y 70. «Las reminiscencias medievales de esta entrada son una disrupción tanto del conjunto modernista como urbano».

Además, en el texto, se critica que «la reforma tendría que mostrar más sensibilidad con la obra a la que da acceso, ser bastante diáfana, para permitir el goce del bien y estar a su servicio, en lugar de convertirse en el foco que atrae todas las miradas». También se apunta que los equipos que valoran los proyectos que se presentan a un concurso, tendrían que tener «sensibilidad para reforzar la visibilidad y la presencia de los bienes que han sido declarados de máximo interés artístico e histórico». El manifiesto concluye pidiendo reconsiderar la decisión tomada para «reforzar el protagonismo de la Casa Tosquella». En este sentido, los contrarios a la reforma han iniciado una recogida de firmas a través de Change.org para que se revise el proyecto de la entrada.

Edificio de titularidad municipal
La Casa Tosquella es de propiedad municipal. La compra tuvo lugar en noviembre del 2021. Con anterioridad, el edificio estuvo a la venta a Wallapop por 1,4 millones. En desuso desde 2012, el Ayuntamiento se la quedó para dotar el Putxet i el Farró de un nuevo equipamiento público y proteger los edificios singulares para preservar la identidad del barrio y el valor patrimonial, explicó entonces el consistorio. La adquisición se cerró por 1,1 millones de euros. Se encuentra en una situación «de alto grado de deterioro», tanto la edificación como el jardín.

Situada entre las calles de Ballester, Vallirana y ronda de General Mitre, a la Casa Tosquella se entra por la calle de Vallirana número 91-93. Tiene una superficie de 866,96 m², 224 m² de los cuales los ocupa el edificio y el resto es jardín, detalla el Ayuntamiento. Fue un encargo del comerciante Antoni Tosquella al maestro de obras, Juan Caballé como casa de verano a finales del siglo XIX. Más adelante, entre los años 1907 y 1908, fue reformada por el arquitecto Eduard Balcells, uno de los últimos exponentes del modernismo, que acabó haciendo una obra impresionante «con bases modernistas, pero con toques arábigos y con un estilo singular», dice el Ayuntamiento. Santos, vicepresidenta de la unión de asociaciones en defensa del patrimonio, destaca sobre todo los vitrales, que se tendrán que restaurar y reponer, ya que hay de rotos, y el suelo hidráulico.