La nueva imagen de la iglesia de San Andrés de Palomar solo ha podido lucir cuatro años. Para sorpresa de todos, la cúpula del gran templo de San Andrés, el gran icono cultural y patrimonial del barrio, apareció este verano con una malla protectora, restituyendo la imagen que coronó la iglesia durante prácticamente una década. Las instituciones habían logrado ponerse de acuerdo, después de años de lucha y constancia vecinal, para restaurarla en 2020; pero al final parece un parche que no ha solucionado los problemas estructurales que llenan el templo y amenazan su estructura. Es más, los dolores de cabeza que genera la cúpula son solo la punta del iceberg y la parroquia ha tenido que desplazar las misas a la escuela FEDAC de San Andrés mientras se «revisa la estructura de la iglesia». Así se indica en la nota informativa que cuelga de la entrada principal, que intenta reducir la incertidumbre y describe el cambio de ubicación como una medida «excepcional».

Según ha podido saber este diario, la parroquia ha retirado los bancos de la iglesia para permitir la entrada de una grúa elevadora, que ayuda a los técnicos a revisar las grietas que hay en la iglesia. De la revisión debería salir un primer informe sobre el estado real de la estructura. A partir de ahí, tocará decidir qué pasos seguir y, sobre todo, cuánto dinero costaría una hipotética reparación. En este sentido, solo al regresar de vacaciones, la primera quincena de septiembre, el Arzobispado se reunió con el Ayuntamiento, el área de Patrimonio de la Generalitat, el Incasòl y el Colegio de Arquitectos para abordar la situación. Una reunión sobre la cual reina un secretismo extremo: «Fue bien», se limitan a decir las partes.

El pasado viernes por la mañana, todos los agentes implicados volvieron a reunirse con los arquitectos por segunda vez en un mes. Ahora bien, las explicaciones han sido escasas. El Arzobispado, que el verano pasado atribuyó el problema a un «deterioro de los materiales», declinó inicialmente participar del reportaje, el distrito de San Andrés pasó la pelota a la iglesia y el Departamento de Cultura optó por posponer unos días su respuesta. Posteriormente a la publicación del artículo, el obispado envió al TOT Barcelona una respuesta [el día 15/10], consensuada con el resto de actores, en la que detalla los antecedentes de la cúpula y se adelanta que en las «próximas semanas» se determinará el calendario de los «trabajos necesarios de inspección, soporte y seguridad de acceso a la cúpula».

Mal estado de conservación de la cúpula interior de la iglesia de San Andrés del Palomar. grieta
Una de las grietas que se observan en una esquina de la cúpula interior | Jordi Play (oct. 2023)

Los problemas estructurales vienen de lejos

A la espera de que llegue el informe final de los técnicos, la malla protectora y el cierre provisional del recinto actúan de cortafuegos, pero no son pocas las voces que auguran una solución más bien compleja y sobre todo costosa. La iglesia tiene grietas que descosen partes importantes de la nave y que hacen tambalear la cúpula, sostenida sobre cuatro pilares también agrietados. Los problemas van más allá de la torre icónica de San Andrés. El doctor en Historia del Arte Sergio Fuentes, que se doctoró con un estudio sobre el arquitecto Domènec i Estapà –autor de la cúpula– defiende en conversación con el TOT una obra que considera «pionera y muy moderna», pero que sufre las «deficiencias» del templo. «Que la cúpula se esté agrietando no tiene nada que ver con su diseño, sino con una cimentación precaria que acentúa el problema», argumenta.

La estructura del templo de San Andrés no solo sufre por la humedad –muy protagonista en la zona, anexa al antiguo canal comtal– sino que también se ha visto afectada por la llegada del metro a San Andrés en 1954. Las obras, entonces a cielo abierto, sacudieron brevemente la iglesia y ahora el metro todavía la hace vibrar, aunque a menor intensidad. Fuentes detalla que la cúpula «se resiente por las grietas» que han aparecido en la iglesia en este período y que las piezas de cerámica que engalanan la parte exterior de la torre saltan «porque sufre la base», poco resistente a las adversidades. Bien mirado, el historiador recuerda que hay muchas revistas de arquitectura que citan la obra de Domènec i Estapà como ejemplo de «audacia» y «modernidad», pero señala que su construcción es ahora víctima de la «fragilidad» estructural de la iglesia.

El exterior de la iglesia de San Andrés, el gran icono del barrio | Jordi Play (oct. 2024)

Una cúpula «maldita»

Los más jóvenes de San Andrés prácticamente no han visto nunca la cúpula sin malla protectora, a excepción de los cuatro años que duraron las mejoras de 2020. La torre que ahora corona el templo se levantó tras la tragedia del 9 de agosto de 1882. Los historiadores relatan que la primera gran cúpula de la iglesia –obra de Pere Falqués– cayó el día de la inauguración, se especula que en el momento en que se estaba consagrando la hostia. Una tragedia que provocó una veintena de muertos, varios heridos, y que dejó la iglesia sin cúpula y sin dinero, los cuales había gastado en una construcción convertida ahora en ruinas.

Mal estado de conservación de la cúpula interior de la iglesia de San Andrés del Palomar.
La iglesia tiene dos cúpulas: la exterior, cubierta con una malla, y la interior, que se ve por dentro | Jordi Play (oct. 2023)

Domènech Estapà tomó el relevo de Pere Falqués con el reto de restituir una cúpula que, en definitiva, no dejaba de ser «uno de los primeros verticales a la entrada del Pla de Barcelona», comenta Fuentes. Sin mucho dinero para la reconstrucción, el nuevo arquitecto aprovechó los cimientos de la iglesia que no habían quedado dañados con el derribo, que se habían construido años antes con materiales precarios. El historiador insiste en que Domènech i Estapà fue «hábil» al usar una estructura de hierro en el presbiterio –la parte de la nave que queda detrás de la cúpula– que permite sostener la torre. La idea era reforzar la estructura débil de la iglesia, ya que la cúpula deja caer toda su fuerza sobre esta zona y los cuatro pilares que la forman.

Ahora bien, a pesar de su ingenio, los problemas terminaron llegando, años más tarde, con la llegada del metro. El presidente del Centro de Estudios Ignasi Iglésias, Jordi Petit, comenta que la estructura de hierro era «aceite en un candil» y que «con las obras, la fachada principal comenzó a moverse, a desplazarse poco a poco hacia adelante». Este hecho ha provocado, estos años atrás, movimientos en la cúpula y ha despertado las ya famosas grietas. «En algunos espacios incluso cabe el puño por la fisura», afirma Petit. La historia de la cúpula es, en definitiva, una historia de superación consigo misma a la que también conviene sumar los incendios que sufrió durante la Semana Trágica y la Guerra Civil. Según Petit, es la historia de «una cúpula maldita».

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