La historia de la Masía va mucho más allá de la del Barça. Antes de la llegada del club en el año 1950 y de que este edificio de Les Corts se convirtiera en la cuna de diversas generaciones de futbolistas azulgranas, la trayectoria de Can Planes -el nombre histórico de la finca- ya se remontaba cuatro siglos atrás, siempre ligada a una misma saga familiar.

El rastro de esta estirpe lo podemos trazar gracias a la investigación de la historiadora Imma Navarro, autora del libro Masies de les Corts: Torres masos i altres cases (1993). En esta obra se dibuja una línea temporal a través de hasta once generaciones de herederos, que fueron los propietarios hasta la compra del inmueble y los terrenos por parte de la entidad deportiva. Las primeras referencias las encontramos en el año 1515 a través de Jaume Planes, el primer personaje conocido de esta saga que podemos vincular a los terrenos de Les Corts.
La masía primitiva dominaba sobre un territorio de más de tres hectáreas dedicadas al cultivo de secano, viñedos y olivos. Los descendientes de la familia reconstruyeron la vieja edificación en el año 1702, erigiendo el inmueble que hoy en día resiste a escasos metros del césped del Camp Nou, encajado en la moderna calle de Elisabeth Eidenbenz y la avenida de Joan XXIII. La fecha de construcción aún figura en la fachada principal, junto con un escudo de Santa Eulalia flanqueado a ambos lados por las iniciales del propietario del momento y promotor de las obras de reforma. Una de las anécdotas recuperadas por Navarro cuenta que el militar Manuel Pavía, capitán general de la demarcación barcelonesa durante la guerra carlista, se refugió de las tropas enemigas en Can Planes, disfrazándose de campesino y subiéndose a un árbol. El favor del masovero, que no lo delató cuando llegaron los soldados, fue compensado con la exención del servicio militar para todos sus descendientes, una condición que se cumplió hasta 1936.

Seis millones de pesetas y un traslado
Con el paso de los años, parte de los terrenos propiedad de los Planes terminarían cediéndose para la instalación de fábricas de ladrillos y otras pequeñas industrias, mientras que la gestión de los cultivos y la masía quedarían en manos de masoveros. El trazo recopilado por los vecinos de Les Corts llega hasta el 19 de diciembre de 1950, cuando el último heredero de la saga acordó la venta del mas y de las tres hectáreas de terrenos que lo rodeaban al FC Barcelona para construir su nuevo estadio, ya que el histórico Campo de Les Corts había quedado pequeño. El pacto se cerró por más de seis millones de pesetas entre el entonces presidente Agustí Montal y Francesc Planes, descendiente de la familia. Se da la circunstancia de que Planes era copropietario de la emblemática perfumería Regia del paseo de Gracia, que cerró a finales del pasado mes de enero después de más de un siglo de historia, tal como informaba en un artículo en La Vanguardia el periodista Lluís Permanyer.

La compra, sin embargo, no se terminó de hacer oficial hasta tres años después. Fue entonces cuando comenzaron las obras para construir el futuro Camp Nou, que no se materializaría hasta el 24 de septiembre de 1957 con la inauguración del estadio. Durante los trabajos para erigir el recinto, la masía fue trasladada a su emplazamiento actual, adquiriendo el club de esta manera el compromiso de mantenerla como un recordatorio de los orígenes de los terrenos. Después de unos años cerrada, el edificio se reabrió en 1966 como sede institucional del club y despacho del presidente, un uso que se mantendría hasta 1978. Bajo el mandato de Josep Lluís Núñez, se reformó la finca para acoger la residencia y academia del filial azulgrana. 32 temporadas después, la Masía cerró oficialmente sus puertas el 30 de junio del 2011 para trasladarse a unas nuevas instalaciones ubicadas en la Ciudad Deportiva Joan Gamper, en Sant Joan Despí (Baix Llobregat).


