Las imágenes tienen la capacidad de revivir escenas de un pasado que ya solo pervive en el recuerdo. Estos retratos de tiempos pretéritos han permitido dejar inmortalizadas escenas que en muchos caos serían actualmente impensables o que directamente muestran escenarios que a pesar de resistir a lo largo de los años están completamente irreconocibles por la gran transformación que han experimentado. En el caso de Barcelona, un caso muy evidente de este cambio de piel es el Mercado de la Boqueria.
Las emblemáticas instalaciones ubicadas en la Rambla se remontan prácticamente hasta el siglo XIII, cuando hay constancia por primera vez de la existencia en este punto del corazón de la ciudad de paraditas ambulantes al aire libre que vendían productos cárnicos. La primera piedra del equipamiento como tal, sin embargo, no se pondría hasta el 19 de marzo del 1840, un primer paso crucial para la configuración del mercado actual que iría acompañado en las siguientes décadas de varias ampliaciones y remodelaciones.
Aun así, uno de los grandes puntos de inflexión para las instalaciones no llegaría hasta el cambio de siglo. Entre el 1913 y el 1914 se llevaron a cabo varias reformas que acabaron de dar al mercado la fisonomía tan característica y reconocible vigente hoy en día. La primera de estas actuaciones fue la colocación del magnífico arco modernista que preside la entrada de la Rambla y la segunda la construcción de la cubierta metálica, que sustituía los tejados provisionales instalados en 1874. Ambas intervenciones fueron a cargo del arquitecto Antoni de Falguera y supusieron un cambio de etapa para el equipamiento, que acabó de dejar atrás de este modo el recuerdo del mar de toldos con el que los vendedores se protegían de las inclemencias del tiempo durante las primeras décadas de trayectoria de la Boqueria.

Un retrato de la Barcelona más cotidiana
Este es el momento temporal en el cual se ubica precisamente la fotografía protagonista de este artículo. En concreto, la instantánea data del 1907 -siete años antes de la materialización de la sustitución de la cubierta- y ha sido recuperada para la ocasión por parte del usuario Catalunya Color, un perfil que se dedica a poner color a fotografías antiguas en blanco y negro de todo el territorio catalán.
La imagen en cuestión es obra de Frederic Ballell, un fotógrafo nacido en Puerto Rico el 1864 que llegó a Barcelona con 16 años y que estuvo muy vinculado a revistas como
La fotografía es una de estas piezas y muestra la entrada principal del mercado todavía sin el arco modernista ni la cubierta metálica. En el centro de la imagen, varias mujeres barcelonesas con cestos colgados del brazo o en la mano conversan en una escena totalmente cotidiana que se aleja mucho de la realidad actual de las instalaciones, que están prácticamente colonizadas por las avalanchas de turistas que visitan cada día la ciudad.