El edificio de la antigua fábrica de los Hermanos Climent, artesanos especializados en muebles artísticos de bronce, ocupa las principales portadas de los diarios locales este verano. En este recinto, declarado Bien Cultural de Interés Local, se ha instalado un tanatorio que indigna a algunos vecinos de la zona. Los más críticos piden que el nuevo negocio se traslade lejos de las zonas urbanas y que se ubique, en su lugar, un equipamiento destinado al barrio.
De hecho, un grupo inscribió el proyecto ‘Recuperamos Can Climent para la cultura popular’ en los presupuestos participativos del pasado mandato. Una propuesta que pretendía convertir la antigua fábrica en la nueva sede de los Castellers de Sants, que carecen de una espacio lo bastante grande para acoger las cerca de trescientas personas que participan de algunos ensayos. En todo caso, el consistorio dio luz verde al proyecto funerario, que ha superado finalmente las críticas vecinales y, hoy por hoy, también los recursos jurídicos interpuestos por los mismos vecinos. No es, eso sí, la primera vez que el edificio de Can Climent muta. Ya lo ha hecho en diferentes ocasiones, acogiendo negocios de todo tipo.
El inicio de un edificio singular
El edificio, ubicado en la calle Comtes de Bell-Lloc, fue construido el 1925 por el arquitecto de Sants Modest Feu, que ha dejado uno de los legados patrimoniales más importantes del barrio con diferentes obras remarcables. El arquitecto construyó un edificio de dos naves muy singular, tal como querían los propietarios de la fábrica, que visualizaban, en aquella época, una expansión importante de su negocio. No se equivocaban. De hecho, consiguieron bastante prestigio a principios del siglo XX hasta el punto de participar de la Exposición Universal de 1929, donde recibieron un premio de honor y la medalla de oro. A pesar del éxito incuestionable, a mediados del siglo pasado el edificio deja de acoger, por motivos que no se acaban de conocer, los trabajos de la fábrica. Desde entonces, ha incorporado diferentes negocios, como un taller mecánico o un almacén de vinos, entre otros.

El primer parque de bolas infantil de Barcelona
El otro gran recuerdo que guardan los vecinos es la ludoteca ‘Happy Park‘, que ocupó la antigua fábrica entre 1994 y 2019. En aquel momento, fruto del estado de la nave, la empresa tuvo que invertir unos cien millones de pesetas [poco más de 600.000 euros] para poner el edificio al día. Cuando los novuevos propietaris entraron, este recinto era un almacén donde se guardaban estands de la Feria de Barcelona.
A cambio de la reforma, los propietarios de ‘Happy Pak’ consiguieron un alquiler de larga duración, ocupando el espacio durante más de dos décadas sin problemas. Pero el
