Correos es la estación fantasma más conocida del metro de Barcelona. De hecho, el nombre oficial es en castellano. Este martes, 20 de febrero, se han cumplido 90 años de su entrada en funcionamiento. Fue en 1934. La parada solo estuvo en activo durante 38 años. Cerró el 20 de marzo de 1972 como consecuencia de que la línea 4 se alargó hasta la Barceloneta. Actualmente, los convoyes de la L4 que circulan entre Jaume I i Barceloneta pasan por la que fue la parada de un ramal del Gran Metro.
La estación tomó el nombre del edificio de Correos que todavía hay al final de vía Laietana. Se construyó entre la calle de Àngel Baixeras y la antigua plaza de Antoni López, ahora de Idrissa Diallo. Según recuerda Gustau Lamadrid en TMB Noticias, el proyecto tiene el origen en la intención de hacer llegar el metro, que ya bajaba por la Rambla, hasta la estación de França. Inicialmente, las obras tenían que pasar por la fachada marítima. Se hicieron varios proyectos, pero el Ayuntamiento presionó para aprovechar los túneles que se habían hecho en 1913 para la apertura de vía Laietana. Así es como finalmente se abrieron las estaciones que ocupan este espacio en un trazado que durante mucho de tiempo fue un tramo de la línea 3, conocido como el ramal Aragón-Correos del Gran Metro de Barcelona, y que ahora pertenece a la línea 4.

Una sola vía, filtraciones y un andén de menos de dos metros
Correos era una estación particular. A causa de su proximidad con el mar, solo tenía un nivel y durante su construcción se produjeron numerosos problemas de filtraciones de agua. Además, disponía solo de una vía y de dos naves paralelas de 60 metros de longitud. En la nave de la izquierda había la vía y un andén de solo 1,84 metros, y en la nave de la derecha había únicamente andén, a pesar de que el acceso a los trenes «se hacía a través de diez arcos de tres metros de luz abiertos en el muro que separaba ambas naves», recuerda Transportes Metropolitanos de Barcelona.
A lo largo de los menos de 40 años que estuvo en funcionamiento, la estación de Correos, con un solo vestíbulo situado en el lado sur y un acceso justo delante del edificio de Correos, fue remodelada en dos ocasiones, una en 1949 para alargar los andenes, y la otra en 1956 para renovar la decoración. Con anterioridad, en julio de 1946, se pusieron fluorescentes, en la que fue la primera instalación pública de todo el Estado en tener.
La construcción de la línea 4 a principios de los años 70 supuso la clausura de la estación de Correos. Se planteó la necesidad de hacer una estación más próxima a la estación de França, que hace 50 años era uno de los puntos de conexión más importantes de la ciudad, y se decidió que sería la de la Barceloneta.

Restaurada el verano del 2023
Lejos de desaparecer, la estación de Correos es hoy en día un pozo de ventilación y los trenes de la L4 pasan por sus dos naves. El letrero de

