La imagen sorprende todo el mundo que pasa por delante. La cúpula de la iglesia de Sant Andreu, la segunda más grande de Barcelona, vuelve a estar cubierta por una malla protectora. La iglesia recupera una imagen parecida a aquella que lució años atrás, antes de que la administración y el Arzobispado pactaran restaurarla en 2020. Cuatro años más tarde, el obispado ha informado que los técnicos han detectado un «deterioro precoz de parte del material en alguna zona de la cúpula» y que por eso se ha optado para protegerla «de manera preventiva».
«Todas las instituciones implicadas estamos trabajando para resolver esta incidencia», remarcan desde el obispado. Según ha podido saber este diario, todos los agentes implicados están a la espera de los análisis que hagan los técnicos de mantenimiento. En un comunicado breve, el Arzobispado de Barcelona remarca que recopilará todos los informes, hará seguimiento y que pronto informará «de los próximos pasos a seguir».

La imagen de la cúpula cubierta por una reja no es nueva. Los vecinos del barrio andreuense lucharon durando cerca de una década para que las autoridades restauraran la cúpula, con signos claros de «lesiones, envejecimiento y desgaste» causados por el viento, el agua y la radiación solar. El 2020 acabaron unas obras muy esperadas y de un valor superior al millón de euros, financiadas a partes casi iguales entre el Ayuntamiento de Barcelona, la Generalitat y el Arzobispado de Barcelona, que inyectó un poco más de dinero.
Grietas interiores
La iglesia de Sant Andreu tiene dos cúpulas, una interior y una exterior. Hasta ahora, una vez solucionados –o a priori subsanados– los defectos de la cúpula exterior, el problema se centraba en las grietas y humedades de la cúpula interior. Preocupa especialmente las cuatro grietas más grandes, que caen de las esquinas. La misma iglesia ha precintado la zona inferior de la cúpula por miedo a posibles desprendimientos. El problema no solo recae sobre el elemento central de la iglesia, sino también sobre el cuerpo del edificio. La humedad del barrio andreuense y el paso del metro por la plaza Orfila hacen que este problema no tenga fácil solución.

Mientras tanto, el Ayuntamiento y el Arzobispado han anunciado la reforma de la capilla de los segadores, anexa a la iglesia y en un estado deplorable. Las dos instituciones han pactado una inversión de 300.000 euros para rehacer los arcos y el soportal del edificio, el primer paso para aislar este elemento patrimonial –la revuelta de los segadores empieza en este edificio– de las inclemencias climáticas.



