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Correos, la estación fantasma del metro anclada en 1972

«Con motivo de las obras de adaptación de la Línea III en el ramal que comprende las estaciones de Urquinaona a Correos […], se comunica al público que a partir del próximo lunes día 20 del actual se cerrará al servicio la estación de Correos». Este mensaje va acompañado de la siguiente fecha: 14 de marzo de 1972. Esto sucede justo una semana antes del cierre definitivo de la estación de Correos -oficialmente bautizada con su nombre en español-, quizás la más célebre de las denominadas paradas «fantasma» del metro de Barcelona. Con motivo del centenario de la red del subsuelo de la capital catalana, Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) ha abierto esta madrugada por primera vez en 53 años los andenes de esta estación ubicada entre las de Jaume I y Barceloneta de la actual línea L4 y que estuvo en funcionamiento durante casi cuatro décadas.

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Antigua estación de Metro de Correos. 21.10.2025, Barcelona foto: Jordi Play

El TOT Barcelona ha podido visitar este martes la parada ubicada bajo la Via Laietana, en lo que es el gran atractivo de la conmemoración del primer siglo de historia del metro, con permiso de los cinco trenes históricos restaurados y de la estación fantasma de Gaudí. En la superficie, la ciudad dormía y reinaba el silencio, con la excepción de algunos turistas que regresaban de fiesta, de los trabajadores del servicio municipal de limpieza y de los operarios que colocaban las luces de Navidad. Mientras tanto, en el subsuelo, una expedición formada por periodistas equipados con chalecos reflectantes se adentraba como verdaderos topos en los túneles de la red subterránea, recorriendo las vías sin tensión desde la estación de Jaume I hasta el emplazamiento de la parada abandonada, aproximadamente a la altura del edificio de Correos. La visita comenzaba alrededor de las tres de la madrugada, a poco más de tres horas del inicio del paso de los convoyes por estos mismos agujeros, excavados en tierra hace más de un siglo. Antes habían podido acceder un grupo de ciudadanos afortunados que consiguieron una de las pocas plazas disponibles para el público en general.

L4 de metro 21.10.2025, Barcelona foto: Jordi Play

Las indicaciones por parte del personal de seguridad y de los trabajadores de TMB que acompañaban la expedición eran claras: circular por el centro de las vías, evitando pisar los raíles. El recorrido de cerca de 250 metros por los túneles por donde circulan cada día los convoyes de la L4 está lleno de detalles que pasan desapercibidos para el pasajero habitual, tanto por la poca iluminación como por la velocidad a la que suelen circular los trenes. Desde palabras escritas en las paredes hasta grafitis o una importante presencia de humedades que engullen buena parte de la bóveda del techo y de las paredes, que aprovecharon los surcos ya abiertos entre los años 1908 y 1913 durante la apertura de la Via Laietana. Cada pocos minutos, el sonido de convoyes circulando por otros tramos de la línea impresionaba al visitante, que no podía evitar girarse para comprobar que ningún metro venía en su dirección.

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Antigua estación de Metro de Correos. 21.10.2025, Barcelona foto: Jordi Play

Después de unos minutos caminando desde Jaume I, se llega a la estación de Correos. En este lugar, el tiempo se ha detenido en aquel 20 de marzo de 1972. Solo la presencia de pintadas en las paredes devuelve al visitante a la época actual. La parada era una de las cabeceras del ramal Aragó-Correos del Gran Metro de Barcelona, precursora de la actual L3. Había sido inaugurada el 20 de febrero de 1934, tenía una única vía, un andén para pasajeros, uno de servicio y había sido remodelada en dos ocasiones en los años 1949 -cuando se revistió el suelo con el panot barcelonés y se pintó el techo- y 1956. Tuvo el honor de ser una de las primeras instalaciones públicas del Estado que instaló fluorescentes en julio de 1946.

Cuando en los setenta se planteó la prolongación de este ramal para independizarlo y configurar una nueva línea, el tramo entre Jaume I y Aragó se cerró. La bautizada como L4 reabrió ampliada en 1976, pero ya sin la estación de Correos, que fue sustituida por una de nueva construcción -llamada Barceloneta- que estaba más cerca de la estación de Francia, entonces aún un punto importante de la movilidad barcelonesa.

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Antigua estación de Metro de Correos. 21.10.2025, Barcelona foto: Jordi Play

Recortes del tardofranquismo

De la antigua andén de pasajeros no se conserva absolutamente nada, más allá de la estructura y alguna parte de azulejos. El resto fue destruido cuando se prolongó la línea y se decidió clausurar esta parada. Por donde descendían y ascendían los pasajeros, que estaba al mismo nivel que las taquillas de la infraestructura por la poca profundidad de los túneles, ahora pasa la línea L4 en sentido montaña. En cuanto al andén de servicio, que era más estrecho que el principal y se utilizaba para que el maquinista pudiera hacer el cambio de sentido cuando la estación era cabecera del ramal del Gran Metro, sí se ha preservado el letrero original con la denominación en español de la estación en letras de color grana, los azulejos y varios carteles publicitarios magníficos, que lucen protegidos por una capa de metacrilato.

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Antigua estación de Metro de Correos. 21.10.2025, Barcelona foto: Jordi Play

Entre estos, destacan anuncios de Danone -con el lema Lo más natural del mundo-, de Muebles Asturias, Muebles La Fábrica, Canada Dry o de la joyería El Regulador. De esta última, uno de los vigilantes de seguridad de la red recordaba admirando la publicidad que el negocio ocupaba todo el edificio que actualmente alberga el Hotel Bagués en la rambla de las Flores, esquina con la calle del Carme.

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Antigua estación de Metro de Correos. 21.10.2025, Barcelona foto: Jordi Play

Una de las reliquias que se han conservado en este espacio del subsuelo barcelonés son una serie de carteles electorales que datan del 1971, es decir, años antes de la democracia. El protagonista de la propaganda es Eduard Tarragona (Balaguer, 1917 – Barcelona, 2007), un empresario del mundo del interiorismo y los muebles que aquel año optaba a revalidar su presencia como Procurador en las cortes franquistas, el equivalente a miembro del Congreso de los Diputados, pero bajo la falsa democracia del régimen, que solo permitía que se presentaran candidatos afines a la dictadura y limitaba el voto a los jefes de familia. Con lemas como La voz de los sin voz y [El] Que llama al pa, pa i al vi, vi, Tarragona superó en los comicios a un político ilustre como Juan Antonio Samaranch. El empresario acabaría siendo concejal de los últimos gobiernos municipales del franquismo, con Enric Massó (1973) y Joaquim Viola (1975) en la alcaldía.

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Antigua estación de Metro de Correos. 21.10.2025, Barcelona foto: Jordi Play

En la parte del andén de servicio que se encuentra más cerca de la estación de Barceloneta, todavía se puede ver el cartel que indicaba dónde estaba la entrada y salida de la parada. A los pies del letrero, un zumbido de agua brotando de manera constante oculta uno de los ríos freáticos que pasan por la red del metro, uno de los grandes quebraderos de cabeza durante muchas décadas para los trabajadores de mantenimiento. «Ahora está todo canalizado, pero antes, en esa parte [dice señalando una curva en el trazado previo a la estación de Barceloneta], se acumulaba el agua e invadía todas las vías. Tenías que sacarla con bombas», recuerda un empleado que lleva cerca de 20 años trabajando en el subsuelo de la capital catalana.

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Antigua estación de Metro de Correos. 21.10.2025, Barcelona foto: Jordi Play

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