El empinado barrio de la Salut no tiene mar. Su ubicación privilegiada a los pies del Park Güell y justo por encima de la Vila de Gracia lo dota de unas vistas privilegiadas, que permiten divisar buena parte de la ciudad y de su frente litoral. A pesar de estar situado a las alturas y, evidentemente, a bastantes kilómetros de la costa barcelonesa, esta zona de la capital catalana sí que tiene su propio barco. La casa conocida popularmente con este sobrenombre no es solo un edificio con una fisonomía particular que recuerda a la de una embarcación, sino que también es la ópera prima del arquitecto Sixte Illescas y una de las primeras construcciones racionalistas de todo el Estado.
Oficialmente bautizada como Casa Vilaró, el apellido de la familia para quien diseñó el inmueble Illescas, esta finca unifamiliar de tres plantas se erigió el año 1929 en uno de los solares de la serpenteante avenida del Coll del Portell. Fuertemente influenciado por el estilo vanguardista que entonces estaba en plena efervescencia en Europa gracias a nombres como Le Corbusier o Mies van der Rohe, el joven arquitecto barcelonés -tenía solo 27 años- quiso adaptar esta estética sobria y minimalista a un terreno complejo marcado por un desnivel pronunciado. Lo hizo a través del uso de materiales como el cemento armado o las estructuras metálicas y creando un entramado de terrazas y jardines que resiguen su particular fisonomía curva, una silueta que la vegetación que ha crecido libremente a lo largo de los años no permite apreciar en su esplendor desde la calle.
Después de cerca de nueve décadas de silencio, una consecuencia derivada de su uso residencial continuo, el edificio volvía a primera línea wn 2019, cuando fue escogido como una de las seis construcciones que participarían en la segunda edición del programa

Turismo arquitectónico por 1.300 euros la noche
Casi tres años después de salir al mercado, la Casa Vilaró continúa en venta por el mismo precio. Así lo avanzó la semana pasada a través de las redes sociales el responsable del popular cuenta Efemèrides d’Arquitectura, que preparando una publicación para conmemorar el 121 cumpleaños del nacimiento de Illescas tropezó con un nuevo anuncio en el mismo portal inmobiliario donde se ofrecía este inmueble de cerca de 567 metros cuadrados por 1.985.000 euros. Desde aquel primer anuncio del 2021, la propiedad ha confiado la operación a varias agencias que por ahora parece que no han encontrado un candidato idóneo para hacerse con esta joya racionalista.
Ay caram… iba a hacer un tuit sobre el nacimiento del arquitecto racionalista Sixt Illescas (1903) y me encuentro que su obra más conocida, la Casa Vilaró (1930, bajo el Park Güell) es a la venta. Si alguien tiene 2 millones de € que la compre antes de que lo haga algún cràpula guiri. pic.twitter.com/r3h63xry8q
— Efemérides de Arquitectura (@efemarq) June 16, 2024
Ahora bien, durante este tiempo, la finca no se ha mantenido vacía a la espera de comprador. Tampoco ha mantenido el uso estrictamente residencial que había tenido hasta entonces. Según ha podido comprobar el TOT Barcelona, la casa ha estado funcionando como alojamiento turístico de lujo al menos desde el 2019. Así lo acredita la página web oficial del inmueble, donde aparece una breve descripción de las características, así como una extensa compilación fotográfica del estado actual tanto del exterior como de los diferentes aposentos interiores. A través de este portal también se puede reservar o bien todo el domicilio o bien alguna de las habitaciones. De cara en los próximos meses de verano, el precio de alquilar todo el alojamiento sube hasta los 1.300 euros por noche en pleno mes de julio, mientras que el de los dormitorios oscila entre los 70 y los 126 euros la noche.

De hecho, la validez de este permiso como piso turístico es uno de los aspectos que se destacan en el último anuncio de la Casa Vilaró en Idealista, actualizado el pasado mes de mayo. «La casa tiene una licencia turística, ofreciendo una oportunidad lucrativa de inversión. Es, sin duda, un destino privilegiado para quien busca exclusividad y rentabilidad», se puede leer en la descripción de la vivienda. Este recurso de ofrecer la ópera prima de Illescas como parte del mercado de alojamientos turísticos de la ciudad ha permitido a los actuales propietarios sufragar hasta ahora el elevado coste de mantenimiento de la finca, que está protegida como Bien Cultural de Interés Local (BCIL).
Un cambio de piel descubierto hace dos décadas
El destino de esta casa, sin embargo, ya hacía tiempo que estaba truncado. La familia Vilaró había encargado el diseño del inmueble a Illescas después de ganar un premio de la lotería y su intención era invertir la cantidad recibida en este proyecto. Aun así, los promotores de la obra no la pudieron disfrutar nunca porque el arquitecto se fue de presupuesto y finalmente se vieron forzados a vender la finca para no acabar completamente arruinados. Este fue el primer revés de la trayectoria del edificio, que fue pasando de manos hasta el 18 de noviembre de 1999, cuando los técnicos municipales efectuaron una visita para incluirlo como parte del patrimonio protegido de la ciudad.
Según se indica en la ficha realizada entonces por los responsables del área de patrimonio, el diseño original del pionero del racionalismo catalán había sufrido a lo largo de los años varias modificaciones tanto en la estructura interior como exterior. Solo entrar se podía comprobar como el característico acceso desde la parte superior del domicilio en forma cúbica y totalmente de vidrio estaba «muy desfigurado». La pequeña escalera situada en el office ya no era la única vía de comunicación entre las dos plantas principales de la casa, sino que una «notoria intervención abrió una nueva escalera de comunicación sin que se tenga documentación que sitúe cronológicamente tal hecho». La desaparición del jardín ubicado en la parte superior de la finca también derivó en una «modificación de la fachada posterior, eliminando algunas aperturas y añadiendo varios volúmenes«, como es el caso de un espacio situado a continuación de la cocina que «elimina la transparencia original de la construcción».

A pesar de los cambios evidentes introducidos en la estructura del inmueble, no todo fueron malas noticias en la visita del 1999. Esta inspección permitió confirmar la existencia de mobiliario expresamente diseñado por Illescas que -según se puede ver en las imágenes actuales del interior de la vivienda- todavía sobrevive como butacas, una mesa de comedor, sofás, muebles auxiliares, luminarias, vitrinas y estanterías. También se conserva el baño principal original con pavimento hidráulico imitando mármol y otros sanitarios.

El «juicio» y la oportunidad pública
La coexistencia de estos fragmentos del diseño original con las modificaciones introducidas por los diferentes inquilinos para hacerlo más habitable fue precisamente el hilo conductor que cogió el artista Ben Weir en 2019 para reinterpretar la obra del arquitecto barcelonés. Durante dos semanas, este creador residió en el domicilio para poder analizar las diferentes intervenciones realizadas durante su trayectoria casi centenaria y hasta su situación actual. «La Casa Vilaró permanece en el purgatorio. Sabe bien cuál es su pasado, pero no divisa futuro. Está esperando juicio. La sensación es que una obra históricamente tan importante cumple una función insatisfactoria; el glamur descuidado de las habitaciones, que actualmente acogen un hotel, parece que nos puede ofrecer mucho más […] En lugar de intentar resolver el problema, o el destino, de la casa en relación con su estatus internacionalmente degradado o sus incorporaciones poco acertadas, aspiro a producir una obra que discuta la riqueza y complejidad de su condición actual», aseguraba después del proyecto el artista.
Cinco años después de esta reveladora residencia artística, que dejó como resultado varias maquetas que se expusieron en la Fundación Mies van der Rohe, el futuro de la ópera prima de Illescas sigue siendo toda una incógnita. El edificio continúa en venta y los propietarios que lo adquieran por casi dos millones de euros tendrán que acatar todas las restricciones que comporta una construcción catalogada como BCIL, una etiqueta que condiciona drásticamente las actuaciones de reforma que previsiblemente se querrían llevar a cabo y que obliga a los responsables a garantizar un mantenimiento adecuado del inmueble.

Con este escenario y a pesar de reconocer que no han recibido ninguna queja por la actividad turística que en los últimos años se ha desarrollado en la finca, la plataforma vecinal Recuperem La Salut considera que la falta de un comprador claro es una buena oportunidad para que las administraciones den un paso adelante y adquieran la Casa Vilaró para reconvertirla en instalaciones para la zona. «Tuvimos que anexar el Casal Cardener -un centro cívico ubicado en la Vila de Gracia- porque somos un barrio donde prácticamente no tenemos equipacmientos municipales. Sería genial que se pudiera reaprovechar un edificio como este para usos públicos«, apuntan, dejando la propuesta sobre la mesa de las autoridades.