Lluís Llop no olvidará nunca la primera vez que vio jugar al Barça. Fue cuando tenía 12 años en el antiguo Camp de les Corts, donde los azulgranas se enfrentaban al CD Alcoyano, que entonces jugaba en primera división. Fue acompañado de su tío, que consiguió dos entradas, y solo acceder por uno de los gols quedó fascinado por el gentío que llenaba las gradas y por el ambiente que desprendía aquel viejo estadio, que ya entonces empezaba a quedarse pequeño.

Aquel partido -que acabó con una contundente victoria azulgrana por cuatro goles- fue el inicio de la historia de amor de este hombre de 88 años con el club. Después de aquella primera presa de contacto y hasta el año 1957, Llop volvió a menudo al Camp de les Corts gracias al carné que le dejaba su jefe. «Él tenía un affaire con una mujer y utilizaba la excusa del partido para poder verse con ella. Cuando acababa el enfrentamiento, quedábamos en la plaza de Urquinaona y allí me hacía explicarle todos los detalles para tener coartada con su esposa», explica. Era la época del conocido como Barça de las Cinco Copas y el barcelonismo estaba en pleno apogeo.

Buena parte de la culpa de este éxtasis barcelonista fue de Ladislau Kubala, un joven húngaro que llegó a la capital catalana como refugiado en la década de los cincuenta y que rápidamente se erigiría en una de las grandes figuras de la historia de la entidad. «La fiebre para verlo sobre el verde desbordó las posibilidades del Camp de les Corts, que ya no se podía ampliar más. Su irrupción fue el detonante que hizo imprescindible la construcción de un estadio nuevo», asegura Llop. Poco se imaginaba entonces este veterano aficionado que 66 años después el Camp Nou se acabaría convirtiendo en su segunda casa y que podría despedirse del estadio de su vida desde la tribuna presidencial.

Lluís Llop, miembro de la Agrupación Barça Jugadores, a la escultura dedicada a los jugadores en el Camp Nou.
Lluís Llop, miembro de la Agrupación Barça Jugadores, a la escultura dedicada a los jugadores en el Camp Nou / Jordi Play

Un idilio que empieza con dos pesetas

El presidente del FC Barcelona, Joan Laporta, quiso tener este gesto con Llop en reconocimiento a los cerca de veinte años de trabajo incansable que este hombre ha dedicado a la Agrupación de Jugadores del FC Barcelona, de la cual es miembro a pesar de no haber vestido nunca los colores azulgrana sobre el terreno de juego. Este hecho no solo es una muestra del compromiso de este socio con el club, sino que también lo es de un amor por los colores que lo ha llevado a encargarse durante las últimas décadas del mantenimiento de la capilla del Camp Nou y que también le ha convertido en un verdadero pozo de sabiduría de la historia de la entidad.

El pasado 28 de mayo fue, pues, un día especial. Llop cerró con el último partido en el Camp Nou un ciclo que había empezado en 1957, cuando pisó por primera vez el que se convertiría en el feudo azulgrana durante casi siete décadas. De hecho, su particular idilio con el estadio había empezado unos años antes, cuando el hombre había decidido empezar a coleccionar una vez vencidos los carnés de socio de sus jefes con los cuales veía los partidos del Barça cuando ellos no acudían. En al menos dos de estos abonos, correspondientes a los años 1952 y 1953, figura en el extremo superior izquierdo un sello con las palabras pro campo, que indicaba que dos pesetas del precio del carné se había destinado a financiar la construcción del futuro terreno de juego.

Un carné de socio del año 1952 donde se puede ver el sello de la aportación de dos pesetas para construir un nuevo estadio / Cedida
Un carné de socio del año 1952 donde se puede ver el sello de la aportación de dos pesetas para construir un nuevo estadio / Cedida

66 años viviendo el club desde dentro de

Esta recaudación de fondos iniciada bajo el mandato del presidente Agustí Montal Galobart se alargaría durante varias temporadas hasta culminar con la inauguración del Camp Nou después de tres años de obras un 24 de septiembre. El veterano aficionado no pudo acudir al partido inaugural porque se encontraba haciendo el servicio militar obligatorio en el Pirineo, pero no se quiso perder el segundo partido de la temporada. Desde entonces, Llop ha vivido desde las gradas del templo azulgrana grandes victorias y también una de las etapas más exiguas de trofeos de la trayectoria centenaria del club. Ha visto pasar por el césped a jugadores como Kubala, Johan Cruyff, Diego Maradona, Romário, Ronaldinho o Leo Messi. También ha celebrado un centenario y ha vivido la época más laureada del club con la consecución de cuatro copas de Europa en diez años.

Público en uno de los primeros partidos que se jugaron en el Camp Nou / FC Barcelona
Público en uno de los primeros partidos que se jugaron en el Camp Nou / FC Barcelona

Lo ha hecho las últimas décadas prácticamente desde dentro, como un miembro más de la estructura interna de la entidad. Este es el privilegio que le ha otorgado ser miembro de la Agrupación de Jugadores del FC Barcelona, una entidad que hasta hace aproximadamente dos años tenía su sede al mismo estadio azulgrana y que con el inicio de las obras del Espai Barça se mudó a un local ubicado en la travessera de les Corts, solo a unos metros de un Camp Nou que poco a poco va desapareciendo a medida que avanzan los trabajos de escombro.

Instantáneas de un adiós

Desde que se materializó el traslado de la agrupación y la clausura oficial de las instalaciones, Llop se ha parado enésimas veces a las puertas del recinto para admirarlo con cierto regusto de nostalgia y fotografiarlo antes de que las máquinas lo reduzcan a escombros. Su intención es poder hacer una compilación de instantáneas de todo el proceso para añadirlas a su espectacular colección particular de recortes, documentos y libros sobre la historia del estadio y del club.

De hecho, en este proceso de desmontaje de las gradas ha quedado a cuerpo descubierto temporalmente una parte de la piel interior de aquel recinto primigenio, diseñado por los arquitectos Francesc Mitjans Miró, Josep Soteras Mauri y Lorenzo García Barbón, y que quedó cubierta en reformas posteriores como las de los años 1982 y 1994.

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Operarios trabajan en las obras de escombro del tercer graderío del Camp Nou / Jordi Play

La esperanza de una nueva etapa

El relevo del viejo Camp Nou lo asumirá la próxima temporada el Estadio Olímpico Lluís Companys, que hará de casa en el exilio mientras se alarguen las obras de construcción del nuevo estadio. El veterano aficionado, como otros muchos seguidores azulgranas, no tiene pensado acudir cada semana a las instalaciones de Montjuic para ver los partidos como ha hecho hasta ahora en les Corts. «No iré. Tengo dificultades para desplazarme -para poder recorrer distancias largas necesita muletas- y todavía no sé tampoco qué asiento podré tener», lamenta.

Llop tendrá que esperar a la finalización de los trabajos de construcción del nuevo estadio, que tendrían que estar parcialmente culminados de cara al mes de septiembre del 2026, para poder volver a ver en directo a los azulgranas de manera regular. «Tengo 88 años. Solo espero seguir vivo cuando esté listo el nuevo Camp Nou. Es el estadio de mi vida», concluye.

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