En febrero de 2011, el entonces alcalde Jordi Hereu anunciaba la compra del Teatro Arnau a la Iglesia Evangélica China por poco más de dos millones de euros. Durante los 14 años que han pasado, el espacio escénico del Paral·lel se ha ido degradando y ahora mismo se cae a pedazos. Después de todo este tiempo de espera, las obras para recuperar el teatro se han iniciado este lunes. Según detalla el Ayuntamiento, se prevé que se prolonguen entre 22 y 24 meses y finalicen durante el primer trimestre de 2027.
Tal como ya adelantó el TOT Barcelona, se introdujeron cambios en el proyecto de rehabilitación, lo cual se concretó en una reducción del presupuesto final, de los 11,6 a los 10,1 millones. La revisión ha implicado la supresión de la planta del sótano, «reduciendo la superficie construida y optimizando la distribución de los espacios».
Artes escénicas y otras manifestaciones culturales
Según el Ayuntamiento, cuando el Arnau esté reformado el teatro se concebirá como un espacio polivalente que acogerá actividades de artes vivas, artes escénicas y otras manifestaciones culturales que históricamente se han desarrollado en este espacio. Además, el Arnau debe servir para fomentar el trabajo comunitario y el arraigo en los barrios del entorno, como el Poble-sec, el Raval y Sant Antoni, implicando tanto a los vecinos como a las entidades.
La reapertura del Arnau, cuya historia se remonta a finales del siglo XIX, debe permitir recuperar el último teatro de barraca de Barcelona. El proyecto se encargó durante el primer mandato de Ada Colau como alcaldesa. Entonces, la concejala de Ciutat Vella Gala Pin explicó que la remodelación se iniciaría en 2019. Inicialmente, el Ayuntamiento quería demoler el Arnau por deficiencias estructurales. Pero finalmente esta opción se descartó y se aseguró que el edificio se podría salvar.
Un mural de Roc Blackblock denuncia los efectos del turismo
Recientemente, el TOT explicó que el artista Roc Blackblock denunció en un mural en el teatro Arnau que el turismo está matando Barcelona. El mural incluye maletas ardiendo y un cartel que Barcelona está en venta, con un precio de 10 millones para los vecinos y 0,99 para los inversores. Y reivindica “la Barcelona de los vecinos”, la cual debe estar basada en la gestión comunitaria, la economía social y solidaria, la cultura popular, el urbanismo feminista, espacios reapropiados, proyectos vecinales, infraestructuras colectivas y barrios sostenibles.
