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El mítico bar de Barcelona que se encuentra a un paso del cierre

Bajo un Bracafé de la ronda Universidad, en un sótano, podemos, todavía, encontrar uno de los lugares más emblemáticos de la música en Barcelona. El Milano Cocktail Bar, ahora Milano Jazz Club, durante muchos años ha acontecido como refugio para los amantes de los cócteles y del jazz. Ahora este club de música está en peligro de cierre. Una ‘trattoria’ puede ser quien eche al Milano de su casa.

El creador del pódcast Club del Jazz, y periodista, Carlos Pérez Cruz, ha destacado que la posibilidad que el Milano cierre no es económica, es por culpa de una enfermedad que afecta la ciudad de Barcelona, según dice el periodista: «Lo sentencia la misma enfermedad que ha homogeneizado los centros de las ciudades hasta hacerlas indistinguibles las unas de las otras» y ha atacado directamente el sistema económico actual: «Capitalismo salvaje, especulación, avaricia y turistificación son algunos de sus nombres. Lo mata el franquicidio, otra pandemia«

El post de Instagram desde el que reclaman salvar el Milano | Instagram

El periodista además ha sido el impulsor de una campaña de recogida de firmas que ya acumula más de 2.400 firmas para salvar el local, que abrió en 2007.

La propiedad del local ha sido quien potencia el cambio

El propietario ha decidido alquilarlo a una franquicia de un restaurante italiano. Carlos Pérez Cruz ha apelado a la, poco probable, intervención del Ayuntamiento: «Sé que la administración pública no es omnipotente, pero espero que no se declare impotente ni cómplice del adelanto de la desertificación cultural de Barcelona”.

La manzana de hecho cuenta con diferentes locales comerciales que corresponden a varias franquicias de comida como La Tagliatella, Foster’s Hollywood, Taco Bell o Honest Greens. El periodista destaca el futuro que tendrá el nuevo local: «Triunfará, no tengo ninguna duda, a un minuto de la plaza Cataluña es casi imposible que no lo haga, pero es un triunfo empresarial que acaba de enterrar la cultura de clubes y locales de música». Pérez Cruz califica a los instigadores de este hecho como enterradores: «La cultura de clubes la ha enterrado viva una pandilla de sepultureros de los macrofestivales y la borrachera turística postolímpica«.

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