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Las tres horas en que el fuego devoró un símbolo cultural de Cataluña

Una joya de la arquitectura teatral con casi ciento cincuenta años de historia y uno de los símbolos culturales de Cataluña en el mundo quedaba devorado por las llamas hoy hace treinta y un años. El 31 de enero de 1994, y en solo tres horas, un incendio quemaba el Gran Teatro del Liceu. La tragedia había llegado con un aviso previo: estaban a punto de comenzar las obras de reforma para modernizar el teatro y mejorar su seguridad, porque había un elevado riesgo de incendio, del cual habían alertado reiteradamente los informes técnicos. De hecho, por seguridad, las funciones del Liceu se realizaban con un equipo de guardia de bomberos en la sala. Aquel día, a las diez y media de la mañana, una chispa generada por un soplete que usaban dos operarios que realizaban tareas de mantenimiento prendió fuego al telón del teatro. Paradójicamente, los operarios estaban soldando el telón de acero que precisamente servía para aislar la sala del fuego en caso de incendio.

El fuego destruyó el escenario y la sala del teatro -el hecho de que estos espacios fueran de madera y moqueta, y que acumularan mucho polvo, explica la virulencia con la que se propagó el fuego-, pero milagrosamente quedaron intactos algunos espacios emblemáticos como el Salón de los Espejos o el vestíbulo. También se salvaron el Conservatorio y el Círculo del Liceu. En la calle, siempre se recordará a la soprano Montserrat Caballé llorando desconsoladamente contemplando la tragedia, o a agentes de policía rescatando cuadros y obras de valor del edificio, que se trasladaron inicialmente al Palau de la Virreina y después al MNAC. Las llamas alcanzaron los 70 metros, y la humareda se pudo ver desde toda la ciudad. Ardía un espacio de la vida artística, social y política de la ciudad, reconocido como símbolo de Cataluña y con proyección internacional.

El estado en el cual quedó el Liceu después del incendio / Museo de Historia de Cataluña
El estado en el cual quedó el Liceu después del incendio / Museo de Historia de Cataluña

Dos incendios y un atentado en la vida del Liceu

Aquel día, la sociedad catalana quedaba conmocionada al ver cómo se desvanecía, por segunda vez, un símbolo de la cultura barcelonesa y catalana: el incendio del 94 no había sido el único que ha sufrido el Gran Teatro del Liceu. El 9 de abril de 1861, catorce años después de la inauguración del teatro, en el Liceu hubo otro incendio devastador. El fuego comenzó en el cuarto piso, en el taller de sastrería, y fue provocado por una lámpara de aceite mal apagada. El fuego quemó rápidamente la estructura de madera y solo quedó la estructura de piedra del teatro. Ahora bien, el Liceu no es la única víctima del fuego, casi todos los grandes teatros de ópera europeos se han quemado alguna vez. La Fenice de Venecia y el Liceu lo han hecho en dos ocasiones. Y en el caso barcelonés, sumemos otra tragedia: un atentado anarquista el 7 de noviembre de 1893 en la noche de la inauguración de la temporada. El anarquista Santiago Salvador lanzó dos bombas sobre el patio de butacas del teatro. Una de las dos explotó y mató a una veintena de personas.

El Liceu se reabrió el 7 de octubre de 1999 con la celebración de la función inaugural del nuevo Teatro con Turandot bajo la dirección escénica de Núria Espert en un nuevo edificio que mantenía una apariencia fiel al anterior, pero dotado de una infraestructura técnica avanzada. Y de aquel incendio surgió también una democratización del teatro: ya no quedan espacios limitados para socios antiguos y mecenas, porque en la reconstrucción del Gran Teatro del Liceu se utilizaron fondos públicos.

Una imagen de TV3 que muestra la devastación del incendio del Liceu del 31 de enero de 1994 TV3

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