Corría el invierno de 1989 cuando Jorge Drexler pisaba por primera vez Barcelona. El músico y compositor uruguayo tenía entonces 25 años y acababa de concluir el quinto año de sus estudios de Medicina en Montevideo. Con guitarra en mano, había decidido tomarse un año sabático para viajar por Europa. Su recorrido por el Viejo Continente lo llevó a la capital catalana, donde descubrió el Gótico y por primera vez se atrevió a tocar en público. Se alojaba en un hostal de la Rambla y se dejaba caer cada día por los callejones que flanquean la Catedral para ofrecer a los transeúntes sus primeros recitales. Estos conciertos improvisados le permitieron ganar algo de dinero que quiso gastar en una entrada para el Festival Internacional de Jazz de Barcelona, que se celebraba del 28 de octubre al 18 de noviembre de ese mismo año y que tenía en el Palau de la Música Catalana una de sus sedes principales.
La anécdota de aquellos primeros días en la ciudad la contó el mismo Drexler esta semana en uno de los dos conciertos que el músico ha celebrado en el recinto modernista proyectado por Lluís Domènech i Montaner, ambos con las entradas agotadas. En la parte inicial del recital, mientras comenzaba a sonar de fondo la melodía inconfundible de la canción La edad del cielo, el compositor uruguayo se dirigió al público que abarrotaba el Palau de la Música para relatar en primera persona aquel primer contacto con la capital catalana y esta joya arquitectónica de acústica magnífica.

«Estaba viajando por Barcelona, tocando por las calles cerca de la Catedral. Logré conseguir algo de dinero y compré una entrada para el Festival Internacional de Jazz de ese año. Estaba allá arriba, donde estás tú sentado más o menos [dijo señalando a un espectador ubicado en el gallinero]. Nunca en mi vida había visto un teatro así de increíble«, comenzó Drexler. Sobre el escenario, estaba entonces el saxofonista noruego Jan Garbarek acompañado del mítico percusionista brasileño Naná Vasconcelos. «En contra de todo lo que estaba permitido, tenía mi walkman y grabé la actuación. Ahora no lo puedo mostrar porque es un delito [ríe]», aseguraba el músico, provocando las risas entre el público.

Homenaje a uno de los primeros valedores del talento uruguayo
Esta sorprendente anécdota de Drexler sirvió para vestir el homenaje que verdaderamente debía ser el preludio de esta canción en concreto, que iba dedicada al empresario Joan Rosselló. El cofundador de la promotora The Project -que falleció a los 65 años el pasado mes de octubre- fue una de las primeras personas junto con su socio Tito Ramoneda que creyeron en el talento y proyección del uruguayo ya por aquel año 1989. Quién hubiera dicho entonces que el compositor acabaría regresando años después en repetidas ocasiones al Palau de la Música, no como espectador, sino como intérprete, agotando las entradas durante dos días consecutivos.

