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El Museo de Arte Prohibido cierra y se convierte en una exposición itinerante

El Museo de Arte Prohibido, ubicado en la Casa Garriga Nogués, cierra este viernes de manera indefinida por las “pérdidas económicas” provocadas por las protestas de los trabajadores de una empresa subcontratada frente al edificio que impiden que los visitantes entren con normalidad al museo. Los trabajadores del servicio de atención al visitante están en huelga desde finales de febrero para reclamar una mejora de las condiciones salariales. “Es un cierre doloroso y no deseado, pero inevitable”, explica la organización en un comunicado.

El museo, impulsado por el empresario Tatxo Benet, culpa al sindicato SUT de la quiebra del proyecto. Según explica, han perdido un 75% de sus ingresos respecto al año pasado y han reducido un 95% sus previsiones de crecimiento. Ante este escenario, el Museo de Arte Prohibido ha decidido cerrar y ahora quiere “transformarse en una colección nómada que hará exposiciones itinerantes por todo el mundo”. Los responsables del equipamiento esperan que la colección se mantenga “viva” para convertirse “en un punto de reflexión para enfrentar la censura”.

Cartel de protesta de los trabajadores del Museo de Arte Prohibido, que llevan dos meses en huelga / Twitter (@vaga_map)
Cartel de protesta de los trabajadores del Museo de Arte Prohibido, que llevan dos meses en huelga / Twitter (@vaga_map)

Una huelga demoledora para el museo

El origen de la huelga es la decisión del museo de rescindir el contrato con una empresa que tenía subcontratada con siete trabajadores, que fueron recolocados en otros equipamientos de la ciudad. Los trabajadores decidieron pedir ayuda al sindicato SUT para protestar contra los despidos y pedir mejoras laborales para los que seguían en el museo. El sindicato ha criticado la “mezcla de hipocresía y cinismo” del museo, que rechazó la huelga y ha defendido que la mayoría de los visitantes decide no entrar al conocer la situación de los trabajadores en huelga.

La rescisión del contrato con la subcontrata fue el detonante de las protestas por las malas condiciones laborales que tenían los trabajadores desde la puesta en marcha del museo en octubre de 2023. Entre las quejas de los empleados estaba la obligación de trabajar de pie la mayor parte de su jornada laboral, sin sillas y expuestos a las bajas temperaturas que requiere la conservación de las obras de arte. Tampoco podían descansar ni reclamar ninguna de las condiciones específicas que marca su convenio, según denunciaron los trabajadores.

La obra 'Not dressed for conquering - HC04 Transport', de Ines Doujak es una de las que se pueden ver en este museo / Pere Francesch (ACN)
La obra ‘Not dressed for conquering – HC04 Transport’, de Ines Doujak es una de las que se pueden ver en este museo / Pere Francesch (ACN)

“Mientras el museo controla con precisión la temperatura y humedad a las que están expuestas sus obras, los trabajadores y trabajadoras de carne y hueso de todas las subcontratas están obligados a estar en posiciones expuestas a corrientes de aire en invierno, sin climatización, sin ropa de abrigo adecuada, pero con americana en verano y a aguantar hasta 9 horas al día de pie. Los trabajadores somos incluso menos que meros objetos”, resumieron los afectados en un comunicado. En este contexto, la dirección decidió rescindir el contrato con una de las tres subcontratas que tenía y puso en pie de guerra al resto de la plantilla, que han llevado a los tribunales la decisión.

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