Son enérgicos y hacen fiesta, mucha fiesta. Doctor Prats lleva una década llenando los escenarios de todo el país con su propuesta musical juguetona, risueña, pero reivindicativa cuando toca. Ahora, después de una breve pausa de poco más de un año, el grupo originario de Terrassa vuelve a la primera línea de la escena con su quinto disco titulado ‘F5’ (Halley Records), un disco de diez canciones -once, con una pieza exclusiva para las personas que lo compren en formato físico- que les ha servido para «reiniciarse», tanto musicalmente como grupo. Su nueva propuesta mantiene la esencia pop y festiva que siempre les ha caracterizado, pero también se aventura en nuevos estilos como el merengue, jersey club o el rock, entre otros. Un disco en el que Doctor Prats ha contado también con la colaboración de Miki Núñez, el grupo japonés Oreskaband, Mama Dousha, las Balkan Paradise Orchestra y La Fúmiga. Tot Barcelona habla con su cantante y guitarrista, Marc Riera (Terrassa, 1983), quien detalla cómo este proyecto les ha servido para volver a buscar «la esencia» de los inicios y asegura que su próxima actuación en el Sant Jordi Musical de la Antiga Fàbrica Damm vendrá cargada de mucha fiesta.
Ahora justo hace diez años que comenzó el proyecto musical de Doctor Prats. ¿Qué habéis aprendido de esta década sobre los escenarios?
¿Qué hemos aprendido y qué hemos desaprendido [ríe]? En el momento en que entras en el círculo de la música, comienzas a introducirte en la escena musical, ves que las cosas funcionan de otra manera. Hemos aprendido a hacer directos, a hacer discos… Doctor Prats es un proyecto que nos ha cambiado mucho la vida. Nos ha servido como método de profesionalización, porque muchos de nosotros ya habíamos hecho otras cosas en este mundo [como el grupo de ska Kayo Malayo con el que algunos de sus miembros habían tocado juntos anteriormente], pero de otra manera. Muchos aún conservamos una parte de nuestras otras profesiones, pero Doctor Prats es ahora una gran parte de nuestra vida. En estos diez años hemos crecido mucho, tanto personalmente como grupo, y también nuestro sonido.
Haciendo una breve mirada atrás, ¿habríais hecho algo diferente?
Creo que no nos arrepentimos mucho de nada. Es un poco también de lo que habla la canción Efecto mariposa [en colaboración con el también terrassense Miki Núñez]. Seguro que hay cosas que las habríamos hecho diferente, pero al final hemos acabado aprendiendo, y eso es lo más importante. Cada decisión tomada nos ha llevado a un lugar, a un camino diferente, que nos ha hecho llegar hasta donde estamos. Y, la verdad, es que todo nos ha ido bastante rodado. Ahora bien, creo que sí se podría decir que nos arrepentimos, a veces, de no saber valorar suficientemente nuestros éxitos o de haber acelerado bastante en los buenos momentos. Siempre miras hacia adelante y buscas conseguir más cosas, pero también es importante poder mirar atrás y disfrutar de todo lo que hemos conseguido. A veces, incluso, puedes llegar a vivir los éxitos mal, sobre todo cuando aparecen de una manera muy repentina.

¿Es más difícil gestionar el éxito que el fracaso?
No exactamente, porque gestionar el fracaso también es muy complejo. Se gestionan de maneras diferentes. El fracaso siempre es un elemento bastante común, pero muy útil, porque te permite fijarte objetivos, metas, que te obligan a esforzarte para conseguirlos, y que, a la vez, también te permiten hacer autocrítica. Ahora bien, no es una situación cómoda fracasar. En cambio, gestionar el éxito también es muy complicado porque siempre llega muy rápido [en comparación con el fracaso], de manera muy repentina. El éxito, a veces, da miedo, porque lo puedes perder… Yo lo comparo, en cierta medida, con ser padre. La cosa que más miedo me da de ser padre es perderlo, y es un sentimiento complicado a veces.
El último disco, ‘F5’, llega después de una breve pausa de poco más de un año. Lo definís como una especie de «reinicio» como Doctor Prats.
Decidimos hacer una parada para recuperar fuerzas, aunque realmente fue corta porque enseguida volvimos a estar reunidos en el estudio. Con esta pausa queríamos romper un poco con el ciclo de sacar un disco y hacer una gira [que es lo que habían estado haciendo desde sus inicios], para quedarnos un poco al margen y reiniciarnos. Ha sido importante para ver hacia dónde queríamos que fuera el nuevo disco, pero también para ver hacia dónde queríamos reconducir el proyecto. Repensar Doctor Prats. Y con este disco hemos querido hacer un reset, explorar y actualizar nuestra sonoridad, pero también recuperar un poco nuestra esencia más festiva, de concierto en directo. En los otros discos teníamos más claro de qué queríamos hablar, porque estábamos muy marcados por 2017 [en referencia al referéndum del primero de octubre] o la Covid…, pero ahora no lo teníamos tan claro. No están pasando tantas cosas [ironiza]. Bueno, quizás deberían pasar muchas más [ríe]. Ahora hemos querido volver a hacer música festiva, mucho de disfrutar en directo.
¿Qué debemos esperar, entonces, de la próxima gira?
De momento, solo puedo decir que no aguantamos los ensayos [ríe]. Será un directo muy potente y divertido, porque ya todos los temas del disco son muy canyeros. Son unos ochenta o noventa minutos de fiesta constante, de no parar en ningún momento, pero como las canciones tienen patrones rítmicos diferentes no se hace repetitivo. También estamos preparando algunos shows y espectáculos entre medias, pero de momento aún no los hemos acabado de definir. Como novedad también crearemos un espectáculo de visuales que nos acompañe, que es algo que no habíamos hecho hasta ahora. Estamos cuidando mucho los detalles del directo para que todo sea lo que queremos.
Comenta que el directo de la gira tendrá una duración de entre ochenta y noventa minutos. ¿Cómo se adapta este planteamiento a un concierto más corto, como el del próximo miércoles en el Sant Jordi Musical?
Pues haciendo matemáticas. Es tomar todas tus canciones e ir mirando una por una cuál quieres que salga y cuál no cabe por el tiempo que tengas de concierto. En el Sant Jordi de la Antiga Fàbrica Damm el tiempo que tenemos son cincuenta minutos, una duración bastante similar a la de los festivales como el Canet, entonces es intentar poner toda la carne de golpe para que la fiesta sea constante. Cuando tienes menos tiempo debes dejar los temas más representativos de la banda para crear impacto, pero son conciertos con un poco menos de narrativa. Menos tiempo para presentaciones y discursos. Debes tener en cuenta que en un evento de este tamaño el protagonista es el mismo evento. Es decir, en Sant Jordi, la gente viene porque es Sant Jordi, no viene solo a ver a Doctor Prats o a Suu [otra de las artistas que conforman el cartel de la edición de este año], por ejemplo. Ambos tipos de conciertos son especiales a su manera, pero nosotros ahora preferimos hacer conciertos más largos y con más narrativa personal.
Durante estos diez años habéis vivido muchos momentos memorables. Muchos conciertos. Si tuviera que quedarse con uno, ¿cuál sería?
¡Uy! Uno solo no sabría decirte…
Puede decirme tres si lo prefiere.
Si tuviera que decirte tres, el primero creo que serían los conciertos en Japón del año 2017, en el Fuji Rock. Compartimos cartel con Major Lazer, Gorillaz… no podíamos creérnoslo, hacía muy poco que rodábamos. Fue un momento que nos marcó mucho. De hecho, nos tatuamos todos juntos y todo. El segundo fue el concierto de la Mercè en el que fui padre. Yo ya estaba en el hospital, no sabía si ir al bolo o no… y al final acabé yendo. Cuando se acabó el concierto de la Mercè de la Avenida Maria Cristina, volví corriendo al hospital y poco después fui padre. Fue como un sueño. Por último, creo que diría el momento en el que comenzó todo. Los orígenes. Recuerdo que estaba con Josep Jaume [el guitarrista] mirando la página de Facebook para abrirnos una cuenta, que es lo que funcionaba en aquella época. Fue el momento de ver que iba en serio. Que era real. Y hemos llegado hasta aquí [ríe].

