Cuando los franquistas adquirieron el control de España, una de las primeras decisiones que tomaron tuvo que ver con la adaptación del horario español al de la Alemania nazi. Por eso ahora nuestros vecinos europeos tienen horarios diferentes al nuestro, a pesar de compartir la misma distancia con el meridiano de Greenwich. Sin embargo, este hecho no provocó el primer cambio horario en la ciudad de Barcelona. Para encontrarlo, hay que viajar muchos años atrás, en 1901.
La noche de Año Nuevo que daba la bienvenida al siglo XX dejó atrás la diversidad horaria que había en la península Ibérica. Tal como nos descubre David, un vecino de la ciudad, en su blog —lleno de historias curiosas y didácticas de la ciudad de Barcelona—, aquella medianoche, hace 120 años, los relojes de la ciudad se detuvieron 9 minutos y 40 segundos con el objetivo de unificarse con el de las demás ciudades vecinas.
Confusiones con los horarios de los trenes
Barcelona había abolido la anarquía horaria dentro de la ciudad diez años antes. En 1891, el Ayuntamiento declara que los relojes oficiales de Barcelona son los de la Real Academia de Ciencias y Artes, el edificio que actualmente alberga el teatro Poliorama. Hoy en día, de hecho, aún se puede leer el anuncio que indica que esa es la hora oficial de la ciudad.

La capital catalana se regía por la hora solar media. Así pues, el horario barcelonés era diferente del resto del Estado. Entre Barcelona y Madrid, por ejemplo, había cerca de 23 minutos de diferencia.
Solo se unificaban los horarios por una única cuestión: el tren. Si la hora era diferente en función de cada ciudad, ¿cómo podía saber cuándo debía tomarlo? Por este motivo, en 1859 se establece que los relojes de cada estación deben ajustarse a la estación más importante de su línea. Es decir, que los trenes entre Barcelona y Madrid seguían el horario de los madrileños y, por lo tanto, el reloj de la estación del Norte iba 23 minutos adelantado en relación con el resto de la ciudad.
Este modelo, sin embargo, no era nada práctico para las compañías ferroviarias, que presionaron para unificar los horarios siguiendo el ejemplo del Reino Unido, que en aquellos momentos ya tenía el mismo horario en todo el país.

Un paso que acerca el país a Europa
En 1884, cerca de ochenta países participaron de la Conferencia Internacional del Meridiano para dividir el planeta en zonas horarias. Así, España firmó un Real Decreto que establecía la hora oficial unificada en todo el territorio siguiendo las pautas dictadas en la conferencia.
Los vecinos de Barcelona, según recoge la prensa de la época, celebraron esta decisión como un éxito que los acercaba a la modernidad europea. Pero no todo fueron rosas y violines. El decreto escondía una sorpresa que costó aceptar: en lugar de las 12 horas tradicionales, el reloj pasaba a tener 24. Este hecho, ahora tan normalizado, causó auténticos enredos a principios del siglo XX.
Sea como sea, en 1901 Barcelona retrasó su reloj por primera vez para modernizarse. Fue un hecho inédito en aquella época, pero que se ha vuelto del todo común 120 años después.