El barrio de Gràcia vuelve a engalanarse para su fiesta mayor. Este año las celebraciones están marcadas por las reivindicaciones del barrio, que están enfocadas contra la gentrificación y el derecho a la vivienda, pero que también han encontrado espacio en el pregón del inicio para denunciar el genocidio que sufre el pueblo palestino a manos de Israel. Las calles de Gràcia se han llenado de adornos con tono de crítica, como es el ejemplo de la Calle Ciudad Real, que bajo el título «Rapinyàpolis» clama contra la especulación y los alquileres de temporada, uno de los grandes problemas que golpean al barrio y afectan la vida de los vecinos. Además, los adornos de la Plaça de la Vila también homenajean a las tiendas tradicionales del barrio, que cada vez se ven más forzadas a bajar las persianas.
Las fiestas de Gràcia comienzan con las quejas de algunos restauradores, ya que denuncian que, este año, el Ayuntamiento no les ha permitido instalar barras auxiliares y grifos en la calle, lo cual condiciona su negocio. De hecho, en declaraciones a la Agencia Catalana de Noticias (ACN), algunos restauradores aseguran que se trata de un acto de «mala fe» por parte del gobierno de Jaume Collboni. «Estamos sufriendo persecución desde hace unos años», lamenta Nicolau Torres, propietario de un establecimiento del barrio. Desde el sector calculan que esta decisión del consistorio tendrá un impacto negativo para los restauradores, que ya han recaudado cerca de un 20% menos durante la primera noche en comparación a las ediciones pasadas. «La calle está llena de barras de peñas vecinales, lo cual es totalmente aceptable y maravilloso, es parte de la fiesta, pero el ayuntamiento está persiguiendo a los restauradores que estamos todo el año abriendo la persiana y sirviendo», dice Torres, que lamenta que no «nos dejan trabajar tranquilamente».

Adornos reivindicativos
Algunos visitantes que se han acercado este viernes a las calles de Gràcia para ver los adornos destacan positivamente el carácter reivindicativo que tienen: «Me gusta mucho el carácter reivindicativo que tienen las calles con la gentrificación del barrio y la pérdida de derechos de los vecinos y vecinas», afirma Rosa, que ha paseado por las calles del barrio a lo largo de la mañana. «Sobre todo la Plaça de la Vila, que reivindica la poca presencia de negocios locales que hay en el barrio, que están desapareciendo, y hace memoria de lo que era Gràcia y todo lo que ha desaparecido», añade Alegre, que la acompaña. Este viernes, pues, después del inicio con el pregón, el barrio de Gràcia ya se ha vestido de fiesta mayor.