Otro negocio de toda la vida que dice adiós y pasa a engrosar la lista de establecimientos de barrio que han bajado la persiana en los últimos años y que, con suerte, será sustituido por una tienda de fundas de móviles o por un restaurante para turistas. Esta vez le ha tocado al bar Kasparo, situado en la plaza Vicenç Martorell, en el barrio del Raval (Ciutat Vella). El sábado por la noche los camareros recogieron por última vez su carismática terraza y pusieron punto final a una aventura que ha durado tres décadas. Víctimas de la crisis de alquileres que vive la ciudad, los propietarios del bar explican a TimeOut que cierran porque ya son “mayores”, pero también porque no tienen fuerzas para remontar el negocio ahora que se ha terminado el contrato de alquiler que habían tenido hasta ahora.
«Indemnizamos a los trabajadores y cerramos contentos. Ya somos mayores, es un negocio familiar y lo dejamos estar. Pero, por un lado, siempre sabe muy mal”, dice Marcel·lí Carrera, propietario del bar. Después de regentar el local durante 30 años, Carrera se va con una crítica amarga al Ayuntamiento de Barcelona, a quien acusa de no tener “en cuenta ningún hecho diferencial” y de tratar de la misma manera a una «panadería-bar que tiene seis meses que a los negocios familiares que llevamos treinta años”. También reivindica, todo orgulloso, haber introducido platos que después otros establecimientos han copiado “a mansalva”, como el pastel de zanahoria o los curris vegetarianos que su esposa trajo desde Australia.

Uno que cierra y otro que reabre
Un bar cierra en el Raval y otro reabre en Montjuïc. El restaurante de la Font del Gat tendrá una nueva vida. El grupo Confiteria, que se ha hecho con la concesión del negocio durante una década, quiere inaugurar el restaurante con un “nuevo concepto”. Ubicado en un edificio novecentista de Puig i Cadafalch del paseo de Santa Madrona y rodeado de un jardín de la misma época, fue fundado en 1925, pero tuvo que cerrar durante la pandemia.