Poder pasear por el centro de Barcelona por Sant Jordi sin demasiadas aglomeraciones es un lujo normalmente sinónimo de que el día ha caído en jornada laboral. Así se ha vivido durante la mañana de este miércoles la gran fiesta del libro y la rosa en la capital catalana. El sol radiante que desde primera hora se ha adueñado del cielo barcelonés ha animado a muchos ciudadanos, que se han escapado aunque sea unos minutos antes de comenzar su jornada laboral o incluso durante esta para acercarse a alguna de las casi 500 paradas que este año están repartidas por toda la ciudad. La jornada, sin embargo, hacía muchas horas que había comenzado. Mientras los últimos seguidores blaugranas abandonaban el estadio olímpico pocos minutos después de la medianoche, las luces seguían encendidas en muchas de las floristerías barcelonesas, señal de que aún había trabajo por hacer para el gran día. Desde establecimientos emblemáticos como Flors Vilaplana de la Gran Via hasta otros menos longevos como Josmary Flowers de la calle de Muntaner, todos mantenían la actividad nocturna para ultimar los últimos preparativos para la diada.
A media mañana, avanzar desde la plaza de España por la Gran Via de les Corts Catalanes implicaba encontrarse diferentes estands que a medida que te acercabas al centro y a la supermanzana literaria se multiplicaban exponencialmente. Pocos minutos después de las once de la mañana, el ambiente era tranquilo en la plaza de la Universidad, el primer gran núcleo de paradas que encontramos cruzando la capital catalana de Llobregat a Besòs. Muchos estudiantes se acercaban a comprar rosas mientras que las paradas de libros parecían esperar a la tarde para hacer las grandes ventas. En la calle de Pelai, la mayoría de los comercios abrían con normalidad, aunque algunos aprovechaban la ocasión para unirse a la fiesta con la venta de rosas. Solo poner un pie en la Rambla, el panorama cambiaba. Por segundo año consecutivo, esta arteria barcelonesa se erige en uno de los grandes escaparates de Sant Jordi, recuperando así sus tradicionales paradas.

La gran dominadora de los primeros metros desde la fuente de Canaletes es la histórica librería Alibri, que estuvo a punto de cerrar a finales de 2022, pero que finalmente se salvó tras ser comprada por el proyecto barcelonés de suscripción literaria Bookish. Continuando el descenso, las obras que afectan esta vía emblemática de la ciudad ya condicionaban el paso al mediodía en algunos puntos, provocando pequeñas acumulaciones de gente en las zonas más estrechas, como frente a la Iglesia de la Mare de Déu de Betlem. «Es muy pronto aún para dar cifras, pero de momento la cosa va bien», aseguraba uno de los vendedores ubicados en esta arteria. «De momento, no hemos parado», comentaba otro, también previendo una tarde que aún será más frenética.
Superar las cifras de 70.000 títulos diferentes vendidos
Hay que recordar que en toda Cataluña, se espera que durante el día de hoy se vendan más de siete millones de rosas y unos dos millones de libros, buena parte de los cuales se venderán en las casi 500 paradas que hay por toda la ciudad. El sector editorial prevé obtener alrededor del 20% de su facturación anual en una jornada que el año pasado permitió vender hasta 70.000 títulos diferentes.
