La remodelación de los Jardines del Doctor Fleming y la mejora de la plaza de la Gardunya, en el barrio del Raval, ha permitido a los arqueólogos descubrir nuevos restos óseos que arrojan luz sobre la Barcelona medieval. Los arqueólogos han encontrado 18 unidades funerarias con 25 esqueletos de hombres, mujeres y niños del siglo XVIII. Son restos óseos en buen estado que habían sido enterrados en el cementerio histórico del hospital de la Santa Creu, más conocido popularmente como el Corralet. Los trabajos han permitido documentar tumbas simples y ataúdes de madera, algunos de ellos con rosarios y medallas en el interior.
La investigación aporta nuevos datos fiables de la evolución del Corralet. De hecho, las primeras indagaciones permiten pensar que el cementerio estuvo activo más tiempo del que se pensaba. Un decreto del rey Carlos III de 1775 prohibió los entierros en núcleos urbanos, pero los investigadores creen que la actividad funeraria en la zona se extendió más allá de esta fecha. El Hospital de la Santa Creu fue una construcción planificada por el Consell de Cent en el año 1401 para unificar los centros de la zona.

Una cisterna y un aula anatómica
Las excavaciones también han sacado a la luz una cisterna que los planos identifican como «cuartito para la colada» y «patio y lavadero». La cisterna quedó vacía a mediados del siglo XIX y entonces se vertieron restos de esqueleto que, según las primeras indagaciones, seguramente llegaron fruto de una reordenación del Corralet. Los huesos estaban en «semi conexión autonómica», explica el área de cultura del Ayuntamiento, lo que permite afirmar que hubo un traslado masivo de huesos.


Este descubrimiento aún tiene incidencia en un tercer aspecto más. «Los trabajos arqueológicos confirman la relación directa de esta área con las prácticas médicas y anatómicas que se llevaban a cabo», aseguran desde el Instituto de Cultura de Barcelona. Al lado del cementerio del centro médico de Santa Creu había un Aula de Anatomía, un espacio que tiene relación con la construcción posterior de la Real Academia de Medicina (1764–1786).
El ICUB resalta que descubrimientos como este arrojan luz sobre la delicada situación sanitaria que Barcelona vivió entre los siglos XVII y XIX. La densidad demográfica era muy alta y la insalubridad y las epidemias eran habituales. Los historiadores destacan que el Corralet es uno de los cementerios que tenía enterramientos en condiciones inhumanas.