El nuevo baldosín de pavimento de Barcelona, que el Ayuntamiento ha bautizado como el «Baldosín del s. XXI», se está probando entre un punto céntrico y de paso de la Gran Vía entre el paseo de Gràcia y la Rambla Catalunya –lado mar–, para evaluarlo en entornos reales de «gran afluencia» antes de extenderlo por la ciudad sustituyendo los baldosines. El consistorio ha detallado en un comunicado que la primera prueba se realizó en marzo en la ‘Superilla’ del Poblenou, en la calle Almogàvers, donde se consideró positivo el comportamiento de las piezas en resistencia, limpieza, deslizamiento, profundidad de rebaje, estabilidad cromática, drenaje y comportamiento acústico.
Además, se ha instalado un tótem informativo en la esquina de la Gran Vía con la Rambla Catalunya para explicar el proyecto del nuevo baldosín a la ciudadanía y muestra en tiempo real el recuento de peatones que lo han pisado. El diseño del baldosín es el mismo que el tradicional, pero está fabricado con criterios de innovación y sostenibilidad para reducir sustancialmente la huella de carbono e impulsar la economía circular.
La primera teniente de alcaldía del Ayuntamiento de Barcelona, Laia Bonet, ha manifestado que el nuevo pavimento demuestra que «es posible innovar manteniendo la identidad propia, reduciendo la huella de carbono y mejorando la calidad de vida». «Validarlo en un entorno icónico y de tanta afluencia como la Gran Vía nos permitirá avanzar hacia su futura implantación en otros lugares de la ciudad con la garantía de que funciona. Todo, para impulsar un modelo de construcción y urbanización más sostenible y circular», ha defendido.
¿Qué se está evaluando con esta prueba piloto?
Además de analizar los mismos parámetros que se estudiaron en la prueba piloto del Poblenou, este ensayo también medirá la rotura de las piezas, la resistencia a rotación y la durabilidad y reposición. Asimismo, se evaluará el comportamiento físico de las piezas en la acera de la Gran Vía. Si los resultados continúan siendo positivos, los nuevos baldosines se irán incorporando gradualmente a la vía pública con futuros contratos de obra pública, que servirán para sustituir los baldosines convencionales. «Con esta transición, Barcelona impulsa y refuerza el compromiso del sector de la construcción hacia la descarbonización y la circularidad», defiende el consistorio. Estas nuevas piezas tienen una huella ecológica «mucho más baja», utilizan materiales reciclados, y tienen mayor duración, reutilización y permeabilidad, para favorecer la gestión sostenible del agua.
