Cuando aún formaba parte del mismo gobierno, Jaume Collboni contraprogramó el pesebre artístico de Ada Colau en la plaza de Sant Jaume con uno tradicional en el museo Marès. El ahora alcalde era entonces primer teniente de alcaldía; encargó a la Associació de Pessebristes de Barcelona que lo diseñara y, una vez tuvo plenos poderes en Sant Jaume, la Navidad de 2024, decidió trasladarlo al patio de carruajes del Ayuntamiento. Ahora la polémica ya no es por el diseño del pesebre, que nadie –ni católicos ni ateos– cuestiona, sino la ubicación. En conversación con este diario para hacer balance de los primeros días de visitas, el presidente de la entidad, Josep Porta, ha lamentado que el pesebre se haya convertido en «un arma de crítica política constante» y ha recordado que los «inputs» que llegan son «muy buenos, de gente que sale entusiasmada».
Con Collboni, la polémica ha transitado del sentido de una apuesta conceptual transgresora a la ubicación del pesebre. El año pasado, el primero del PSC en la alcaldía, Junts, PP y Vox cargaron contra la decisión de ubicarlo dentro del Ayuntamiento. El entonces portavoz del grupo municipal juntaire, Jordi Martí Galbis, pidió ubicar en medio de la plaza «un pesebre, clásico o moderno, pero un pesebre». Una petición que el PP ha continuado este año, pidiéndole a Collboni que «no le tiemblen las piernas a la hora de defender nuestras tradiciones y nuestra cultura».

En una entrevista en RAC1, la teniente Raquel Gil defendió la apuesta de su jefe alegando que en la plaza de Sant Jaume podría haber vandalismo o problemas con la lluvia. Josep Porta no ve «imposible» hacerlo en la plaza, si bien remarca que la calidad de las piezas de un pesebre de interior «nunca será la misma» que uno que se haga afuera. Sea como sea, el pesebrista insiste en señalar todo el asunto como una polémica «interesada» y pide «dejar de criticar por criticar». «No son polémicas equiparables, porque con Colau no era un pesebre, era otra cosa. Pero es cierto que a Colau se la criticaba porque no era un pesebre y, ahora que sí se hace uno de verdad, también se critica», argumenta.
En este sentido, Porta recuerda que la mayoría de ciudades grandes del Estado sitúan sus pesebres oficiales en espacios interiores. Es el caso de Madrid, que lo tiene dentro del edificio de la Comunidad en la Puerta del Sol, o Valencia, que lo ubica en la ‘sala de cristal’ del ayuntamiento. Contento con la decisión de Collboni, que los fue a buscar disconforme con las decisiones de Colau, Porta defiende que, en la plaza, un pesebre como el que hay ahora en el patio de carruajes quedaría como «un rovelló raquítico y pequeño».
70 metros cuadrados de pesebre
La asociación ha dedicado 6.000 horas de trabajo al pesebre, que comenzaron a construir el mayo pasado. La edición de este año recrea paisajes de montaña del Pirineo y del Prepirineo, configurando un entorno naturalista que combina la tradición bíblica con elementos de la geografía catalana. «Hay mucho trabajo detrás. Se tienen que hacer casas, tejados, puertas y ventanas, las montañas… Es un diseño muy diverso, sobre todo porque hay muchas casas de diferentes pueblos, adaptadas a la realidad del pesebre. La ventaja de un pesebre es que el artista tiene derecho a cambiarlo todo», comenta Porta.
El pesebre tiene 70 metros cuadrados y se adapta al patio de carruajes, un entorno con «muchos rincones que hay que llenar». Porta recuerda que no es lo mismo hacer un diseño para un espacio más abierto, que el público puede rodear, que en una zona como la entrada del Ayuntamiento. «Lo más importante era tener los planos y ver claramente cómo debía quedar», remarca. El pesebre está hecho por voluntarios y se podrá visitar hasta el 5 de enero.

Para Porta, la buena acogida que ha tenido –el primer día lo visitaron dos miles de personas, informó el Ayuntamiento– demuestra que el pesebre tiene un público fiel. A pesar de las muchas polémicas que siempre lo han acompañado, el pesebrista cree que la tradición pesebrista vive «una salud de hierro». Y así lo demuestra la decena de pesebres destacables por toda la ciudad. En el centro de Barcelona, en pocos metros están el del Ayuntamiento, otro justo enfrente en el Palau de la Generalitat, un tercero imponente dentro de la Catedral, en el Parlament de Catalunya, la plaza de Sant Felip Neri o la Casa dels Entremesos. «La tradición está muy viva: dentro de la asociación hay gente creyente, gente que no lo es, y solo hay que ver a todos los que hablan de ello. El pesebre es cultura popular», concluye Porta.
