La semana pasada tuvo lugar una detención peculiar en el centro de Barcelona. La Guardia Urbana logró resolver un caso de robo de un teléfono móvil que había tenido lugar alrededor de la una de la madrugada del pasado 8 de octubre en una de las calles del barrio de Sant Antoni, en el distrito de l’Eixample. Lo hizo gracias a la pista en formato digital que dejó el implicado y con la colaboración crucial de un testigo que no se encontraba en el lugar de los hechos, pero que presenció el hurto del aparato.
Se da la circunstancia de que la víctima -que iba acompañada de otra persona- estaba haciendo una videollamada en el momento en que el ladrón le arrebató el móvil de las manos. La persona que estaba al otro lado de la línea pudo ver el momento del hurto y antes de que el implicado pudiera desactivar el teléfono o al menos colgar la llamada pudo hacer una captura de pantalla de su cara. Sabiendo que la víctima estaba acompañada, el remitente de la videollamada envió la imagen con el rostro del criminal a esta segunda persona que también había presenciado los hechos.
Persecución por las calles del Raval con final feliz
Cuando llegaron los agentes del cuerpo policial barcelonés, la víctima facilitó la captura de pantalla a los efectivos, que pasaron la descripción del implicado al resto de patrullas para intentar localizarlo. La gestión dio sus frutos. Un rato después del robo, unos policías que se encontraban en la zona del Raval vieron como un hombre que encajaba a la perfección con la descripción facilitada iba en bici por este barrio de la capital catalana. Al intentar detenerlo, el individuo trató de huir y comenzó una persecución que pudo culminar con la detención del ladrón.
