Más de una cuarta parte de las viviendas de Barcelona, un 28%, son vulnerables a los episodios de calor extremo que sufre la ciudad, según indica un estudio del grupo de investigación en Arquitectura, Energía y Medio Ambiente de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC). El estudio muestra las condiciones de “desigualdad climática” de la capital catalana, cuyo objetivo es definir mejor las prioridades y estrategias de rehabilitación energética de los distritos frente al cambio climático.
Este estudio también ha analizado los edificios de la ciudad teniendo en cuenta cuán compacta es la trama urbana de las calles cercanas, si el hogar tiene buena ventilación y si dispone de aislamiento térmico, lo cual no es el caso en el 15% de los hogares.
Una de las participantes en el proyecto de la UPC, Helena Coch, ha resaltado que Barcelona tiene un “clima complejo” al cual las viviendas deben adaptarse. Aun así, cree que el parque de viviendas «no está tan mal como pensamos», pero sí debería rehabilitarse «con cuidado», intentando evitar «sobreaíslas» el inmueble. Por ejemplo, ha explicado que la instalación de ventanas de doble vidrio corredizas funcionan mejor en invierno, pero en verano «no permiten la mitad de la ventilación que permitirían si pudieran abrir ambas hojas».

En total, 229,608 viviendas de las 829,169 existentes en la ciudad según el estudio (27.7%) pueden tener problemas al protegerse del calor. Además, más de medio millón de hogares, 591,211, tienen un potencial de ventilación cruzada insuficiente, ya que no tienen dos fachadas por donde pueda cruzar el inmueble de punta a punta. Según Carlos Alonso, uno de los autores del proyecto, la ventilación cruzada «puede ser muy eficaz» para combatir el calor en casa, ya que cada metro por segundo de aire reduce la sensación de temperatura unos tres grados.
Diferencias entre barrios
La morfología urbana de cada distrito tiene un impacto en la capacidad que tienen las viviendas de cada zona para enfrentar el calor extremo. Por ejemplo, Ciutat Vella o Gràcia tienen calles más estrechas en general, lo que significa que los edificios están más compactados y que la ventilación cruzada –de punta a punta del edificio– es menor. En concreto, en la Barceloneta, el hecho de que las calles sean estrechas y que las viviendas no suelan dar a dos calles perjudica la renovación de aire. En cambio, las construcciones de la parte central del Eixample o las que están cerca de Collserola presentan índices más altos.
En la investigación también se ha tenido en cuenta la proximidad de las viviendas a los refugios climáticos, especialmente los naturales. Por ejemplo, en varias zonas de la Esquerra de l’Eixample se ha establecido que la vulnerabilidad es más alta especialmente porque no hay refugios climáticos naturales cerca. En algunos casos, ha revelado Coch, «el parque más cercano está a 20 minutos caminando». La arquitecta ha dicho que en el casco antiguo de la capital tampoco los hay, «pero hay más refugios climáticos artificiales». En este sentido, la principal conclusión es que la mayoría de las viviendas barcelonesas, el 63.7%, se encuentran a un tiempo de desplazamiento a pie inferior a 10 minutos de algún refugio climático, pero un 13.7% se sitúan a más de 15 minutos.