En la sede electoral de la candidatura Trias por Barcelona la maquinaria electoral está en marcha para un candidato que ya tiene experiencia en estas batallas. Es su tercera campaña, con cuatro años de interrupción. Pero en esta ocasión la tipología de su candidatura es diferente a las del 2011 y el 2015. CiU ya no existe y ahora su lista aglutina diferentes sensibilidades políticas (Junts, PDeCAT, MésCAT y Demócrates) que juegan la carta de prometer un cambio de modelo de ciudad.
En las elecciones del 2015 usted fue el segundo candidato más votado. Ada Colau conseguía victoria que enviaba a la oposición a un alcalde durante cuatro años. ¿Cómo lo vivió?
Fue una lástima porque durante los cuatro años de gobierno habíamos hecho un buen trabajo y habíamos remontado una situación económica muy difícil. Llegamos con un paro del 22%, pero los electores no nos dieron la confianza. Fue un baño de humildad que, de vez en cuando, tienes que hacer en política.
Si hubiera continuado siendo alcalde en los últimos años, ¿qué realidades del gobierno de la alcaldesa Ada Colau no existirían en la Barcelona de Trias?
Lo más importante es que nosotros no habríamos ido en contra de la economía, habríamos colaborado. Es determinante que se haga actividad económica, y es verdad que tiene que ser sostenible, pero la obsesión que tiene el Ayuntamiento para ir en contra de todo nos ha hecho perder muchas oportunidades.
En más de una ocasión ha dicho que la seguridad es uno de los grandes problemas de Barcelona. ¿Qué se debería hacer para combatirla?
Cuando me marché del Ayuntamiento el 3% de los barceloneses consideraban que la inseguridad era el principal problema, ahora lo piensa el 19%. Lo primero que tiene que hacer un alcalde es creerse que es el máximo responsable de la seguridad y exigir, organizar y apoyar a los cuerpos de policía. Se tiene que dar confianza a la Guàrdia Urbana para que no se sienta desautorizada. Colau, en cambio, considera que las fuerzas de seguridad son fuerzas de represión.
¿Habría más seguridad con campañas de concienciación y también reduciendo la pobreza?
La lucha contra la pobreza se lucha con actividad económica, no con policías. En el caso de las personas que se encuentran en situación alegal y se ganan la vida como pueden o haciendo actividades prohibidas, hay que buscar fórmulas que les permitan trabajar temporalmente para que puedan salir adelante. O les ayudas a tener una situación de cierta estabilidad o les expulsas.
El modelo urbanístico de Colau es uno de los otros caballos de batalla de su candidatura. Ha dicho que es «una tontería” que se diga que el actual modelo de movilidad sirve para luchar contra el cambio climático.
Nadie se cree que luchar contra el cambio climático sea pacificar la calle de Consell de Cent. Dicen que ahora circulan menos coches por la ciudad, pero hay más atascos en ciertos puntos y el tráfico ha aumentado en algunas vías, como la ronda de Dalt. Su urbanismo se basa en hacer la vida más difícil a los coches. La movilidad tiene que ser un servicio y no una trampa.
Ha puesto sobre la mesa algunas medidas contra el cambio climático, como cubrir la ronda de Dalt para instalar energías renovables y electrificar la ciudad. ¿El poder adquisitivo de los barceloneses les permite comprar coches eléctricos?
No, no se lo permite. Pero Seat fabricará 500.000 coches eléctricos de un nuevo modelo que tiene un precio moderado. Con el tiempo la gente los podrá comprar. Para conseguir esto, pero, se tiene que electrificar la ciudad.
¿Los efectos de estas medidas llegarían a largo plazo?
Sí, esto no pasará hasta de aquí a un tiempo.
Usted alerta que en el mundo empresarial le ha faltado apoyo por parte del Ayuntamiento en los últimos años. ¿Qué hará Trias si es alcalde para revertir esta situación?
Primero hay que decidir qué quieres que sea Barcelona. Tenemos industria, tenemos comercio, tenemos nuevas tecnologías, tenemos servicios… y esto lo tenemos que potenciar de manera sostenible. Tenemos que hacer una economía que mejore los sueldos de la gente, y para conseguirlo hay que hacer las cosas diferentes. Esto empieza por dejar de creer que los agentes económicos son los poderosos y que los tenemos que combatir, como piensa Colau. Además, a ella le cuesta mucho entender que se ha convertido en una poderosa y que lo que haga como alcaldesa es muy importante para los barceloneses.
Sus rivales atribuyen a su mandato una «barra libre al turismo». En las últimas semanas se ha vuelto a hablar de limitar la cantidad de turistas que vienen a Barcelona. ¿Usted lo hará si gobierna?
No. Tenemos que hacer que venga un turismo diferente: familias, turismo cultural, de negocios, congresos… y no el de borrachera o de despedidas de solteros.
¿Cómo se pasa de las palabras a la realidad?
Haciendo campañas internacionales de turismo y explicando en el mundo qué tipo de turismo volamos.
¿Esto sería suficiente? Barcelona atrae millones de personas, es casi imposible evitar determinados perfiles.
Depende de cómo lo hagamos. De hecho, ya podríamos haber cambiado un poco la situación. Durante los dos años de pandemia no hemos tenido turismo (debe de ser el mundo ideal para Colau). Hace un año, aproximadamente, lo hemos recuperado y volvemos a tener una avalancha de turistas. ¿Qué ha hecho Colau durante el tiempo de pandemia para controlar el turismo? Si no controlas al turismo, te controla a ti.
Colau considera que fue justamente usted quién convirtió Barcelona en una barra libre para el turismo.
Esto le va bien electoralmente, pero sabe que no es verdad. Todo empezó con la Barcelona del 92, y a ella no le gusta aquel éxito. Yo no tuve nada a ver, fue un éxito de anteriores gobiernos del Partit Socialista de Catalunya (PSC) e Iniciativa per Catalunya Verds (ICV).
Ante aquel éxito, ¿se podrían haber hecho las cosas mejor para garantizar ciertos derechos a los barceloneses?
Lo que se tendrían que plantear es si, por ejemplo, después de transformar todo el litoral hicieron suficientes pisos de alquiler asequible propiedad del Ayuntamiento. ¿Cuántos hicieron?
Hablemos más allá de la ciudad y sobre las siglas que usted representará el 28M. La oposición le acusa de querer poner Barcelona al servicio de Puigdemont y la independencia.
Tampoco es verdad. El señor Puigdemont estará encantado si gano las elecciones, pero ya me dijo que haga lo que me dé la gana. Hago la mía, y esto es el que pose más nerviosos a mis adversarios políticos.
Usted se ha centrado mucho en el modelo de ciudad, pero no deja de ser candidato de Junts. ¿No hablará de independencia durante la campaña?
No, yo no hablo de independencia. A pesar de que es verdad que en Catalunya y Barcelona tenemos un problema con la independencia, también tenemos otro de dependencia. Muchas cosas tienen que pasar por el Estado, y esto provoca retrasos. Por ejemplo, la estación de AVE de la Sagrera se tenía que inaugurar el 2004 y no estará terminada hasta el 2028.
Se presenta a las elecciones con un perfil propio y bajo la candidatura Trias per Barcelona. ¿Por qué no aparece el nombre de Junts en la candidatura?
Pues porque no solo hay personas de Junts, también del PDeCAT, MésCAT y Demócrates. Sería un engaño presentarme bajo el nombre de Junts.
Por qué han decidido ir juntos finalmente en Barcelona, ¿pero rivalizan en otras ciudades?
Porque queremos ganar. A pesar de que, por ejemplo, Junts y el PDeCAT son competencia en otras ciudades de Catalunya, sería una tontería dividirnos en trocitos cuando queremos el mismo modelo de ciudad. Intentamos sumar. Ser un palo de pajar que aglutine personas que pensamos diferente, pero queremos el mismo.
Ha dicho que si no es alcalde se irá a casa y no será concejal en la oposición. ¿No le parece que esto se puede interpretar como una falta de compromiso?
No, y lo explico porque si acaba pasando no sea ninguna sorpresa para nadie. Tengo 76 años y estaba jubilado, y cuando la gente me pidió que me presentara, me presenté. Pero si no acabo siendo alcalde no tiene sentido que me quede como regidor calentando la silla. Volveré a casa con mi familia, los limpios y los amigos, y seré feliz.
A la hora de poner sobre la mesa futuros pactos, se ha mostrado abierto a pactar con el candidato del PSC, Jaume Collboni, y con el candidato de ERC, Ernest Maragall. ¿Qué le aportarían estos pactos a su proyecto de ciudad?
Sí, estoy dispuesto a pactar con el PSC y ERC, a pesar de que desconozco qué hará Collboni. Los socialistas son un misterio en Barcelona. Por ejemplo, ahora se desmarcan de Colau, ¿pero como pueden desmarcarse si han estado cuatro años en su gobierno?
¿Respetará la lista más votada, aunque sea la de Colau? ¿Es decir, no intentará un pacto alternativo?
En ningún caso haré alcaldesa a Colau. Si gana ella, la respetaré. Y lo haré sin operaciones extrañas como la de Manuel Valls. Pero si gano yo, pediré colaboración a los otros. Si ganan el PSC o ERC, veremos si podemos colaborar.
¿Qué titular le gustaría leer en unos años en los diarios sobre Barcelona?
Que los barceloneses hemos recuperado la ilusión, el prestigio y la autoestima. Es el que necesitamos.
